7 de noviembre de 2005

A vueltas con la privacidad del Blog

Es curioso cómo en tu día a día las cosas que piensas ligeramente, o simplemente las tienes presentes pero no reflexionas sobre ellas como deberías, se ponen de acuerdo para que todos los hados te obliguen a pensar sobre ello.

No es la primera vez que hablo sobre los pros y los contras de tener un Blog con las características que posee el mío. Aquí hago un poco de todo: expreso mis temores, cuento mis experiencias, me desahogo de lo que considero una injusticia o simplemente manifiesto contento y descontento, siempre basándome en parámetros relacionados con mi propia vida.

El viernes se me recordó que decir las cosas que digo por aquí me puede acarrear ciertos problemas como, por ejemplo, tener la sensación de que todo el mundo sabe quien soy, qué debilidades tengo, una auténtica falta de privacidad sobre los aspectos más íntimos de mí mismo. Y también que a veces hablo mal de gente, o digo cosas que no me atrevo a decir a la cara, sin recordar que el blog es, en su definición más estricta, público. Y eso es un riesgo potencial, indudablemente.

Pero es que lo del viernes fue solo el comienzo. Además de eso, curiosamente, ese mismo día había un post en MundoDVD hablando de esto mismo en el foro y en el cual expresé mi opinión, que fue la siguiente:

Creo que el concepto del Blog en sí es algo realmente original, por aquello de que es algo a la vez tradicional y moderno. Tener un rincón donde expresar todo tipo de opiniones acerca de cualquier ámbito (yo he optado por hacer un blog de reflexiones personales, pero podría haberlo dedicado, por poner otro ejemplo, a hacer críticas de cine o un churro de todo, que es en verdad lo que es mi blog). Pero lo más importante es que un Blog conlleva las siguientes ventajas: Permite expresar todo aquello que queremos decir, bien por propia satisfacción o realización, o bien porque deseamos tener informadas a una serie de personas. Por poner un ejemplo, mi blog permite a amigos que tengo en la distancia el saber qué ocurre en mi día a día, y en cierto modo es como estar más cerca de ellos. Lo mejor de todo es que un Blog implica un grado de discreción al cual nosotros ponemos un límite: no hay censura, salvo la que los autores desean imponer. Los límites no existen como tal. No creo que una persona necesite saber de informática como tal, pero un Blog no solo implica escribir: también es entrar a una comunidad, y si tienes un blog es evidente que visitas otros. Es un círculo vicioso (en el sentido positivo) que no es desvinculable. Lo que diferencia a un Blog de una web normal es que su definición es más clasista: es como un folleto a modo de diario o cuaderno, el cual modificamos a placer. Tengo una amiga "semi-famosa" llamada Belén Arjona, cantante de profesión que va ahora por su segundo CD, y que tiene su propio Blog. Este le permite hablar de forma DIRECTA con sus fans, y estos a su vez devolverle un comentario. En ese sentido, humaniza mucho a esa persona famosa inalcanzable, pero también la desmitifica. Es como el yin y el yan. El mundo de los Blog aún tiene que evolucionar mucho y, añado, por caminos que ahora mismo desconocemos. No es una moda, a mi gusto: es una nueva forma de comunicación donde se juntan el pasado y el presente, de ahí su atractivo.

Pero es que aún hay más. En la kedada de anteayer con mis compis de MundoDVD, salió el tema de los Blogs y se dijeron cosas muy interesantes que no merece la pena detallar una a una, pero que a mi me sirvieron, junto con lo que yo ya había reflexionado y me había sucedido en esos días, para llegar a una conclusión:

El blog es un reflejo de la persona que lo escribe a todos los niveles, y revela mucho más que lo que a priori pudiera parecer. Por ejemplo, se puede saber cuándo alguien es una persona muy celosa de su intimidad si firma con seudónimos o escribe sobre superficialidades. El tono, la forma, la temática… son miles de espectros, de formas cambiantes que pueden significar un sinfín de variantes de personalidad. Cuando leo mis comentarios me doy cuenta muchas veces de cómo soy, me recuerda la esencia de mi persona. Pero eso no siempre es bueno: todos tenemos una parte de nosotros de la que luego nos avergonzamos, en este caso para mi cuando me doy cuenta de que a veces (cada vez menos) no dejo hueco para mí mismo, para mi propio mundo interior o mi vida íntima. Por poner un ejemplo, ¿por qué poner ciertos comentarios personales?. ¿No debería eso quedarse guardado para mí y los demás implicados?. Es más: ¿hasta qué punto he llegado a violar esa intimidad? ¿Hasta qué punto he devaluado esa intimidad?. ¿Debo pagar algún precio?.

La respuesta la tengo muy clara: depende de la persona que lea el texto. Como en cualquier ámbito de la vida, el lenguaje que se expresa bien oralmente, bien con las palabras escritas, o de cualquier otro tipo, este puede ser interpretado de muchas formas distintas, pues se reflejan en la personalidad del receptor, quien tendrá un entendimiento único y personal de todos los estímulos que recibe. Yo escribo, lo demás interpretan. Así de simple.

Lo que leemos no es más que una orientación, un punto de vista. Lo que tenemos dentro de nosotros es lo que realmente queremos ver en todo aquello que nos rodea. Porque sí, las personas no somos capaces de comprender más allá de nuestro propio entendimiento.

¡¡Qué complicado resulta el pensar que quizá uno está yendo más allá de lo que debe cuando escribe!!. Ya he cambiado múltiples veces mi blog por causa de ello, incluyendo hoy mismo, pues he borrado algunos de mis post en base a lo que creía era excesivo. Y sin embargo, muchas cosas las he dejado. Un amigo me dijo el sábado “Creo que tendría que poner cosas más positivas en mi blog, que creo que sólo escribo de negativismos cuando mi vida es en verdad muy alegre”. Yo le respondí “No creo que debas. A mi entender, si escribes esas cosas es porque te salen de muy dentro y es lo que necesitas expresar. No deberías avergonzarte de ello, ni creo que el que hables de determinadas cosas te convierta en lo que escribes”. Y así lo creo yo también: en estas páginas reflejo todo aquello que quiero que salga de mi. Y yo soy quien pone los límites. Como en todo en la vida, hay que aprender poco a poco, y a veces a base de palos, a saber hacer bien las cosas.

Pero también reitero lo que ya he dicho: no hay nada certero en esta vida. Ni lo que escribes, ni lo que opinan sobre lo que has escrito. No se puede obviar la opinión de los demás ni tampoco cegarse en la propia opinión. Todo depende, una vez más, de cómo queramos verlo. Y eso, señores, es algo que tiene tantas variedades como la gama de grises entre el blanco y el negro.

Un abrazo.