28 de febrero de 2006

¡Hola! Me llamo congestión

¿Qué tal, Dani?. Mi nombre es Congestión. Normalmente también me llaman Trancazo o Resfriado. Me he decidido a ser tu mejor amigo en los próximos días te guste o no, porque soy así de puñetero. ¡Si es que estoy muy solito!.

Ya, ya lo sé, no me eches la bronca, soy un poco pesadito. Desde hace un par de sábados en que empecé a manifestarme con algo de dolor de pecho, no te he dejado ni a sol ni a sombra. Es más, parezco como ese compañero un poco loco del cole que se obsesiona contigo y te acompaña a todas partes porque no tiene nada mejor que hacer.

El viernes pasado parece que te decidiste a darme largas empezando a medicarte, pero te aseguro que soy muy testarudo y no vas a librarte de mi tan fácilmente. Soy peor que Glenn Close en Atracción fatal. Tú y yo estamos hechos para estar juntos.

Si no puedes ser mío, no lo serás de nadie. Por eso no has podido salir apenas en los últimos días, A día de hoy sé que no te puedes liberar de mi presencia, que tienes la nariz taponada, que te cuesta respirar, que te duele mucho la cabeza y que apenas puedes concentrarte frente a la pantalla. ¡Como si no tuvieras ya bastante con peticiones absurdas por parte de tus superiores y un exceso de presión en general a nivel laboral!. Estás en días en que desearías que las horas tuvieran 90 minutos, y encima tienes que cargar conmigo. El sueño tampoco te ayuda mucho, ¿verdad?. Y como ya apenas tomas café, más aún. Pues chico, lo siento, qué quieres que te diga. La vida es dura.

Siento que me debilito. ¡Maldito Algidol!. Acabarás ganando la batalla, pero desde luego no pienso dejarme vencer fácilmente. ¡Sufre, maldito!.

27 de febrero de 2006

¡Por fin llega El castillo ambulante!


Hay días en los que, sorprendentemente, te llegan noticias fabulosas de forma inesperada. No comprendo muy bien cómo no me he enterado hasta hoy mismo de que nada más y nada menos que el próximo viernes día 3 se estrena en España lo último de mi adorado Hayao Miyazaki, How's moving castle, que aquí se va a llamar El castillo ambulante.
La película tiene una trayectoria de distribución poco acertada, pues se estrenó nada menos que en 2004 en Japón, y aquí ha tardado una auténtica barbaridad en aparecer. Algo, a mi gusto, incomprensible, ya que su anterior trabajo, El viaje de Chihiro, fue un auténtico éxito de crítica y público en España y en buena parte de Europa. La película está nominada al oscar a mejor película de animación.
Siempre, desde que era niño, he adorado las películas de Miyazaki. Cuando era pequeño me fascinaba Porco Rosso, Mi vecino Totoro... al margen de producciones tardías en aparecer en España como la maravillosa El castillo en el cielo o Nicky la aprendiz de bruja, o las más que increíbles producciones recientes La princesa Mononoke o la citada El viaje de Chihiro. Me muero de ganas de ver esta película desde hace mucho tiempo y todo el que me conoce un poco lo sabe, así que iré casi sin demora a verla en cuanto tenga un momento. Me he resistido a conseguir esta película por otros medios, porque es algo muy especial para mi. Quizá la película me decepcione, pero hasta las películas más raras de este adorable señor me han encantado.
Todas las películas de Ghibli Studio tienen algo especial. A las que ya he mencionado no puedo sino dejar de recomendar la excesivamente dramática La tumba de las luciérnagas, que acongoja como pocos filmes he visto en mi vida.
¡¡Bienvenido de nuevo, Miyazaki-San!!
Un abrazo.

La sensibilidad de una gran canción

La verdad es que no es una canción que haya descubierto (ni de lejos) recientemente, pues llevo ya algunos meses escuchando el que es el último single del británico James Blunt, el temazo Goodbye my lover, pero tengo que reconocer que, por alguna razón, cuando volvía anoche a casa comenzó a sonar esta canción en el coche y, de algún modo, llegó a tocar mi corazón fuertemente.

Con el sencillo pero poderoso acompañamiento de un piano, y la peculiar voz de Blunt, arranca una canción que va ganando en fuerza e intensidad, llegando a transmitir una sensibilidad abrumadora, casi desgarradora, como el tema que trata la canción. Aunque a priori parece que la letra es negativa, no tuve esa impresión cuando la escuché (y repetí). Al contrario, me pareció un auténtico ejercicio de fuerza, de sentimiento en estado puro, y en su mayor parte una declaración de principios, una revelación de sinceridad, algo absolutamente positivo. A veces pasa que aunque escuchas algo mil veces, tienes que escucharlo mil y una para que de repente consiga atravesar ese algo que impide a esa melodía de alcanzar tu interior.

Supongo que todo esto tiene relación con los post de los últimos días... tengo la sensibilidad a flor de piel y sin embargo no me siento nada frágil.

He aquí la letra de Goodbye my lover:

Did I disappoint you or let you down?
Should I be feeling guilty or let the judges frown?
'Cause I saw the end before we'd begun,
Yes I saw you were blinded and I knew I had won.
So I took what's mine by eternal right.
Took your soul out into the night.
It may be over but it won't stop there,
I am here for you if you'd only care.
You touched my heart, you touched my soul.
You changed my life and all my goals.
And love is blind and that I knew when
My heart was blinded by you.
I've kissed your lips and held your head.
Shared your dreams and shared your bed.
I know you well, I know your smell.
I've been addicted to you.

Goodbye my lover.
Goodbye my friend.
You have been the one.
You have been the one for me.

I am a dreamer but when I wake,
You can't break my spirit - it's my dreams you take.
And as you move on, remember me.
Remember us and all we used to be.
I've seen you cry, I've seen you smile.
I've watched you sleeping for a while.
I'd be the father of your child.
I'd spend a lifetime with you.
I know your fears and you know mine.
We've had our doubts but now we're fine,
And I love you, I swear that's true.
I cannot live without you.

Goodbye my lover.
Goodbye my friend.
You have been the one.
You have been the one for me.

And I still hold your hand in mine.
In mine when I'm asleep.
And I will bear my soul in time,
When I'm kneeling at your feet.

Goodbye my lover.
Goodbye my friend.
You have been the one.
You have been the one for me.

I'm so hollow, baby, I'm so hollow.
I'm so, I'm so, I'm so hollow.



Y ahora la traducción correspondiente, más o menos fidedignamente:


¿Acaso te defraudé o te hice sentir mal?
¿Debería sentirme culpable o dejar que los jueces frunzan el ceño?
Porque vi el final antes de que hubiéramos empezado.
Sí, vi que tú estabas cegada y yo sabía que había ganado.
Así que tomé lo que es mío por pleno derecho,
Llevé tu alma hacia la noche.
Puede que se haya terminado, pero aquí no termina nada.
Estoy aquí por ti, si tan solo te molestaras en verlo.
Tocaste mi corazón, tocaste mi alma.
Cambiaste mi vida y todas mis metas.
Y el amor es ciego y yo lo sabía cuando
Mi corazón se cegó por ti.
He besado tus labios, he cogido tu mano,
Compartido tus sueños y compartido tu cama.
Te conozco bien, conozco tu olor.
He sido adicto a ti.

