4 de septiembre de 2007

Tokio, último día

Lo que veis ahí arriba es una preciosa réplica a escala de uno de los robots de Laputa, el castillo aereo de los viajes de Gulliver. Todo el que haya visto El castillo en el cielo de Hayao Miyazaki lo reconocerá al instante. Y es que ayer cumplí uno de mis sueños: ir al museo de arte de Ghibli en Mitaka, en las cercanías de Tokio. Poco puedo decir al respecto. aluciné en colores con todo lo que vi allí. Una preciosa casa en medio de un bosque que albergaba todo tipo de detalles, imágenes, storyboards y todo tipo de figuras grandes y pequeñas de todas las películas de mi querido estudio Ghibli: Chihiro, la Princesa Mononoke, la Tumba de las luciérnagas, Totoro, Porco rosso, etc.... realmente me encantaría profundizar más, pero creo que sentenciaré simplemente diciendo que fue algo realmente mágico y difícil de olvidar.


Hoy es mi último día, tanto en Tokio como en Japón. Hoy tocan las compras de rigor, y me he dado cuenta de que la lacra de los souvenirs para la familia cada vez me gusta menos: te gastas más dinero en ellos que en ti, por no hablar de la molestia del espacio en la maleta. Veremos a ver qué tal escapo.
La foto de arriba corresponde al famoso santuario Fushimi de Kyoto, donde un infinito entramado de Toriis se adentran en un bosque hasta llegar a una cima. Yo, como estoy tan gordo, no pude completar la tarea. Pero, ¿no os parece realmente precioso?. Y es que podría relatar cientos de cosas, pero me quedo con haber alquilado una bici y recorrerme Kyoto entero en ella, aunque fuera una paliza.
Cuando regrese, organice y tenga tiempo de pensar (ahora no lo tengo, estoy reventado), haré un comentario sobre el viaje como Dios manda y no tan superficial. Estoy realmente cansado, pues un viaje de estas características agota al más pintado, y necesito relajarme unos días en Madrid, algo que sin duda pienso hacer.
Pero Japón, sin duda, me ha marcado. Este ha sido un viaje mágico. Espero repetir en el futuro, lo espero de todo corazón.
Un abrazo.
PD: Si venís, NI SE OS OCURRA poneros una camiseta que emule a la de Son Goku como he hecho yo. La gente por la calle me miraba, se reía, y cada dos por tres me hacían un Kamehame ha o me decían "Son Goku!", "Kame!". Tuve que cambiarme de camiseta en un lavabo, os lo aseguro...