8 de febrero de 2008

Mente, Cuerpo, Alma, Corazón

Me he dado cuenta de que hace bastante tiempo que no me dedico a escribir algo medianamente profundo, a hacer honor al título de mi blog. Supongo que una de las finalidades de tener un blog es la posibilidad de evaluar el estado de ánimo de uno conforme pasa el tiempo a través de las lecturas del pasado. Hay veces que tienes mucho que aportar al mundo con tus palabras (o cuanto menos, la necesidad de expresar algo mediante el lenguaje escrito) y otras veces no tienes nada que decir. Esto último se traduce en absoluto silencio de alquiler o bien en post superfluos que solo interesan a una minoría o, quizá, a nadie salvo al que los ha publicado.

Llevo unas semanas dando vueltas a las razones de mi evidente pereza para hablar de mi día a día, de las cosas que siento y padezco. Tras leer un poco la retrospectiva de mis post, me doy cuenta de que no es la primera vez que caigo en lo farragoso de lo que es más práctico.

Y es que no hay duda de que cuando tienes un blog desde hace tanto tiempo como yo (el pasado día 3 hizo tres años, y ni me acordé) este se convierte muchas veces en el homólogo de tu vida. No me siento muy poético, ni dramático, ni atormentado, ni inspirado, ni alegre, ni triste, ni sobrecogido, ni taciturno, ni excitado. Estoy en un estado de calma tan superlativo que lo agradezco sobremanera. No siempre ha sido así, y seguramente es un estado que tampoco va a durar eternamente. Con esto digo: estoy muy bien anímicamente, posiblemente mejor que nunca en muchísimo tiempo.

Así que no se me ocurre nada mejor que intentar forzar un poco esa perezosa vaguería que me invade, a modo de mañana de domingo, a ver qué sale. Y ¿qué mejor que hablar de mis conductores?.

, , , . Ki, Karada, Tamashii, Kokoro. Mind, body, soul, Heart. Mente, cuerpo, alma, corazón. Da igual en el idioma en que se diga. Estos cuatro conceptos son los que, a mi entender, los catalizadores hacia el estado perfecto (o imperfecto) de nuestra existencia.

Mi es una auténtica bomba de relojería, un ente visceral y pedante que a veces se pasa de listo. Creo con toda honestidad y sin ánimo alguno de resultar egocéntrico, que tengo una mente demasiado pensante. Le doy tantos millones de vueltas a las cosas para luego no llegar a conclusiones claras que eso me convierte en alguien un poquito demente. Hago tantas cosas basadas en el impulso de un sentimiento que a veces creo que soy presa de mis propios demonios y estos toman el control de mi. Y sin embargo, me gusta pensar que los engranajes de mi cabeza están en pleno rendimiento, que no ceso de tener inquietudes, que jamás abandono, que siempre discurro, escruto y analizo pormenorizadamente cada cosa que me pasa en el día a día. Esa es mi mente.

Mi es un desastre. Mido 173cm y me acerco a casi ¡cien! kilos de peso. Tengo que hacer algo, porque siempre me sido un chico con sobrepeso pero ahora coqueteo con la obesidad. He tenido muchas etapas de up & down, pero llevo dos años en constante aumento. Y aunque parezca una excusa barata, se ha debido a la enorme depresión que sufrí entonces y que me ha durado bastante tiempo. Cada uno exterioriza estas cosas de un modo, y la mía siempre ha sido la tendencia a comer en exceso y sin medida. A ver qué pasa. Y al margen de eso, me hice hace poco unos análisis de sangre completos y la doctora me felicitó porque pese al sobrepeso tengo todos y cada uno de los elementos de la misma en un estado idóneo. Mira, algo es algo, ¿no?.

Mi es lo más estable de mi. Sé quien soy, sé lo que soy, y sé lo que voy a ser. No soy un alma a la deriva, he encontrado mi camino interior. Puede que cambien (y cambiarán) muchas cosas en los años que tengo por delante (si nada los trunca, claro) pero eso que denominamos “espíritu” va mucho más allá de un estado transitorio. Creo fervientemente en la existencia del alma como ente no físico y que define nuestra naturaleza de un modo extremadamente preciso. Creo en la teoría de que los espíritus se nutren con las experiencias de la vida y que, cuando estos han alcanzado una sabiduría y el cuerpo físico desaparece, el alma prevalece. Y señores, no hablo de religión. He batallado muchos demonios para averiguar quién soy, una lucha o búsqueda que todos y cada uno de nosotros debemos afrontar a nuestra manea, y yo puedo decir que lo sé. No recuerdo cuando ocurrió aquello, pero así es.

Mi es frágil, débil, sentimental, hiperactivo, hambriento, exagerado. Soy una persona tan absoluta, totalmente dependiente de los sentimientos, que a veces asusta. Soy muy cariñoso (a veces demasiado), y todo en mi vida gira en torno a los sentimientos del corazón. Le doy mucho valor a las cosas profundas, a veces rozando el drama innecesario. Y sin embargo, considero esto también una de mis mayores cualidades. Porque no hay nada bueno ni malo en ello, simplemente es como es. Sé que los sentimientos, el corazón, lo que le rodea, es un organo que se fortifica a base de golpes conforme avanza la vida, pero aún así hay gente que no lo protege como debiera. Yo soy una de esas persona, y no me siento mal por ello. Me gusta ser así, aunque a veces me haga daño. Sopesando pros y contras, creo que un corazón activo hace que saborees las experiencias de una manera más intensa. Esto, evidentemente, está muy sujeto a la censura ajena, y entiendo que cada persona ve el mundo de los sentimientos de una manera única e irremplazable, pero insisto en que hablo desde mi propia perspectiva.

Y tras este post, hecho sin más intención que la de expresar (sin finalidad definida) algo, quiero felicitarme a mí mismo por tres años de blog en los que, cuando miro atrás, veo muchas cosas que me gustan, otras que no, y otras que anhelo. Porque así es la vida. Porque así es lo que escribo. Porque dentro de estas palabras estoy yo. Porque estas son mis modestas reflexiones.

Un abrazo.