Adiós, amante mía.
Adiós, amiga mía.
Has sido la única.
Has sido la única para mi.

Soy un soñador, pero al despertar
No puedes quebrar mi espíritu – son mis sueños lo que te llevas.
Y mientras te marchas, recuérdame,
Recuérdanos a nosotros y todo lo que solíamos ser.
Te he visto llorar, te he visto sonreír.
Te he visto dormir muchas veces.
Sería el padre de tus hijos.
Pasaría toda una vida contigo.
Conozco tus miedos y tú los míos.
Hemos tenidos nuestras dudas y ahora estamos bien,
Y te quiero, te juro que eso es cierto.
No sé vivir sin ti.

Adiós, amante mía.
Adiós, amiga mía.
Has sido la única.
Has sido la única para mi.

Y aún sostengo tu mano en la mía
En la mía, cuando estoy dormido.
Y portaré mi alma dentro de un tiempo,
Cuando me arrodille a tus pies.
Adiós, amante mía.
Adiós, amiga mía.
Has sido la única.
Has sido la única para mi.

Estoy tan vacío, cariño. Estoy tan vacío.
Estoy tan, tan, tan vacío...


Un abrazo.

26 de febrero de 2006

Un metafísico anuncio de colonia


Madre del amor hermoso qué suplicio fue tener que ver la última película de Terrence Malick, El nuevo mundo, protagonizada (en estricto orden de importancia) por la desconocida y preciosa Q’Orianka Kilcher, a la cual acompañan como perfectos secundarios el famoso Colin Farrell y el atractivísimo Christian Bale.

Ya desde el principio se nota el sello inconfundible de Malick que tan famoso le hizo en La delgada linea roja, dando una importancia desmesurada al poder de las imágenes y la música. Al principio dices jo, que bonito pero después de estar las casi 2 horas y 20 minutos que dura la película viendo como 100.000 planos de la SteadyCam recorriendo el puto río mientras anochece con los arbolitos al fondo, los 400.000 planos contrapicados de los árboles con la luz del sol dejándose entrever entre ellos, o las 100.000 veces que ves cataratitas y rocas, al final te acabas aburriendo. Eso por no hablar de los momentos me gusta ser mujer de la protagonista de la película (que pese a saber que es Pocahontas, es un nombre que no se menciona nunca), y de las 100.000 veces que ves a los indios haciendo el idem por los campitos de trigo y blablabla.

Acción, poca. Diálogos, menos. Las palabras se miden hasta el extremo y se hace un uso abusivo de la voz en off. Eso sí, metafísica hay para parar un tren. Que si somos cono la hierba, que si los hombres crecen como los árboles, que si dónde estás, madre… zzzzzzzz.

La historia no engancha, el pulso narrativo sufre de un grave problema de continuidad (a Malick le encanta meter planos de esos de anuncio de colonia hasta cuando hay una conversación directa entre dos personajes). Los actores están insulsos y sólo tiene interés la exótica belleza de Q’Orianka Kilcher y la arrebatadora sonrisa de Christian Bale, cuyo personaje es el colmo de la sabiduría, comprensión y bondad. Luego está el hecho de que hablen de los indios como seres que no saben de maldad (ni siquiera tienen palabras en su idioma para hablar de envidia, codicia, etc…) y sin embargo no veáis qué leña reparten. Mención aparte tiene el hecho de que haya 38 personas en un fuerte, y en un ataque de los indios caigan 60…

Con todo, la película no puedes calificarla de mala, porque aunque está rodado en un puñetero bosque que podría ser cualquiera (salvo alguna parte en Inglaterra, el resto es un descampado, y algunos poblados entre los árboles), el maquillaje, vestuario, montaje, etc… es de primera calidad. La fotografía es espectacular aunque llegue a aburrir de tanto uso y abuso de paisajes idílicos, y la música de James Horner es muy buena aunque a veces tenga tufillo a Braveheart (en más de un momento parecía estar escuchando el principio del Main title de la película mencionada).

Conclusión: si te apetece ver un anuncio de colonia de dos horas, ve a ver esta película que, si por algo destaca, es por tediosa pese a su más que evidente belleza y peculiar poesía inherente. Al menos, en mi opinión.

Un abrazo.

¡Vaya panda de Gei-shas!


Ya que no hemos podido salir este fin de semana entre pitos y flautas, y ya que nos habíamos preparado el disfraz, anoche decidimos Jose, Miguel y un servidor cenar en mi casa y de paso hacer el chorra con los disfraces de Geisha que habíamos preparado. Viendo la foto, creo que sobran los comentarios... lo pasamos genial haciendo el tonto por la casa con los disfraces, mientras mi madre nos miraba atónita.
Incluso llegamos a repartirnos los papeles de Memorias de una Geisha... Jose pidió ser Calabaza, Miguel era Mameha y yo... bueno, más bien ellos decidieron que yo debía ser Hatsumono. En fin, cosas que pasan. Faltaba Sayuri, que estaba trabajando... ¡qué se le va a hacer!.
Pero ojalá todas las veladas fueran tan divertidas como la de anoche, jajaja...
Un abrazo.

25 de febrero de 2006

Te quiero, parte 2

Anoche estaba en casa tranquilamente metido y de repente me dio por escribir las empalagosas (pero maravillosas) frases que tenéis publicado en el post de ayer. Ahora al releerlo me estoy dando cuenta de que es el colmo de la ambigüedad, y quizá esa fuese mi primera intención cuando lo escribí.
Veréis: cuando me pongo en plan sentimental, soy una persona excesivamente trascendentalista y me pongo a exhaltar la magnificencia de las cosas más insignificantes. A mi, personalmente, es un rasgo de mi personalidad que me encanta, porque creo que tiene más connotaciones positivas que negativas. Entiendo que a veces, no obstante, parece que haga o diga cosas que están absolutamente fuera de contexto o no tienen sentido. No es así. Cada cosa que digo o algo siempre tiene un móvil, un motivo, una razón.
Los Te quiero de ayer no eran para una sola persona. Me encontraba sólo en mi habitación escuchando algunas baladas de Kelly Clarkson y de repente, como si nada pudiera contenerme, abrí el Word y empecé a escribir lo de ayer. Sin pensar mucho en lo que ponía cada linea, dejándome llevar por lo que me inspiraba escribirla.
Supongo que lo bonito sería que todos esos Te quiero fueran dirigidos a una única persona. Pero no es así. Ni falta que hace. De hecho, dista bastante de estar dirigido a una sóla persona. El simple hecho de querer algo de alguien alejado del puro interés es algo muy bonito, el acto de querer en sí. Ayer es lo que intentaba expresar. Aunque suene muy ridículo, absurdo, tonto... bueno, podéis llamarme lo que queráis, pero me encanta estar tan lleno de amor.
¡Soy un maldito romántico, un maldito sentimental!. Y que dure mucho, por favor.
Un abrazo.

