20 de febrero de 2006

Bienvenidos al newsletter de mi vida

Bueno, ya llegó de nuevo el lunes. La semana no podría empezar mejor... me he levantado antes para venir a clase de Inglés, sólo para descubrir que la profesora no había venido por estar metida en un atasco. Para más inri, se ha ido la luz de buena parte del edificio: no hay posibilidad de tomarse nada caliente para empezar el día, hace un frío mortal y mientras escribo estas líneas estoy enfundado en un forro polar (gracias por regalármelo, Sergio) rodeado de un silencio absoluto. No hay música puesta para animar la mañana porque no me toca esta semana... y lo peor de todo es que no tengo red ni nada que me permita trabajar decentemente. De ahí que esté ahora mismo aprovechando el tiempo para escribir esto en un documento de Word y publicarlo posteriormente (a saber cuándo será eso posible). Lo más terrible de este aciago comienzo de semana es que me encuentro bastante jorobado físicamente: me duele el pecho y siento malestar general, y el frío que tengo, calado hasta los huesos, no ayuda. Tengo los pies congelados, y eso no me augura nada bueno para el resto del día o la semana.

Ya ha terminado una de las semanas más largas que recuerdo últimamente. El fin de semana ha sido largo o corto dependiendo del punto de vista en que se mire, porque han pasado tantas, tantas cosas... cuando empecé a vivir el día a día estos últimos siete, nada me podía preparar para la tormenta de emociones chocantes e impactantes que se avecinaba. El martes fue un día clave, en el cual algo cambió en mi interior, como un dispositivo electrónico que pasa del OFF al ON en tan sólo una milésima de segundo. Desde ese día, la angustia que me acompañaba desde que volví a la soltería se esfumó en muy buena parte. Y ese sentimiento de esperanza, de recuperación, o simplemente de NO sentir nada negativo no me ha abandonado. ¡Es fabuloso!.

Podría contar muchas cosas que he hecho este fin de semana que me han dejado extremadamente sorprendido (para mis adentros), y sobre todo podría hablar de muchas emociones vividas, pero tampoco me apetece hacerlo. No al menos de forma escrita y mucho menos por este medio... más adelante entenderéis por qué. Me he dado cuenta de que no estoy tan seguro acerca de muchas cosas que creíque tenía claras en mi interior, que aún hay algunos aspectos (y sobre todo situaciones) que pueden llegar a afectarme de forma positiva, como un niño que empieza a descubrir la vida adulta, o como un adolescente estúpidamente embriagado por el descubrimiento de la primera sensación de amor.

Yo no estoy enamorado de nadie (bueno, no voy a ser tan cínico: es muy posible que aún lo esté, aunque prefiero no regocijarme en ese pensamiento), ni ganas que tengo de enamorarme de nuevo ahora mismo, pero me gusta establecer el paralelismo de encontrar el amor de tu vida con el de reencontrar el amor a sí mismo. Ya, ya lo sé: me reitero muchísimo hasta extremos pedantes siempre en las mismas cosas, pero no puedo evitarlo: me siento BIEN por primera vez en meses, y la euforia puede conmigo. A esto contribuye que el viernes pasado tuve un momento profesional realmente emocionante, que me dejó un muy buen sabor de boca.

En fin... en todo caso, la semana pasada ya ha quedado atrás. Ahora empieza una nueva y espero que mucho más normal. Me gustaría comentar algo que me pasó precisamente el viernes pasado y que me enfadó muchísimo. Me da igual que la persona a la que me voy a referir lea esto, porque ya le hice saber cuánto me disgustó lo que dijo acerca de este Blog. Lo que dijo exactamente fue bueno, no pasa nada si no nos vemos en unas semanas, porque para eso ya tengo tu blog.

Yo me quedé estupefacto. ¿Qué es eso de ya tengo tu blog?. ¿Puede una amistad ser sustituida por un puñado de comentarios escritos?. A mi me parece que no, a menos que la otra parte considere la amistad un montón de parafernalia, en muchos casos absurda, publicada en Internet.

Pues ya lo digo y aviso a todo lector de este blog: es cierto que, innegablemente, leer estas líneas es como tener un Newsletter de mi vida con cierta asiduidad, sobre todo por el enfoque personal que yo le doy, pero de ahí a sustituir todos los matices de una amistad del día a día por esto hay un auténtico abismo. Además, no es lo mismo en el caso de personas que se conocen desde su origen por este medio a aquellas que se supone que están en tu día a día como algo más que una amistad virtual.

No señores, no... el Dani de estas páginas NO es el Dani que os encontráis en persona, con el que veis una película, con el que reís, tomáis una Pizza, salís de marcha, tomáis un café, lloráis, os peleáis, habláis por teléfono...

Si os consideráis verdaderos amigos míos del día a día, considerad este blog como lo que es. Si no obstante os basta con él, entonces es que no sois tan amigos míos. Así lo digo y así lo pienso. Evidentemente, esto no va dirigido a personas como Rafa, Manu, F... (entre otros) porque este es el medio por el que nos hemos conocido y por el cual evolucionamos la relación... sino a todos los que pueden y deben tener la obligación de cultivar la amistad por otros derroteros.

Si queréis que os quiera, queredme. La reciprocidad es la clave de todo.

He dicho.

Un abrazo.