14 de abril de 2006

¡Tócame los güevos!

Hay ciertas cosas que nunca podré entender por mucho que intenten plantearme distintos puntos de vista, situaciones o realidades. Ayer me fui de marcha con un amigo y la verdad es que lo pasé fenomenal, porque encontramos otros conocidos y en general hubo muy buen ambiente. Me retiré relativamente pronto, pues estaba cansado (había trabajado ayer también, uf), eso sí.

De todos modos, hubo algo que… bueno, en fin, me resulto completa y absolutamente desagradable: esos tíos que van a lo que van, y que resultan extremadamente maleducados, groseros y hasta diría que cochinos. Seres de encefalograma plano que son un auténtico ejemplo de que el hombre es un animal, al fin y al cabo.

Al margen de algún baboso de esos que se acerca y te dice chorradas para meterte mano si te dejas (y algunos lo hacen, claro), un chico ayer estuvo más de un momento de la noche metiéndome mano… de una manera grotesca. La primera vez te extrañas. La segunda te molestas. La tercera ya le dices educadamente vale, ¿eh?. Y la cuarta ya le mandas a la mierda directamente. ¡Y encima se sorprende!.

No sé, a lo mejor soy yo el raro, pero que un tío te agarre las partes sin dirigirte la palabra o que te agarre la mano en medio del gentío y te la ponga en las suyas, no me parece normal. Tampoco me parece normal que una persona te pase los brazos por detrás y te toque los pezones. Evidentemente le mandé a la mierda, como ya he dicho. Se lo dije a un amigo que curiosamente le conocía y me dijo alegremente Bah, tranquilo, es que él es así. Pues qué bonito, ¿verdad?. Ya está plenamente justificada tanta grosería. Él es así.

Este es el tipo de cosas que me inhibe de salir por Chueca. Porque no son uno o dos los que son así. Puaj.

Con todo, ayer lo pasé muy bien, porque afortunadamente esto es algo anecdótico que no empañó la buena compañía de la que disfrutaba. Pero bueno… todo tiene una parte negativa, supongo.

Un abrazo.