24 de febrero de 2006

Te quiero

Te quiero porque al pensar en ti mi corazón se llena de alegría
Te quiero porque tu arrebatadora sonrisa me sonroja
Te quiero porque tu presencia es más cálida que el sol
Te quiero porque el mundo está más necesitado de personas como tú
Te quiero porque me quieres
Te quiero porque me aceptas tal y como soy
Te quiero porque aceptas la forma en que te quiero yo
Te quiero por aguantar mis rabietas
Te quiero por acompañarme en lo bueno
Te quiero por acompañarme en lo malo

Te quiero cuando ríes
Te quiero cuando lloras
Te quiero cuando estás feliz
Te quiero cuando estás enfadado
Te quiero cuando amas
Te quiero cuando odias
Te quiero cuando caminas o estás sentado
Te quiero cuando lo haces todo y no haces nada
Te quiero cuando te miro
Te quiero cuando me miras

Te quiero mientras duermes
Te quiero mientras estás despierto
Te quiero mientras estás cerca
Te quiero mientras estás lejos

Te quiero por todas tus virtudes
Te quiero por todos tus defectos
Te quiero por hacer mi vida más dulce
Te quiero por hacerme ver que tu vida es más dulce gracias a mí

Te quiero por lo que eres
Te quiero por lo que significas
Te quiero por todo lo que te rodea
Te quiero por tus ojos
Te quiero por tus palabras
Te quiero por tu corazón
Te quiero por tu bondad
Te quiero por tus arrebatos
Te quiero por el sonido de tu voz

Te quiero por devolverme a la vida tras estar en el infierno
Te quiero por enseñarme lo que es vivir

Te quiero porque te quiero.
Te quiero porque sí.
Te quiero porque así tenía que ser.

Y sobre todo,

Te quiero por ser tú la persona capaz de que alguien como yo sea capaz de escribir estas palabras.

23 de febrero de 2006

Una Reese muy legal


Ayer fui a ver Walk the line (o En la cuerda floja, traducción al castellano), nombre inspirado en una canción de Johnny Cash, protagonista absoluto la película la cual gira en torno a su vida, alegrías y penas.

Sinceramente, me pareció un producto extremadamente americano y hace mucho que no recordaba tanto tópico uno tras otro. Es una película realmente vendible, e insulsamente sensiblera, de esas que buscan la complicidad del público en todos los sentidos.

Cuando me refiero a tópicos de esos que hacen que el protagonista entre en tu corazoncito, me refiero a TODOS los que uno se puede imaginar en todas las escenas de la película. Es previsible hasta decir basta. Lo siguiente que voy a poner es un spoiler total, así que si queréis ver esta película, no lo leáis, aunque desde luego tampoco hay mucha sorpresa que desvelar.

INICIO DEL SUPER-SPOILER

Johnny vive en el campo ayudando a sus padres. Tiene un hermano mayor adorable y bueno que fallece trágicamente. Su padre (alcohólico, por supuesto) no deja de recordarle que Dios se ha llevado al hijo equivocado, y blablabla. Johnny crece, va al servicio militar (donde empieza a componer canciones sobre la vida), vuelve, se casa con una chica que apenas ha conocido y tiene una niña. Entonces ocurre lo típico: forma una banda con un par de mataos y sueña con grabar un disco. Por supuesto, todo empapado de una gran cantidad de problemas económicos, el drama de ser muy pobres pero con la ilusión de querer alcanzar un sueño, blablabla. Entonces llegan a la audición de marras y el productor, tan majo él, hace que Johnny saque la inspiración de dentro y haga un temazo de esos que llegan al alma. El éxito es inmediato, empiezan las giras, blablabla... la mujer espera un segundo hijo, y empieza el drama de no estar nunca en casa con sus niñas, le tientan las fans, las drogas, conoce a Elvis y a otros cantantes famosos de la época... y entonces llega June Carter, interpretada por Reese Whitherspoon, lo mejor de la cinta. Desde el principio sabes que van a acabar juntos, y por supuesto entra el drama personal de ella, con todos acusándola de ser una mala cristiana por haberse divorciado, blablabla... en fin, y el resto ya se puede imaginar: Johnny se divorcia, cae en un infierno de drogas, del cual saldrá gracias al amor maravilloso y bondadoso de June, y finalmente comerán perdices pese a todos los baches de la vida. Incluso al final te salen la típica leyenda de lo que pasó con ellos y te enteras de que murieron hace poco, claro... con una frase de lo más manida: June falleció en marzo de 2003 y Johnny la siguió cuatro meses después. Porque claro está, esto es una película de amor.

FIN DEL SUPER-SPOILER

Tras este destrozo que he hecho (que no lo creo como tal), me reitero nuevamente en que el problema básico que tiene esta película es el exceso de tópicos agradables al espectador que, por otro lado, hacen más llevadero el tedioso ritmo que tiene durante el nudo. La película es más que aceptable, siendo lo más destacable las letras de las canciones. Yo no conocía nada de nada a Johnny Cash, pero entiendo que han dado mucha importancia a temas como Ring of fire, la citada Walk the line o Cry, cry, cry. Se pasan media película cantando en lo que parece siempre el mismo escenario. Es un musical muy atípico, para entendernos.

Pero vamos a sacar las virtudes de la película, y esta reside básicamente en los actores principales. Joaquin Phoenix está soberbio y realmente creíble, especialmente en las partes que se hace patente su adicción a las drogas, empieza a destrozar todo, o se muestra desesperado. El problema del personaje es que no escapa a los tópicos mencionados, resultando en su conjunto realmente plano.

Y por fin llego a lo que realmente me ha encandilado de la película: la adorable Reese Witherspoon. Su personaje de June Carter eclipsa completamente al de Johnny Cash por sus muchísimas virtudes: simpatía espontánea y natural, delicadeza y dramatismo. Está tan maravillosa en todas sus escenas que lo único que te apetece cada vez que la ves es darle un afectuoso beso en la frente y abrazarla. ¡Quién me lo iba a decir a mi cuando protagonizó esas petardadas divertidísimas de Una rubia muy legal!. No me extraña que haya sido nominada a mejor actriz: desde luego, está francamente RADIANTE. Tan solo por verla merece la pena ver esta película. Es una pena que yo ya tenga una clara favorita para los Oscar, la todoterreno Felicity Huffman, a quien tras ver en Transamerica haciendo de adorable travesti, creo que se merece todos los premios y más. Aunque me da a mi que la pugna estará entre estas dos actrices, la verdad. Es muy posible que se lo den a Reese, pues tampoco le anda a la zaga.

En resumen: si la temática de cantante-drogadicto-redimido-por-el-amor-basado-en-hechos-“reales” no os va demasiado, no veáis Walk the line. Es, además, una americanada en toda regla, pero bien rodada y mejor interpretada. Para entendernos, esto no es Una mente maravillosa. Yo, por mi parte, he salido satisfecho, salvo quizá por el tedioso nudo de la película.

Un abrazo.

22 de febrero de 2006

Cada día, un poco más Neo


La foto que ilustra este comentario corresponde a mi mesa de oficina en el día de ayer. ¿Por qué me decidí a hacer una foto de semejante engendro?. Porque de repente recordé una escena de la película Matrix, la primera de ellas, en la cual su protagonista Thomas Anderson (alias Neo) aparecía en su apartamento rodeado de ordenadores, cables y discos magneto-ópticos. Un auténtico Freak enganchado a la red, al mundo del Hacking y absolutamente incapaz de desconectar, literal y figuradamente.

