12 de octubre de 2005

Craso error de concepto

Es curioso cómo la vida parece girar siempre en base a los mismos asuntos de forma que a veces resulta un poco tedioso. ¿Y por qué resulta tan extraño?. Al fin y al cabo, nuestro día a día se compone de pocas cosas, muchas veces siempre iguales, como puede ser el trabajo o las personas que tenemos en nuestro entorno.

Ahora mismo estaba pensando que lo que me impulsa a escribir este texto es, una vez más, algo de lo que ya he hablado innumerables veces en este blog: mi independencia. De un modo u otro, siempre enfocándolo desde ángulos y posiciones distintas, pero al fin y al cabo hablando siempre de lo mismo.

Ayer fue el santo de mi madre y tuve comida y cena familiar. Fue en este último evento cuando salió nuevamente el tema del piso que se entrega el año que viene, al cual mi madre en teoría se irá a vivir, y yo me quedaré en nuestra casa actual. Manifesté en esa cena las ganas que tengo de tener independencia y vivir en mi propia casa.

Pero… ¿independencia de QUÉ?. ¿Qué me impulsa, qué me corroe por dentro para tener esa necesidad?. Es indudable que la tengo (esa sensación es demasiado viva y clara como para obviarla o no reconocerla), pero ayer me recordaron que de lo que intento huir o lo que quiero conseguir no lo sé ni yo mismo. No sé si necesito demostrar que PUEDO hacerlo, que soy capaz (aunque en verdad no me hace falta: sé que puedo, y que soy una persona independiente ya de por sí), o si quiero salir de las faldas de mamá.

Como mi madre está en casa realmente desde hace dos años escasos, y antes de eso siempre había estado solo, me he acostumbrado tanto a ello que la convivencia con ella se me hace bastante cargante. No es que no pueda vivir en convivencia, sino que me cuesta vivir con ESTA convivencia en concreto por una serie de razones que ni quiero ni tengo ganas de explicar en este mismo momento. No es mala, es incluso buena y positiva, y eso quiero recalcarlo, pero no es lo que yo necesito.

He cometido un craso error de concepto a la hora de pensar en mi independencia: no he tenido en cuenta que no es independencia yo que yo busco. Es otra cosa. La independencia la tengo hace ya muchísimos años, y no necesito de nadie para buscarme las castañas en todo tipo de ámbitos. Aún así, algo me falta, o algo me duele. Una herida en el corazón, en el alma, una aflicción en el espíritu que me entristece si pienso en ello. Las personas, en general, tenemos cierta tendencia a sacar lo que tenemos dentro de las formas más insospechadas posibles. Y muchos de nuestros comportamientos, los cuales nos sorprenden hasta a nosotros mismos, vienen motivados por nuestra propia psique. ¿Cuántas veces nos hemos dicho a nosotros mismos por qué actúo así o por qué habré dicho eso?. Intentar buscar la respuesta a veces se convierte en una auténtica quimera. Y, por ende, desistimos o nos convencemos a nosotros mismos de que no se puede intentar remover la mierda, hablando en plata.

Yo tengo una ventaja respecto a todo esto, y es que sé claramente lo que quiero conseguir y, sobre todo, con quién. Primero conmigo mismo, y después con las personas que quiero a mi lado, una de ellas por encima de todas.

Qué complicado y a veces desesperante resulta entendernos a nosotros mismos, ¿verdad?. ¡Envidio a todo aquel que no tenga esa complicación añadida!.

Un abrazo.

Hormiga urbana

Definitivamente, en la vida uno no puede permitirse el lujo de dar por sentadas ni siquiera las cosas más elementales. Es algo que veo día a día y de lo que, dependiendo del momento, soy más o menos consciente.

Hace ya unas semanas, quizá diría que meses, que en mi trabajo se están fraguando una serie de cambios que en los últimos días se están precipitando de una manera descomunalmente rápida. El asunto es el siguiente: mi departamento ha tocado el talón de Aquiles de la gran compañía, y esto no ha debido parecerles bien, con lo cual han tomado medidas y pretenden hacer suyo aquello que, evidentemente, debieron pensar y no pensaron. El problema está en que no quieren contar con los que hemos creado este asunto al margen de ellos, lo cual a mis inmediatos jefes no les está sentando nada bien.

Pero luego estoy yo. El currito. El que conoce seguramente mejor que nadie aquello por lo que se está peleando. En concreto hablamos de un programa informático, y yo soy su único conocedor y programador. Están hablando y peleándose por mi bebe, y aunque no es exclusivamente mío (hay más personas implicadas en distintos asuntos, como puede ser el creativo), no puedo evitar que, al ser yo el que se ha currado las casi 50.000 líneas de código que posee, tenga una sensación de propiedad superior a la de los demás.

Lo peor que llevo es que estoy dentro de un juego de otras personas, que son los jefes: cada uno con sus intereses, lealtades y deslealtades, aspiraciones, ambiciones… y ya está. Y yo soy el currito, el acólito obediente, el que tiene que aguantar la angustia que supone la espera ante la decisión que puedan tomar estas personas. ¿Qué aporto yo a todo esto?. La faceta de la ilusión. Porque nadie tiene más interés en ver cómo mi invención vuela alto, cómo despega con alas nuevas. Y en cierto modo no puedo evitar sentir un casi obsceno orgullo de contemplar la que se está montando con algo de mi propia creación. ¿Y por qué no?. Al fin y al cabo es el único privilegio que puedo permitirme en todo esto.

Porque sí, yo y mi trabajo somos parte de un todo en el cual realmente ni se aprecia totalmente el esfuerzo realizado y, sobre todo, a la persona. Soy una hormiga rodeado de gigantes. Unos me cuentan que esto me va a joder, otros que me va a beneficiar... y yo ya no sé qué creer, tan sólo me limito a esperar a ver qué pasa.

Cuando me refería a no dar por sentadas las cosas, me refería a las expectativas de futuro que parece que van inevitablemente hacia ti. Eso es lo que me pasa: por mucho que creamos que los derroteros van a ir por algún lado, nunca vemos los factores externos que pueden alterar esos planes hasta que llegan inesperadamente, como lo que cuento en estas líneas.

En fin... mucha paciencia, y ante todo, mucha ilusión. ¿De qué sino alimentamos nuestro ego e ilusión ante el futuro inmediato?.

Un abrazo.