25 de abril de 2005

¿Te vas a casar?

Esta es la frase que más estoy oyendo últimamente cuando se me dirigen. Como ya se ha dicho a bombo y platillo estos días, el pasado jueves se aprobó el matrimonio entre homosexuales. Y ahora parece que todos los gays tengan como su destino primordial el casarse cuanto antes. Al menos eso me manifiestan muchas personas de mi entorno... unos de coña, otros no con tanta.

Antes de meterme en materia con eso del "matrimonio ¡por supuesto!" Que acabo de decir, debo comenzar, por descontado, por expresar mi más completo apoyo y alegría por una decisión parlamentaria de esas que hacen historia, y por tratarse de un hecho que marca una valiente decisión frente a la política conservadora, la absurda doctrina de la iglesia católica y, ante todo, el desprecio social de muchas personas y colectivos hacia personas que son normales.

El Vaticano, ese gran estado que mueve montañas de fieles alrededor del globo, reaccionó de una forma extraordinariamente agresiva e instó a la gente a la rebelión civil. Este tipo de actos son los que luego generan las guerras o siembran la discordia, el odio, los recelos o los miedos. Una absoluta política del terror. ¡Se me pone la carne de gallina cuando pienso en toda esa cantidad de absurdas ideas, que son capaces de desencadenar ríos de sangre!.

Yo NO estoy pensando en casarme. Al menos por el momento. Me encuentro felizmente unido a una persona por vínculos mucho, mucho más fuertes que ningún papel que legalice nuestra situación. Y no necesito más por ahora. El hecho de que considere tan importante esta decisión no tiene que ver con ningún dogma o movimiento religioso. A mi la religión me la trae al fresco. Porque si bien puedo creer en algo superior a nosotros, tengo la firme creencia de que todo aquello que el hombre toca, queda corrupto. Y más una institución que lleva más de 2.000 años demostrando que si bien ha hecho cosas muy grandes y ha sido la esperanza y la fe de muchos miles de millones de personas a lo largo de ese tiempo, también ha demostrado que no se libra de la corrupción que eso conlleva. Yo NO creo en la iglesia, tan solo sigo el dictado de mi corazón.

Pero me he desviado de lo que quería decir. La razón de que me parezca importante la decisión de la admisión del matrimonio homosexual tiene que ver con el reconocimiento de IGUALDAD. Es bueno que tenga la posibilidad de ELEGIR. Antes no podía hacerlo. Ahora no voy a casarme, pero es muy reconfortante saber que puedes hacerlo. Quizá dentro de un tiempo sí quiera hacerlo. Y quizá quiera adoptar un niño. Y quizá sabiendo que voy a pasar el resto de mi vida con mi chico, estaré más tranquilo sabiendo que tendrá derecho a una pensión de viudedad. Y para hacer una declaración conjunta, y para que frente a la ley y el estado él y yo seamos una pareja. Todo eso.

Ya tengo a la ley de mi parte. Ahora falta la sociedad. Paso a paso. Porque estoy orgulloso de ser quien soy, de ser lo que soy, y de estar con quien estoy.

Volviendo al origen de este texto, debo reconocer que me he sentido algo incomodado con tanta alusión a mi posible matrimonio con mi chico. Mi madre, unos amigos, etc etc... bueno, ¿qué puedo decirles?. ¿Que quiero darme prisa en casarme por si se echan hacia atrás?. Pues no, la verdad es que no. En mente tengo presente la POSIBILIDAD, pero creo que como cualquier otra persona que tiene pareja y la quiere. Ni más ni menos. Y sin embargo me siento feliz. Feliz al saber que ahora sí puedo escoger esa opción.

Esperemos que la iglesia ni el PP (pese a tener a un candidato Gay armarizado hasta las cejas) acaben provocando un retroceso en este sentido. Por esta gente, seguiríamos viviendo en el siglo XVI.