Así me siento yo muchas veces. Sólo tenéis que fijaros, por ejemplo, en la disposición de la foto: nada menos que CUATRO ordenadores, cada uno con un propósito concreto y no exento de utilidad laboral o personal. Al margen está toda la parafernalia de discos duros externos, una red que me permite comunicarme con muchísimos más equipos, y cientos de tareas que ejecuto en segundo plano con una precisión milimétrica que puede ir desde mandar un correo electrónico a un grupo de personas de la corporación, pasando por scripts de consultas masivas de datos, o el debugging de las más de 90.000 líneas de código que posee uno de los múltiples programas que he hecho para mi empresa.

Normalmente paso en este entorno mis 10-12 horas diarias, y mentalmente resulta agotador. En su contrapunto diré que la excitación intelectual que nunca falta en este tipo de desempeños es algo que personalmente me gusta, cual droga nociva y adictiva. De hecho, cuando llego a casa no es raro verme delante de la pantalla del ordenador una vez más, en el cual baso casi todo el ocio audiovisual que tengo en mi hogar. Un día de estos ya pondré alguna foto de mi Home Theater PC.

Hace algunos años, esta adicción informática no conocía límites. Pasaba días y días encerrado en casa con el Chat, sin abandonar apenas la pantalla del ordenador. Hablo de cuando tenía entre 16 y 20 años, más o menos, cuando mi mayor ocupación era ir al instituto o salir a la disco con mis coleguillas de entonces.

Actualmente las cosas han cambiado sustancialmente, y no sólo en lo que respecta a mi vida o mi propia persona. Me tomo mi trabajo de una manera mucho más sosegada... cuando se me permite, que es más bien pocas veces. Si estoy donde estoy es porque así lo elegí en su momento y batallé por ello. Mentiría si dijera que no soy feliz laboralmente hablando, porque desde luego no es así. Ayer me comentaba un amigo virtual que estaba harto de tener poco trabajo (es un Freelance), y yo pensé es mucho peor la inactividad que el exceso de la misma, al menos para mi. Y así lo creo. Evidentemente nada llevado a extremos puede ser positivo, pero la estimulación mental mencinada anteriormente es imprescindible para mi. De lo contrario, al igual que el cuerpo que permanece siempre parado, se atrofia.

Pero creo que me he ido por las ramas, para variar: lo que quería decir con que las cosas han cambiado sustancialmente me refiero a que ahora necesito dar mis paseos tranquilamente, andar, ver a gente, olvidarme de que existen los ordenadores. Todo ello sin obviar el hecho de que no puedo vivir sin uno, de que no concibo la vida sin Internet. ¿Ironía?. No, no lo creo... supongo que intento explicar que cada vez más encuentro el equilibrio entre lo real y lo virtual, al menos interiormente.

Porque sí, en la práctica ahora es cuando más horas paso al día delante de una pantalla en toda mi vida. Y lo peor es que encima me encanta. A cada momento que pasa me convierto un poco más en Neo. Estoy enchufado a Matrix y no puedo desengancharme. El trabajo me lo impide. Y si no es el trabajo, a veces yo mismo soy quien pone las barreras que me encadenan.

Laboralmente hablando, y si existe algún lugar llamado paz, estoy muy lejos de él. Y lo peor es que encima me gusta esta situación. ¿Seré un suicida?. ¿Seré un Workoholic, que dirían los ingleses?. ¿O simplemente soy otro Freak como Neo?.

Un abrazo.

21 de febrero de 2006

La mirada de Jack


Si hay algo, una escena en concreto que me haya impactado de la última película de Ang Lee, es la mirada de Jake Gyllenhaal en una escena muy concreta de la película. Jake es Jack Twist, un joven Cowboy (o más bien pastor) que se reune con Ennis del Mar, interpretado por Heath Ledger, en la montaña Brokeback para cuidar las ovejas del tacaño Joe Aguirre en el verano de 1963. Allí, ambos descubrirán que lo que sienten el uno por el otro va más allá de la simple amistad. Y este conocimiento se convertirá poco a poco en bálsamo y tortura para sus almas en años venideros.

Aunque yo no creo que Brokeback Mountain sea la aclamadísima obra maestra de la que todos hablan, sí que es a todas luces un pequeño tesoro que se engrandece con cada visionado que te dignas a darle. Así pues, aunque vi la película en versión doblada hace ya un mes, recientemente he tenido la oportunidad de volverla a ver en versión original y la he disfrutado muchísimo más. El acento de Heath Ledger, por ejemplo, en la versión doblada hace parecer que el pobre tiene algún tipo de incapacidad mental. Asimismo, no mencionaré otras cosas que se han cargado o tergiversado en el doblaje, porque me enciendo de mala manera.

Volviendo a la escena que nos ocupa, haré una pequeña descripción de la misma. No diré dónde o cómo ocurre esta escena para no arruinar la película a quien no la haya visto, pero tengo la necesidad de explicar cómo me sentí al verla. Esta es la magia del cine: una pequeña y sencilla secuencia que, en un par de planos bien rodados, una mejor interpretación por parte de los actores y la perfecta combinación del conjunto junto con la fabulosa partitura de Gustavo Santaolalla, hacen que surjan de tu corazón incontables e intensas emociones llenas de ternura y belleza.

Un amanecer más en Brokeback, Jack permanece de pie medio adormecido, mientras Ennis se acerca a él por la espalda y le da un cálido abrazo, mientras le dice Estás durmiendo como los caballos, de pie. Jack no dice nada, aunque su expresión lo dice todo. Entonces, Ennis le comunica que se marcha (toca cuidar a las ovejas), que se verán por la noche, y monta su caballo. Mientras Ennis se aleja del campamento, es entonces cuando sucede: Jack le observa alejarse con una mirada llena de amor inocente, puro, y se puede ver reflejado en sus ojos la ilusión, la alegría, la emoción desbordante que aflora en su corazón. No pude evitar llorar la primera vez que vi este plano y tampoco he podido evitarlo la segunda vez. Y es que no puedo: me desborda la sensación que invade a Jack, sentir que quiero poder mirar a través de sus ojos.

Todos tenemos una idea más o menos idolatrada de lo que debe ser sentir algo tan hermoso por alguien. Todos queremos o tenemos la necesidad de AMAR. Y muchos, antes o después, acabamos mirando del mismo modo que Jack al observar a Ennis. Yo lo he sentido. Una sola vez, pero lo he sentido. Ni las estrellas más brillantes del firmamento se pueden comparar a nuestra mirada cuando podemos y tenemos la capacidad de observar a alguien como si fuera algo por encima de lo terrenal, como si fuera el tesoro más preciado de todo el universo, cuando el corazón nos dice sin dudarlo un segundo que daríamos nuestra vida por esta persona.

No digo esto con sentimiento de pena, en absoluto. Lo que intento decir, supongo, es que una de las cosas más hermosas que nos depara la vida en algún momento de la misma y que se presenta sin avisar, es poder mirar como Jack. Y todos deberíamos tener esa mirada, en algún momento de nuestra existencia, porque es el sentimiento más eterno y cálido que existe. Y hasta que se presenta en verdad tan sólo podemos imaginarnos cómo es. No tiene nada que ver, creedme.

Muchas gracias, Jack, por recordarme que esa mirada existe, que existió, que puede volver a aparecer. Puedo decir con orgullo que al menos una vez en la vida he podido amar. Y me quedo con eso. Lo demás es solo la esencia de la vida, tal y como es la aparición de este tipo de sentimientos. ¡¡Y ojo!!. Por vez primera hablo de este tipo de cosas sin sentimiento de congoja o de dolor. Me siento muy feliz. Gracias a ti por haber sido la persona que me hizo ser capaz de mirar así. Ya te lo dije en la cima del Empire State: todos nuestros momentos nos pertenecen y nada nos los quitará jamás.

