20 de enero de 2009

¿Y qué si Dios existe o no?

Llevo unos días dándole vueltas a la polémica campaña pro-ateista, esa que clama lo de Dios probablemente no existe, así que relájate y disfruta de la vida. Pensándolo detenidamente, creo que estoy en contra de esta campaña. Pero no por lo que anuncia, ni por mis propias creencias: sino porque son este tipo de tonterías las que provocan sentimientos extremos entre los creyentes religiosos.

Yo me considero una persona espiritual, no soy ateo; ahora bien, no creo en ninguna de las religiones que hay en este planeta del todo, y especialmente en la católica, cuya institución se ha revelado como uno de los peores males de nuestro tiempo. Lo que debería ser un pilar de fe para la gente (y así, afortunadamente, sigue siendo a niveles menores, las iglesias de barrio o de pueblo) es en realidad un vasto y asqueroso imperio de poder que no se pretende bajar de la burra y que sigue predicando absolutas barbaridades y estupideces sin sentido en vez de preocuparse por los verdaderos problemas de los que debería, como (por poner un simple ejemplo) el conflicto de Gaza e Israel. Es mejor manifestarse contra los matrimonios gays, el aborto o el uso del preservativo para prevenir el VIH.

En ese sentido, los ateos tienen todo el derecho a hacer campañas como esta, porque al fin y al cabo en este país se nos bombardea con campañas pro-iglesia católica de manera constante y obscena a través de los multiples medios de comunicación de los que son dueños.

Ahora bien... ¿para qué?. Entiendo la importancia de predicar la no-creencia (lo que no deja de ser otro tipo de creencia irónicamente), pero creo que es una manera ridícula de tocar las pelotas y provocar irritación en un sector cuya buena parte no acepta otro tipo de creencias y se considera atacada e insultada.

Lo que pretendo decir es que, la verdad, luchar por ver quién se pone encima del otro o tiene la última palabra solo puede tener consecuencias nefastas. Porque el tema de la religión (aunque creo que en este caso hablamos de otra cosa) siempre sacan a relucir lo peor de la sociedad.

Mi mensaje individual: si crees en Dios, sé feliz. Si no, también. La verdadera religión no es más que aquella que te hace sentir bien en tu corazón, y punto. Vive y deja vivir. No hay otra manera, ni mejor.

Un abrazo.