5 de octubre de 2005

Un cuarto de siglo

Hoy es mi cumpleños. Cumplo 25 ¿añitos? ¿años? ¿añazos?. Supongo que depende de a quién te dirijas, tal y como he podido comprobar esta mañana con mis compañeros de trabajo.

La sensación que me recorre en el día de mi cumpleaños es siempre la misma, aunque se agudiza según pasan los años, y que todos sabrán reconocer: la materialización de que el tiempo se va y se escapa de tus manos. Para las personas que me han felicitado hoy soy un “pipiolo”, como dicen, y efectivamente tienen razón, pero yo les recuerdo que el tiempo pasa igual de rápido para todos. Y yo no he vivido aún lo que ellos.

Pero al margen del paso inexorable del tiempo, y aunque pueda sonar muy tonto por mi parte, innegablemente este tipo de fechas me hacen ponerme aún si cabe más reflexivo de lo normal, que ya es decir mucho.

¿Quién soy y dónde me ubico?. ¿Qué he logrado con el paso del tiempo y, sobre todo, a donde me dirijo?. Las dudas corroen levemente mi cabeza cuando intento escrutar los recovecos de mi mente, de mis ilusiones, de lo que me importa.

Anoche me pasó algo bonito: llevo unos meses bastante descolocado y he llegado a pensar que no sabía dónde empezaba mi propio ser. Me he sentido algo anulado, algo desplazado conmigo mismo. ¿Dónde estaba Dani?. Y entonces me fui a la cama a leer algo. Empecé a pensar en mi chico y justo en ese momento me llegó un mensaje de él, un precioso mensaje en que me felicitaba el cumpleaños. Y empecé a ver a mi alrededor: los libros, mis cosas materiales, mi “Collage” de fotos... y me reencontré. Me di cuenta de que el Dani que no era capaz de encontrarse se encontraba a veces, simplemente, detrás de un velo. Y comprendí que todas las cosas que hago, todas las cosas en las que creo, las personas a las que quiero, mis inquietudes, y hasta mis propias dudas componen el todo de ese chico que hoy cumple 25 años.

Y hoy he llegado a la oficina, y receptivo como estaba, he redescubierto maravillado que hay miles de matices en mi forma de ver, de hablar, de trabajar, de hacer las cosas, que si bien no son algo de lo que uno se deba maravillar, sí que reafirman que soy una persona con entidad propia. Que los 25 años en los que llevo contemplando el mundo he aprendido muchas cosas.

No pretendo hacer aquí una declaración de principios ni nada de eso: soy un chico normal con una vida normal, y no tengo nada de excepcional sobre los demás. Pero tengo algo muy poderoso en mi haber: que sé quien soy y sé lo que quiero. Y aunque no sepa en absoluto lo que me espera detrás de la esquina, como nos pasa a todos, tengo la certeza de que podré superar cualquier obstáculo que me proponga.

Un abrazo enorme.