Finalizo diciendo tres cosas: la primera, que recomiendo a todo el mundo que vea esta deliciosa película. La segunda, que odio tener que escuchar comentarios homófobos en mi oficina del tipo ¿La peli de los maricones?. Yo no voy a ver a un par de invertidos. Y la tercera, un poema que leí anoche en el libro La novela de Genji que tiene mucho que ver con lo que he dicho en el párrafo anterior.


Nosotros que nos juramos tantas veces
que sólo la muerte nos separaría,
hemos sido testigos de cómo la vida
ha frustrado nuestras promesas.


Esto mismo se podría aplicar a Jack y Ennis. Eso mismo se puede aplicar a mucha, mucha gente. Eso mismo se puede aplicar a mi. Y aún así, ¿qué sería la vida sin estas cosas?. Algo tan estéril como el más absoluto de los vacíos, la personificación de la nada.

Un abrazo muy fuerte.

20 de febrero de 2006

Bienvenidos al newsletter de mi vida

Bueno, ya llegó de nuevo el lunes. La semana no podría empezar mejor... me he levantado antes para venir a clase de Inglés, sólo para descubrir que la profesora no había venido por estar metida en un atasco. Para más inri, se ha ido la luz de buena parte del edificio: no hay posibilidad de tomarse nada caliente para empezar el día, hace un frío mortal y mientras escribo estas líneas estoy enfundado en un forro polar (gracias por regalármelo, Sergio) rodeado de un silencio absoluto. No hay música puesta para animar la mañana porque no me toca esta semana... y lo peor de todo es que no tengo red ni nada que me permita trabajar decentemente. De ahí que esté ahora mismo aprovechando el tiempo para escribir esto en un documento de Word y publicarlo posteriormente (a saber cuándo será eso posible). Lo más terrible de este aciago comienzo de semana es que me encuentro bastante jorobado físicamente: me duele el pecho y siento malestar general, y el frío que tengo, calado hasta los huesos, no ayuda. Tengo los pies congelados, y eso no me augura nada bueno para el resto del día o la semana.

Ya ha terminado una de las semanas más largas que recuerdo últimamente. El fin de semana ha sido largo o corto dependiendo del punto de vista en que se mire, porque han pasado tantas, tantas cosas... cuando empecé a vivir el día a día estos últimos siete, nada me podía preparar para la tormenta de emociones chocantes e impactantes que se avecinaba. El martes fue un día clave, en el cual algo cambió en mi interior, como un dispositivo electrónico que pasa del OFF al ON en tan sólo una milésima de segundo. Desde ese día, la angustia que me acompañaba desde que volví a la soltería se esfumó en muy buena parte. Y ese sentimiento de esperanza, de recuperación, o simplemente de NO sentir nada negativo no me ha abandonado. ¡Es fabuloso!.

Podría contar muchas cosas que he hecho este fin de semana que me han dejado extremadamente sorprendido (para mis adentros), y sobre todo podría hablar de muchas emociones vividas, pero tampoco me apetece hacerlo. No al menos de forma escrita y mucho menos por este medio... más adelante entenderéis por qué. Me he dado cuenta de que no estoy tan seguro acerca de muchas cosas que creíque tenía claras en mi interior, que aún hay algunos aspectos (y sobre todo situaciones) que pueden llegar a afectarme de forma positiva, como un niño que empieza a descubrir la vida adulta, o como un adolescente estúpidamente embriagado por el descubrimiento de la primera sensación de amor.

Yo no estoy enamorado de nadie (bueno, no voy a ser tan cínico: es muy posible que aún lo esté, aunque prefiero no regocijarme en ese pensamiento), ni ganas que tengo de enamorarme de nuevo ahora mismo, pero me gusta establecer el paralelismo de encontrar el amor de tu vida con el de reencontrar el amor a sí mismo. Ya, ya lo sé: me reitero muchísimo hasta extremos pedantes siempre en las mismas cosas, pero no puedo evitarlo: me siento BIEN por primera vez en meses, y la euforia puede conmigo. A esto contribuye que el viernes pasado tuve un momento profesional realmente emocionante, que me dejó un muy buen sabor de boca.

En fin... en todo caso, la semana pasada ya ha quedado atrás. Ahora empieza una nueva y espero que mucho más normal. Me gustaría comentar algo que me pasó precisamente el viernes pasado y que me enfadó muchísimo. Me da igual que la persona a la que me voy a referir lea esto, porque ya le hice saber cuánto me disgustó lo que dijo acerca de este Blog. Lo que dijo exactamente fue bueno, no pasa nada si no nos vemos en unas semanas, porque para eso ya tengo tu blog.

Yo me quedé estupefacto. ¿Qué es eso de ya tengo tu blog?. ¿Puede una amistad ser sustituida por un puñado de comentarios escritos?. A mi me parece que no, a menos que la otra parte considere la amistad un montón de parafernalia, en muchos casos absurda, publicada en Internet.

Pues ya lo digo y aviso a todo lector de este blog: es cierto que, innegablemente, leer estas líneas es como tener un Newsletter de mi vida con cierta asiduidad, sobre todo por el enfoque personal que yo le doy, pero de ahí a sustituir todos los matices de una amistad del día a día por esto hay un auténtico abismo. Además, no es lo mismo en el caso de personas que se conocen desde su origen por este medio a aquellas que se supone que están en tu día a día como algo más que una amistad virtual.

No señores, no... el Dani de estas páginas NO es el Dani que os encontráis en persona, con el que veis una película, con el que reís, tomáis una Pizza, salís de marcha, tomáis un café, lloráis, os peleáis, habláis por teléfono...

Si os consideráis verdaderos amigos míos del día a día, considerad este blog como lo que es. Si no obstante os basta con él, entonces es que no sois tan amigos míos. Así lo digo y así lo pienso. Evidentemente, esto no va dirigido a personas como Rafa, Manu, F... (entre otros) porque este es el medio por el que nos hemos conocido y por el cual evolucionamos la relación... sino a todos los que pueden y deben tener la obligación de cultivar la amistad por otros derroteros.

Si queréis que os quiera, queredme. La reciprocidad es la clave de todo.

He dicho.

Un abrazo.

16 de febrero de 2006

¡Qué bonito es mi VAIO!


Estoy emocionadísimo. Por fin me ha llegado mi flamante nuevo portátil Sony Vaio. Es una auténtica cucada, y aunque soy consciente de que hay cosas mejores en el mercado actualmente, no me puedo quejar: es potente, ligero, pequeñito (13,3 pulgadas), buena resolución WXGA (y además no veas qué bien soporta el video HD a 720p... aún no he probado el 1080p).
¡¡En fin, un juguetito nuevo que va a hacer mis delicias!! ¡¡Yuju!!.
Un abrazo.

