24 de octubre de 2006

Video: Dani en Chicago #3

La torre Sears


Bueno, ya está hecho. Por fin he subido a la Torre Sears. Y ¡wow! Ha sido impresionante. Esta mañana ha aparecido tan soleado y despejado, que me he dicho ¡esta es la mía!. Y así, a eso de las 9 y media ya estaba frente a la puerta de la avda. Lincoln para subir. No habia mucha gente y todo ha sido rápido y muy agradable.

Antes de subir nos han metido en una pequeña sala de cine donde se nos ha explicado la historia de la Torre, bastante interesante. Y entonces, sin más demora, hemos ido al Skydeck donde he tomado decenas de fotos y tomas con la cámara de video.

Las vistas eran increíbles y sé que pocas veces en la vida podré disfrutar de semejante deleite para los ojos, pero… no era el Empire State. Ha sido hermoso, impresionante, pero no igual. Y eso que esta es más alta, oye… nada menos que 103 plantas. ¡Casi nada!.

Tras salir de allí me he ido a hacer un crucero arquitectónico por el río Chicago y el Michigan, que ha durado una hora y media y que casi acaba conmigo del frío que he tenido. Y es que por mucho sol que haga, aquí no se sube de 5 grados. Brrrrr. Eso si, la experiencia ha sido demoledora. ¡Qué edificios, qué arquitectura, qué magnificencia!. Y eso de navegar por el Michigan ha sido tan especial…

Ahora acabo de comer y me voy a echar un rato. Esta tarde me voy al Art Museum, que será gratis a partir de las 5 de la tarde, y luego ya veré. Estoy solo hoy y mañana, ya que Javi se ha ido a Indiana.

Me gustaría tener cerca a mis amigos de Madrid y que vieran esto… quizá es por eso que escribo tantos posts. Jejeje.

Un abrazo enorme.

Javi


Es sorprendente cómo va vueltas la vida. Aquí me veo con Javi en Chicago, en su casa del Downtown, pasando unos días con él, y me doy cuenta de cómo han cambiado las cosas entre nosotros a lo largo de los años… para bien y para mejor.

Veréis, conocí a Javi cuando yo tenía 19 años y me abrió las puertas de un nuevo mundo. Caí perdido y rendido a sus pies y fue cuando comenté todo lo que tenía que comentar en casa. Me sentía tan orgulloso que nada me impedía llevar todo lo que fuera hacia adelante. Lamentablemente, a los cuatro meses descubrí el otro lado de la moneda: que ciertos sentimientos no son siempre recíprocos. Y Dios, qué mal lo pasé durante muchos meses. Ahora veo, evidentemente, que todo fue sinceridad. El tiempo le ha dado la razón: 7 años de amistad. Y contando.

Javi me tenía mucho afecto, y seguimos viéndonos muy a menudo. Algo que al principio yo necesitaba pero a su vez no me convenía. Fue cuando conocí a su hermana María y al entonces novio de esta, Jose, así como otra serie de personas de su entorno. Finalmente, él se fue a vivir a Marbella y yo me quedé en Madrid, tiempo en el cual yo superé esa adicción a su presencia. Unos meses después, ya podía visitarle en Marbella sin tener esa sensación de angustia. Lo bueno es que ahora puedo hablar de estas cosas con alegría y casi estupefacción por lo lejanas que me resultan, aunque solo haga 6 años de estas cosas. Porque si miro atrás, no puedo dejar de pensar en la cantidad de veces que tuve que faltar a clase porque era incapaz de concentrarme en ello y las ganas de llorar que tenía constantemente.

Pero, como iba diciendo, el tiempo siguió irremisiblemente hacia delante. Y desde ese día, Javi fue una presencia constante en mi vida de forma absolutamente positiva. Nuestra amistad creció y medró, al igual que la que comencé con su hermana y su ya marido Jose, a los cuales me siento muy unido. Ambos hemos vivido y compartido entre nosotros desde entonces toda nuestra vida, amores y desamores, momentos alegres y tristes. Dios, cómo ha llovido para ambos desde esos días lejanos.

Y ahora, irónicamente, trabajo en la misma empresa que él. Gracias a que él pasó mi currículum oportunamente en su momento. Lo cierto es que, si lo pienso, el eje de mi vida actual gira en torno a él en muchos aspectos. Las cosas buenas que me ha aportado su presencia en mi vida es enorme, y nunca lo olvidaré. A veces me pregunto por qué camino habría ido sin él.

Ahora, tras casi 7 años transcurridos, me encuentro en calidad de buen amigo junto a él en un sitio muy lejano, completamente distinto a Madrid, donde él y yo somos personas extremadamente distintas a aquellas que un día se conocieron pero que mantienen los mismos valores en su esencia. Somos iguales, y muy diferentes. Me siento profundamente honrado de tener a alguien como él en mi vida. Es una persona maravillosa. Qué raro se me ha hecho irme estos días de paseo con él y volver a estar unidos como buenos amigos, hablar de nuestras cosas con calma... algo que lamentablemente por cosas del día a día no habíamos podido hacer desde hace tiempo.

Javi es feliz hoy en día y desde hace ya tiempo con una persona a la que también tengo mucho cariño y espero ver en Madrid cuando regrese. Este texto es, simplemente, un homenaje a mi querido Javi, que ha sido un punto de inflexión extremadamente importante en mi vida en un momento determinado de ella, y un buen amigo a todas luces por muchos años y más y menos que transcurran. Gracias a él trabajo donde trabajo, estoy donde estoy, y tengo a personas maravillosas como su hermana, cuñado y su sobrina a los cuales adoro.

Aquí estamos, años después, en las calles de Chicago. Quién lo iba a decir.


Un abrazo.

Sobrecogerse

A última hora de la tarde, he salido a pasear por una parte de Michigan Avenue una vez más para ver si localizaba algunos Souvenirs para amigos y familia. De repente, al volver a casa, siendo casi las 8 de la tarde, ya de noche y con todos los edificios iluminados a mi alrededor, he puesto el iPod y ha comenzado a sonar, vete tú a saber si por casualidad o por el destino, una de las canciones más hermosas de todos los tiempos y que ya he mencionado muchas veces por aquí: For always de Lara Fabian. Y de repente, esa canción ha sido el catalizador de las emociones que me habían estado recorriendo desde que llegué: esa sensación de pequeñez ante la grandeza, de emoción ante un sueño realizado, de punto y aparte en mi vida. Y mientras escuchaba la canción, veía la hermosa vista que tenía delante, y el frío de la ciudad de los vientos estremecía mis sentidos, lloré. Como un niño pequeño. La combinación de elementos lo hizo propicio. Y es que, ¿qué sería la vida sin momentos como ese?.