23 de diciembre de 2010

Sinde-rechos, Sinde-mocracia


En vísperas de nochebuena, parece mentira que no se me ocurra otra cosa que ponerme a hablar de la tan laureada Ley Sinde que anteayer se pegó una buena hostia en el congreso. A mí, personalmente, me parece excelente que la ley se haya ido a paseo (al menos de momento, porque intentarán colárnosla de 1.000 maneras distintas hasta que lo consigan, está claro), pero por algo tan sencillo como que esa ley es un auténtico despropósito digno de una dictadura o del comunismo más rancio. Si a eso le unimos que la representante de la cultura de este país es Ángeles González-Sinde, de la cual ya hablé en su momento y dejé muy clara mi postura hacia la figura de esta señora, es el acabose.