15 de febrero de 2006

Regreso a los orígenes

No hay nada más bonito en este mundo que andar por la calle, sea la hora que sea, notando el espíritu ligero y la moral alta. Anoche paseaba feliz por la Gran vía casi a las 2 de la madrugada, acompañado de mi inseparable iPod, mientras mis ojos contemplaban por enésima vez ese pequeño rincón de Madrid que siempre ha sido tan especial para mi. El paseo fue relativamente breve, pero me apetece mucho expresar, pues ahora mismo está muy vívido en mi mente, que hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien. Me daban ganas de dar saltos, de sonreir (creo que de hecho no dejé de hacerlo todo el camino), de decirle al mundo que estoy contento (cual anuncio de compresas, jajaja).

Al coger el coche, me dirigí a casa a tomarme un merecido descanso tras un día extraño, sorprendente e inesperado. ¡Quién me iba a decir a mi que el día terminaría como terminó cuando me desperté por la mañana!. Mientras recorría una vacía Avda. de Ciudad de Barcelona, en el CD que en ese momento tenía puesto (música de Bandas sonoras) comenzó a sonar el Turandot Nessun Dorma a todo volumen. Me sentí como Javier Bardem en la famosa escena de Mar adentro donde aparece esta preciosa pieza musical. Y como un idiota me puse a llorar en el coche... pero no fue un llanto ominoso ni triste... todo lo contrario, me sentí increíblemente vivo.

¡Empiezo a sentirme muy bien!. Y no solo me siento feliz por mi (que lo hago), sino sobre todo por todos aquellos que han sentido y padecido mi negatividad en las últimas semanas. No, no era justo para ellos. Nuevamente podrán ahora y cada vez más disfrutar de mi sin dramatismos exagerados.

Regreso a mis orígenes. Vuelvo a ser YO.

13 de febrero de 2006

Muchas, MUCHAS felicidades

Muchísimas felicidades, F. Con todo mi corazón. ¡Te lo mereces!.
Estas palabras llegan un día antes de cuando debieran, pero yo no tendré mañana ninguna para nadie. ¡Que esa negatividad mía no empañe la culminación, el fin de un camino, el principio de otro, la realización de un largo proyecto!.
Una vez más, FELICIDADES.

7 de febrero de 2006

El campo de tiro

Me resulta tremendamente sorprendente comprobar cómo las personas tenemos una tendencia casi obscena a volver siempre a indagar en temas escabrosos que nos afectaron en su momento que ya no tienen cabida (o al menos eso creemos). Normalmente este tipo de situaciones se dan sobre todo en el ámbito familiar, aunque también en el terreno de las amistades.

¿Quién no se ha visto en la situación de escuchar dos versiones de un mismo tema, y tener que soportar la incomodísima situación de no poder tomar partido por ninguna, y casi parece que te estén presionando por ambos lados?. Pues es, figuradamente, como si te estuvieran tirando de los brazos hacia lados opuestos. Hace daño.

Ayer viví esa situación una vez más. Y lo pasé fatal. Yo siempre me he mantenido en este tipo de situaciones en una posición neutral, de comprensión, de consenso… pero nada, en ciertos asuntos es completamente imposible. Cuando nos ponemos obstinados y orgullosos, las personas somos capaces de convertirnos en auténticos monstruos. ¡Es abominable!.

Llegué a casa con un nudo en el estómago. Y no he dormido bien. No hay nada peor que estar en medio de un campo de tiro entre dos bandos que se odian, y tú eres a su vez parte de los dos. Supongo que lo más elegante será marcharme en hacia arriba de modo que al final me aleje de ambos sin torcerme ni a la izquierda o a la derecha. Nada mejor que una deserción a tiempo.

Un abrazo.

Alteraciones químicas

En el día de ayer quedó patente que el ser humano, y más concretamente yo, estamos condenados a estar al completo antojo de la química de nuestro propio cuerpo. En cuanto algún elemento del mismo queda alterado, nuestra propia forma de comportarnos varía irremisiblemente.

Yo llevo ya bastantes días muy raro, y me estoy ya hartando de lo lindo. Ayer de repente, sin venir a cuento, empecé a pensar que la forma en que me he movido por el día a día en los últimos días es casi demencial, en el sentido de que estoy de un cariñoso subido que casi roza lo insoportable con casi todo mi entorno. Voy a empezar a llamarme Mr. Abracitos, o Mr. Te quiero mucho. El colmo de los colmos vino cuando hace unos días llamé a un buen amigo mío simplemente para decirte Jo, que te quiero mucho y me gusta que seas mi amigo. ¡Como si no lo supiera ya!. Tanto cariño fuera de lugar al final me consta que incomoda, y el caso es que yo lo hago con toda la legitimidad del mundo. Un buen ejemplo es el texto tan edulcorado que escribí ayer mismo. No me malinterpretéis: reconozco perfectamente al autor de esas palabras, pero simplemente me digo Joer, Dani, eres peor que el peor de los culebrones.

¡Tiene narices la cosa!. Yo, que soy tan afectuoso por naturaleza, de repente me veo en la tesitura de necesitar serlo menos. O al menos no de una forma tan exagerada. Parece casi irreal, o demente.

No sé qué estará influenciando este tipo de actitud (de verdad que no lo sé), pero ya estoy hartándome de ser un Oso amoroso. Bueno, miento: nunca podría dejar de serlo, porque es lo que soy, pero me gustaría poder ser más comedido.

¿Encontraré la fórmula mágica que me lo permita?. ¡Ay, dichosa química!.

6 de febrero de 2006

La pieza que no encaja

Extraño fin de semana este que ha finalizado. Extraño desde sus inicios a las 3 de la tarde del viernes hasta el momento en que escribo estas líneas. Tengo la sensación de haberme encontrado conmigo mismo, pero rodeado de gente que por alguna razón estaba en otro lugar.

La tarde del viernes fue de lo mejor del fin de semana aunque sin duda lo mejor de todo llegara la mañana del sábado. A partir de ahí en adelante, todo fue como la película que vi este fin de semana, Flores rotas, es decir: un auténtico desafío a la imaginación, donde todo está pasando y a la vez nada. Nada explícito, nada tangible, sólo alucinaciones, situaciones fuera de contexto y regresos al pasado (¡y hablo de muchos años, prácticamente doce!) que me hicieron plantearme cómo habían cambiado las cosas, y lo que realmente me importaba de mi día a día. Ojo, no hablo de una situación de trascendentalismo de esas típicas, sino una serena reflexión que me hizo sentir realmente bien. El domingo se llegó al final de un camino muy largo donde se culminó un proyecto.

El viernes, como ya he comentado, fue una tarde especial, porque si bien parece que planté cara a una parte de los miedos y fantasmas que aún están dentro de mi, el flaqueo que me invadió (y me superó) lo conseguí vencer finalmente. Y me sentí luego mucho mejor. He perdido el miedo a algo que me asustaba. ¿No os han dicho alguna vez que la única forma de vencer un miedo interior es afrontarlo y plantarle cara?. Así es como lo definiría.

El sábado por la mañana, y de forma casi inesperada aunque no del todo, pasé una de las mañanas más maravillosas que recuerdo en meses. Todo por cortesía de una de esas personitas que andan por el mundo y que consiguen iluminarlo un poco más con su afectuosa y dulce personalidad y a quien he llegado a querer muchísimo.

El resto del fin de semana fue más o menos como los anteriores, pero con un elemento que lo diferencia de todos los demás. Por alguna razón, que aún no comprendo, me sentí como la pieza de un puzzle distinto al que se estaba construyendo. Yo no conseguí encajar en ninguno de los sitios donde quería ser ubicado. Y lo curioso es que yo no hice nada especial o que forzara esa situación tan incómoda. Incómoda para los demás, por supuesto. Porque yo me sentía estupendamente, salvo por esa impresión de que mi presencia incomodaba a mi entorno. ¿No os habéis sentido nunca así?.

