4 de marzo de 2008

Fobia

Llevo un par de días un poco triste. No me ha pasado nada, pero hay veces que nuestra cabeza empieza a girar y dar vueltas sobre algún tema o factor de nuestra propia personalidad que dejamos dormitando hasta que, un día cualquiera, emerge para causarnos quebraderos de cabeza.

Y ese es el caso. La razón: mis fobias. Tengo muchísimas fobias, como todo hijo de vecino, pero como nos pasa a todos también, la mayoría son tolerables y ni siquiera nos afectan, porque las aceptamos y toleramos para nuestro propio interior. Al fin y al cabo, son parte de nuestra persona.

Pero, ¿qué ocurre cuando te vuelves consciente de que una fobia te está limitando como persona?. O peor aún: ¿qué pasa cuando una fobia afecta de una manera brutal a tu estado de ánimo porque algo en tu vida ha hecho que esa fobia sea patente, clara e inevitable?.

Estoy muy triste porque la fobia a la que me estoy refiriendo (que, lamentándolo mucho, no pienso mencionar) es tan absurda y ridícula que me produce una enorme vergüenza reconocer. Casi me siento como un niño pequeño incapaz de confesar una travesura. Solo que en este caso no he cometido una travesura, tan solo me veo incapaz de tolerar o soportar algo muy concreto. Y no debería. No comprendo mi bloqueo psicológico: veo la lógica, veo qué pasa, veo la solución, pero no la alcanzo. No soy capaz de hacerlo. Y eso me pone triste, terrible e inevitablemente triste.

¿Qué puedo hacer?. Esto no es un miedo al que me tenga que enfrentar para superarlo, es algo diferente. Y estoy absolutamente solo. Sé que puedo vivir con ello, pero a la vez no puedo. Es tan absurdo, una nimiedad tan grande que, irónicamente, en mi interior se ha convertido en una montaña... que me siento avergonzado.

He intentado analizar la retrospectiva de esta fobia, he intentado llegar hasta su origen con la esperanza de que poder apartarla, pero aunque tengo muy claro ya de donde procede (desde mi infancia), eso no cambia nada: estoy atrapado en sus redes y voy a necesitar mucha fuerza para poder superarla.

Lamento hablar en términos tan ambiguos, pero en verdad no quiero sobrepasar este límite. Necesitaba desahogarme con las palabras, aunque tampoco sean de utilidad práctica.

Un abrazo.