9 de octubre de 2008

Versalles

En mi pasado viaje a París en julio no mencioné un lugar excepcional, y lo hice porque este merece un comentario aparte: Versalles, ciudad-pueblo cercano a la capital francesa, mundialmente conocido por albergar el famoso palacio que fue la residencia de los reyes durante los siglos XVII y XVIII, destacando entre ellos Luís XIV, XV y XVI, además de la consorte de este último, la tristemente recordada María Antonieta. Hogar también de los Delfines y de muchos otros célebres personajes, muchos eventos históricos se celebraron aquí, siendo el más conocido el Tratado de Versalles de 1919 que puso fin a la primera guerra mundial en la magnífica sala de los espejos del castillo.

Pero dejémonos de historia y veamos el impresionante castillo junto con los descomunales, preciosos, increíbles jardines que se extienden detrás de él.

Ir a Versalles supone una media hora en cercanías desde el centro de París. Es muy fácil llegar, y desde la estación sólamente hay un pequeño paseo hasta el castillo, ya que es el único atractivo real de este lugar. Las colas son enormes, y hay muchos aprovechados que te venden tours guíados a precios desproporcionados. Mi consejo: llegad pronto. Nosotros solo tardamos dos horas en entrar...

Dentro ya del castillo, lo que más merece la pena de este es la indescriptiblemente hermosa sala de los espejos que ya he mencionado. El nivel de ostentuosidad del castillo a nivel general es desmesurado, excesivo, absolutamente abrumador. Se nota que los reyes de Francia vivían en el lujo más absoluto. Incluso hoy en día es algo que quitaría el hipo a cualquiera. Aunque, honestamente, no creo que merezca la pena pagar el dinero de la entrada (y mucho menos hacer tanta cola) para ver el castillo.

Lo que realmente impresiona de Versalles (y ojo, que el castillo pese a lo que acabo de decir es fantástico y recomendable) son sus jardines, los más grandes que he visto en mi vida, y los más cuidados y estilizados. En verdad me recordaron mucho a la Granja de San Ildefonso de Segovia pero a lo bestia.

La foto de arriba solamente muestra el comienzo de los jardines. De ahí en adelante hay kilómetros y kilómetros cuadrados de cesped, caminos, arbustos, fuentes, estatuas y un lago artificial donde se pueden alquilar barcas. También están las estancias donde residió María Antonieta (que no fuimos a ver, estábamos derrotados). Estos jardines son de acceso libre y gratuíto, y de hecho lo que más va a hacer la gente allí es pasar un día en el cesped, de picnic o a hacer bicicleta o footing. Y la verdad, lo entiendo perfectamente: es una localización perfecta para estos menesteres.

Si queréis pasarlo bien y tenéis tiempo de sobra en vuestra visita a la ciudad del amor, no lo dudéis: Versalles es vuestro sitio.

Un abrazo.