En todo caso, el fin de semana acabó. Y ahora, toca volver a la rutina (bastante pesada) que se presenta esta semana. A ver qué tal resulta la construcción del puzzle semanal, aunque algo me dice que se presenta complicado.

Un abrazo.

Sentimiento de amistad

Hiciste acto de presencia por primera vez a los pocos días de que el centro de mi existencia apareciera en mi vida, un extraño paralelismo que no pude evitar asociar en su momento.

La primera vez que te miré a los ojos, encontré algo fascinante que pocas veces había tenido oportunidad de contemplar. Vi una ternura ilimitada, un dolor lleno de belleza, una inocencia moderada que me hacía pensar que había algo realmente incorrupto, puro dentro de tu alma, pese a los golpes que cualquier persona nos da la vida.

Ya he hablado muchas, muchas veces, de ese hilo invisible que nos unió aquella noche. Nunca me había pasado nada igual, con nadie, en toda mi vida, y me pareció profundamente hermoso, aunque no supiera cómo explicar unos sentimientos tan puros a la par que alejados de cualquier interés personal hacia ti. Te tuve afecto desde el momento en que te vi, simplemente eso. Y es genial sentir eso espontáneamente por alguien.

Ha pasado ya bastante tiempo desde aquella peculiar y maravillosa noche, a la que han seguido otras tantas, y nunca hasta hace poco nos habíamos encontrado de otro modo que no fuera rodeados de gente.

Es maravilloso gozar de una amistad que no entiende de otro sentido salvo el de hablar y escucharse y saber que es así, de entender que hay cariño y amor mutuo diciéndolo solamente cuando es necesario, sin apegos ni sensación de que los sentimientos se extralimitan, no solo porque no tengan cabida, sino simplemente porque así es como ocurre. Y pienso para mis adentros que ojala todas las relaciones humanas de este mundo fueran como la nuestra, aunque seguramente si así fuera no apreciaría tanto lo que tengo contigo.

Me encantó verte. Me encantó escucharte. Me encantó que me escucharas. Pronto volveremos a vernos. Gracias por el desayuno con tostada. Gracias por tus palabras, por tu compañía, por pasar una mañana fabulosa. Gracias por hacer lo que hiciste al salir de la cafetería (de verdad), y gracias, sobre todas las cosas, por ser mi amigo.

3 de febrero de 2006

Al final

El mismo camino que nos ha visto crecer...
El mismo camino que nos une y nos separa...
El mismo que un día sueño vuelvo a recorrer...
El mismo y los mismos... no quiero que cambie nada.

Las mismas palabras que me unieron a ti ayer...
Las mismas palabras que nos juntarán mañana...
Los mismos sentidos que ahora vuelven a encender...
Aquellos recuerdos que ahora me atan a tu espalda.

La vida no es igual sin ti.
Sin ti la vida ya no es nada.
De qué me serviría vivir...
Si al final no te encontrara.

Nos prometimos junto al mar nunca cambiar....
Y aquellas olas hoy ahogaron las palabras.
Ahora que todo vuelve al fin a su lugar...
Desde esta playa ganaremos mil batallas.
Desde hoy y por siempre, mis amigos sois el fuerte...
Y tú el alma... de mi suerte.

La vida no fue igual sin ti.
Contigo aquí no estarás solo.
Ya se de qué sirvió vivir...
Si al final lo tengo todo.

Tumbarse al sol


Una mañana soleada de mayo el año pasado, salí de paseo por Madrid. Hacía muchísimo calor, pero eso no me impidió recorrer por enésima vez las calles de mi querida y amada ciudad. Acabé en el Retiro, donde siendo aproximadamente la una de la tarde me detuve a leer tranquilamente un libro y picar algo. Cuando terminé de comer y me harté de leer (o al revés), me tumbé sobre la hierba boca arriba en un claro rodeado de árboles. Un pálido destello los iluminaba, inundando con preciosos matices sus ramas y hojas. El cielo despejado estaba excepcionalmente intenso, con un impactante azul claro lleno de fuerza. El azul claro siempre ha sido mi color favorito: lo he asociado siempre al agua del mar, a la pureza del corazón, a bonitos recuerdos de mi infancia.

De repente, me sentí pequeño. Veía cómo todo lo que me estaba alrededor mío empezaba a comunicarse conmigo, a transmitirme su diminuta pero enorme grandeza. El dulce olor de la hierba, la sobrecogedora inmensidad del firmamento delante de mis ojos, los árboles vigilantes, los sonidos del entorno... fue como si me absorbiera, me fusionara con todo ello, nos hicieramos uno. Sentí cómo la vida se apoderaba de mi, de cómo me invadía una sensación de calma y de alegría por igual. Sí, yo me convertí en un armonioso, sereno elemento, y aún así más grande y vivo de lo que muchas veces puedo llegar a ser.

Fue entonces cuando puse mi MP3 y añadí el elemento principal de toda gran película: la banda sonora. Los ruidos del entorno se transformaron súbitamente en una gran música, al igual que en las películas en que de repente todo sonido cesa y da paso a una banda sonora que ocupa descaradamente todo el protagonismo, una Ainulindalë que parece una cosa con verdadera sustancia, el elemento principal. Me acuerdo que, precisamente, estaba escuchando la música de algunas películas, y así fue como en ese estado tan peculiar comenzó a sonar el Tema de Mathilde de Angelo Badalamenti, de la película Largo domingo de noviazgo, y tras ese increíble y único corte, pasé a escuchar Andúril de Howard Shore, de El retorno del rey, para finalizar con la no menos bella For the love of a Princess de James Horner, de Braveheart, tema excepcionalmente bello y triste a la par.

La combinación de todos los elementos descritos, y al llegar al momento de este último tema a partir del minuto 2:25, fue demasiado para mi. Comencé a llorar. La grandiosidad de la música, el estímulo de mis sentidos, la enorme belleza de lo que veía, de la calma y la vida que me invadían, de los dulces olores que percibía... sobrepasaron el límite de mi sensibilidad. Y así seguí durante unos minutos, llorando. Y me sentí bien, fue algo muy especial.

Recuperarme de ese trance me llevó un buen rato, pero tuve que volver a la cotidianidad, perder esa sensación etérea. Es bonito poder llegar de forma inesperada a momentos en los que te puedes evadir y, sin grandes alardes, hacer apología del sentir interior y del poder de la vida que todos llevamos dentro, a veces más o menos adormecido.

No sé por qué os cuento esto... no tengo otra razón que decir salvo, simplemente, que yo soy así. ¡Qué le vamos a hacer!.

Un abrazo.

2 de febrero de 2006

Primer aniversario del Blog

Hoy hace exactamente un año que abrí este rincón perdido dentro de este gran universo llamado Internet, y creo que es justo que pese a mi más que poca disposición a escribir nada en estos difíciles días, es justo y necesario que escriba. Es más, en el fondo el cuerpo me lo pide.

