30 de septiembre de 2008

Todos al Astoria

Gratísimamente sorprendido me ha dejado el nuevo disco de La oreja de Van Gogh estrenando vocalista, Leire Martínez. Sorprendido porque he descubierto un disco fresco, agradable, que no solo no desmerece lo más mínimo a los mejores momentos de los 10 años de carrera que ya tiene el grupo, sino que tiene algunos de los mejores temas que han compuesto. Palabra de fan.

Me gusta La oreja de Van Gogh desde 1998, cuando lanzaron su primer disco Dile al sol. Recuerdo que estaba en el instituto jugando al fútbol (!) con mis compañeros de clase cuando les dije Mi tío me ha prestado el disco de este grupo, ¿os suena?, a lo cual me dijeron ¿¡Pero en serio no sabes quienes son!?. Bueno, el caso es que me hice fan de ellos y especialmente de temas tan bonitos como Cuéntame al oído. Y los vi por primera vez en vivo en el Palacio de Deportes de Madrid al ahora irrisorio precio de 500 pesetas.

El siguiente disco, El viaje de Copperpot, me gustó aún más gracias a canciones como La playa o París (de cuya canción hay un pequeño trozo en este A las cinco en el Astoria a modo de guiño u homenaje), La chica del gorro azul o Mariposa. Pero mi disco favorito fue el tercero: Lo que te conté mientras te hacías la dormida. Adoro las canciones Deseos de cosas imposibles, Historia de un sueño, La esperanza debida, Nadie como tú, 20 de enero o La paz de tus ojos. Tengo muy buenos recuerdos de este disco, y de experiencias mías personales vinculadas a sus canciones. En ese instante era un absoluto fan del grupo, y no ha habido gira en que no haya ido a verlos.

La decepción llegó con su cuarto y último disco de estudio antes de la marcha de Amaia Montero del grupo: el muy irregular Guapa y su versión extendida Más guapa. Un disco monótono, aburrido y muy soso del cual solo se libran Dulce locura, A diez centímetros de ti, En mi lado del sofá y en menor medida Manhattan, aunque irónicamente tiene la mejor canción del grupo hasta la fecha a la cual ya dediqué una entrada en su día, Perdida, que absurdamente no ha sido incluída en sus grandes éxitos recientemente publicados (y que Guido amablemente me regaló hace poco en su visita a Madrid, por cierto).

En el último concierto Amayero que estuve, me decepcionaron enormemente. La voz de Amaia se había degradado de una manera espectacular en vivo (y he ido a muchos conciertos de ellos, lo puedo decir con pleno conocimiento de causa). La verdad, quedé totalmente desencantado. La srta. Montero, desde ya antes, estaba empezando a tener (o buscar) un protagonismo que desvinculaba a sus cuatro compañeros. Era cuestión de tiempo: la búsqueda de la independencia y el éxito propio.

Y pasó lo que tenía que pasar: la Montero se fue. Y la verdad, me da pena porque adoro muchas de las canciones que ella ha interpretado con el grupo, y tengo curiosidad por oírla en solitario, pero veremos a ver qué tal le va sin el estilo que le ha dado el éxito profesional (si no me equivoco, ya mismo debería estar sonando su Single de presentación).

Pensé que La oreja de Van Gogh estaba acabada. Una idea que se fue haciendo más fuerte conforme pasaban los meses. Y entonces llegó este A las cinco en el Astoria, con nueva cantante pero con el mismo estilo que siempre ha caracterizado al grupo, canciones banales y ñoñas con melodías facilonas pero que transmiten serenidad, positivismo y ternura. La oreja de Van Gogh, pese a todo, se mantiene fiel a su estilo y ha lanzado un disco lleno de canciones marca de la casa, y que es realmente bueno.

El single presentación, El último Vals, solo tiene como punto negativo lo exageramente que está siendo radiado, hasta el punto del hastío, pero es una canción buena y previsible como single presentación. Fresca, ligeramente distinta a lo que han hecho hasta la fecha, pero al mismo tiempo más de lo mismo. No existía mejor forma de presentar a Leyre, además de la inteligentísima campaña de publicidad que han venido haciendo los últimos meses en TV para darla a conocer (como el famoso anuncio de champú del que ella es imagen). Pero el disco solamente empieza ahí.

El mejor tema del disco, que me ha dejado con la piel de gallina por la preciosa y tierna historia que en él se cuenta, es el tercer corte: Jueves. Es una canción maravillosa que engancha y no se puede dejar de escuchar, y espero que se convierta en un Hit del grupo. Luego hay temas más marchosos pero que no abandonan esa sensación de deliciosa ñoñez, cuyo máximo exponente es Europa VII, con reminiscencias nostálgicas (parece que usen un sample de Cuéntame cómo te ha ido), seguido de cortes comerciales y pegadizos como Inmortal, Más, La visita, Un cuento sobre el agua... También destacan sobre las demás la deliciosas Cumplir un año más y La primera versión, de las más pegadizas y tiernas del elepé. El bonustrack oculto tras esta, Pequeños momentos, también es un tema harto bueno.

En cuanto a Leire: alucinante. No han podido coger una persona mejor para sustituir a Amaia. Su voz es harto parecida a la de esta (hay momentos en los que jurarías que es ella), aunque algo más consistente (menos nasal) y con un punto personal que las diferencia. Cuando la escuchas interpretar Jueves sientes su ternura y sobriedad. Y, todo hay que decirlo y aunque no venga a cuento respecto al disco, es mucho más guapa, tiene mejor presencia y habla mejor que Amaia Montero (a la cual, insisto, le deseo lo mejor en solitario).

Así que, en resumidas cuentas, os invito a todos a ir al Astoria. Este disco tiene muchos méritos para el grupo, sin duda, y ha aprobado la dura prueba con nota, pero el mayor de los méritos reside en haber devuelto la ilusión a los fans que han disfrutado hasta la fecha con sus canciones. Así que desde aquí doy la enhorabuena a Xabi, Pablo, Haritz y Álvaro junto a la preciosa Leire por haber conseguido eso conmigo. Por muchos años más, chicos.

Un abrazo.


Hace un año...