Mis muy modestas reflexiones ha tenido ya tres nombres distintos. El primero era El rincón de los recuerdos, y el segundo fue Reflexiones de un Hobbit, horroroso título que cambié al poco de ponerlo. En todo caso, y títulos aparte, abrí este blog con ganas de explorar mi talento literario, mi forma de expresarme y, sobre todo, por la atracción de escribir en un medio novedoso y atractivo, a la par que por la necesidad de expresar mis inquietudes y pensamientos. El tiempo me ha demostrado, en este año, que escribir me vuelve loco y que pese a mis más que evidentes carencias a la hora de redactar (y sobre todo de expresarme), es algo que ya no puedo dejar de hacer porque estoy enamorado de la lengua escrita. Había otra razón que me ilusionaba a la hora de hacer esto, pero ese será mi pequeño secreto.

A lo largo del año en cuestión he escrito de forma más o menos asidua en la cual he hablado de muchos, muchísimos temas de toda índole, con una clara tendencia hacia lo personal. No creo que eso sea malo, aunque me he dado cuenta de que no se puede ser tan explícito ni contar con tanto detalle ciertos aspectos de tu vida. ¿Os podéis creer que ya me ha pasado dos veces el encontrarme con un desconocido que se sabía cosas de mi día a día?. Pues así es, y la sensación la podría calificar como curiosa, que no desagradable. Y con todo eso, tampoco puedo obviar que así soy yo, que así es como me expreso y que es así con lo que me siento más cómodo. Tampoco me desagrada hablar de ciertas cosas y así tener informadas a algunas personas que considero muy importantes en mi vida.

Recuerdo dos puntos importantes en la historia de este Blog: el primero fue cuando lo borré, asustado por el alcance de uno de los comentarios que hice en él. Y el segundo fue cuando borré toda referencia a ciertos aspectos de mi, porque fue un craso error desde el principio. Supongo que esto del Blog es como aprender algo: tienes que cometer muchos errores antes de dominar la materia. Pero bueno, por muchos errores que haya cometido (y que indudablemente volveré a cometer), esto sigue adelante, despacio y con buen pie.

El comentario que abrió mi rincón virtual se llamaba El poder del conocimiento, que aún se puede leer si os vais a la sección de Archivo. Ahí intentaba explicar casi sin éxito cómo me hacía sentir la gente ignorante, haciendo mención a la película Iris. Me doy cuenta de que si bien mi ideología es la misma, como yo mismo he cambiado en el transcurso de este año ahora añadiría muchos más matices a lo que dije. Pero ese texto debe permanecer inalterado y no diré nada ahora. Lo que uno pensaba y sentía en ese momento debe quedarse como fue. Al fin y al cabo, nuestra memoria o recuerdo de lo que éramos o pensábamos es algo realmente hermoso.

Hay partes del Blog que ahora soy incapaz de leer, sobre todo las que hacen constante referencia al eje central de mi vida durante todo el año pasado, porque como dice la canción de Shakira, Siento que aún me duelen todavía aquí… adentro. Y, curiosamente, he leído algunos de esos comentarios y digo lo mismo que mi primer post: pertenecen a un momento concreto de mi vida, a un espacio y tiempo en el cual sentía las cosas de una maneras muy específica, y ¿por qué deshacerme de eso?. Sería absurdo e incoherente. No, no pienso volver a hacer censura de mi propio Blog, porque sería como negarme sentimientos que si bien han menguado inevitablemente, existieron y por tanto son parte de mi, por y para el resto de mi vida.

Ah, qué gran absurdo es todo… aquí me encuentro escribiendo palabras que quiero hacer mías y que por mi situación concreta no se si lo son. Supongo que todos tenemos épocas de dispersión, de extravío, de pérdida… tal y como yo estoy. Hoy hace un mes exactamente en que recibí aquel mazazo enorme que me dejó absolutamente destrozado anímicamente, y estoy en una tesitura de esas en las que siento que pese a que sólo han sido 31 días, parece que hiciera un siglo desde que eso ocurriera. Y es raro, muy raro, porque tengo la impresión de estar viviendo desde entonces una vida que no es mía. Y eso no mejora. No me siento mal… casi nunca (todos tenemos momentos bajos y yo los sigo teniendo, al igual que los altos), pero ayer mismo me di cuenta de que aún no me ha abandonado la angustia. La ignoro, la obvio, la intento no mirar, pero no me abandona. No quiere abandonarme, y creo que es un problema de mi propia actitud, personalidad, naturaleza, talante… o lo que queráis llamarlo. El caso es que la puñetera angustia se niega a abandonarme, aunque yo haya aprendido a vivir con ella. Y es odioso: más que ser feliz (que ya lo soy), lo que deseo por encima de todo es volver a sentirme bien, algo que no he conseguido aún completamente.

Ahora mismo estoy ilusionado por muchas cosas, asustado por muchas otras, triste por otras tantas, y eso en general me hace sentir bien: ¡sigo sintiendo cosas!. Pero vuelvo a decir lo que comenté en mis últimos post: que lo que más orgulloso me hace sentir de ser la persona que soy es que no hay odio, maldad, rencor o envidia en mi corazón en ningún sentido. Tengo buen corazón, tengo buen fondo, y ningún cargo de conciencia por nada que haya hecho o dejado de hacer. Siempre he sido extremadamente coherente con mi forma de ser y mi forma individual de ver y sentir las cosas, y ahora no va a ser una excepción. Lo que pasa es que estoy extraviado, y eso pone las cosas más difíciles.

Hace un año, estaba extraordinariamente estable en todos los sentidos. Ahora estoy extraordinariamente inestable. Así es como funciona todo, ¿no?. ¿Y qué gracia tendría vivir si no pasaran estas cosas?. Lo oí en una película: No tiene sentido vivir si no puedes sentirte vivo. Y ¡ojo, señores/as!. No me estoy refiriendo en exclusividad al tema estrella de este blog en los últimos días. Lo que pasa es que no me apetece un pimiento entrar en detalles de lo que estoy hablando. Lamento volver a mi ambigüedad, pero ahora mismo es lo que hay.

Ojala hubiera podido escribir hoy algo así como he estado leyendo todo lo que he escrito durante el año pasado de este blog y mi valoración es la siguiente…. Pues no, no puedo leer mi propio Blog. Qué le vamos a hacer, son cosas que pasan. Pero sí me gustaría recalcar algo que siempre he tenido en mi cabeza como una de mis más fuertes creencias: Todo lo que te ocurre en la vida sucede por algún motivo que eres incapaz de ver hasta que pasa el tiempo. Y también tengo otra fuerte creencia: Las personas somos incapaces de ser completamente sinceras con nuestros propios sentimientos hasta que hemos dejado de sentirlos. Por tanto, no hablaré abiertamente de cosas que aún están en mi corazón atenazadas. Podrían volverse en mi contra. Con el tiempo ya veremos.

Termino mi parrafada de hoy diciendo lo que he dicho últimamente: poco a poco. No escribiré mañana ni seguramente en muchos días, pero lo haré. Porque me gusta y porque me siento cómodo, simplemente. Si no fuera así, este blog ya se habría ido a paseo.

Anoche cuando me dirigía a una cena con los antiguos compañeros de mi ex-empresa, hablé desde el coche durante un rato con un amigo muy especial para mi. Este blog tiene mucho paralelismo con este amigo mío: nada deseo más que volver a cruzar mi camino con el tuyo, aunque nos lleve un tiempo.

Un abrazo.