2 de septiembre de 2005

¿Hay alguien ahí?

Últimamente tengo la sensación de hablarle al vacío. De que todas las cosas que hago, digo o expreso surcan el aire hacia un destino desconocido, vagabundos errantes sin más tutela que la mía propia. ¿No ha sentido nadie nunca esa sensación?.

Soy Webmaster de mi amiga Belén Arjona, que acaba de sacar su segundo disco, y últimamente dedico bastante tiempo y pensamiento acerca de todo lo que hace: noticia por aquí, entrevista por allá, este comunicado, esa respuesta al fan que no se aclara…

Y sin embargo, cada vez que leo el Newsletter de fans, veo que la mayoría de mensajes son míos. Ni recibo respuestas en los foros donde publico las noticias. Nada. Cero. Es como si lanzara al aire la información y no supiera nada más: si llega o no llega, si cala o no cala, y lo más importante: si a alguien le importa que me moleste en hacer todas las cosas que hago. Ni siquiera creo que la propia Belén aprecie en absoluto que dedique mi tiempo en todos estos menesteres.

Por culpa de esto y por un sentimiento muy desagradable que ha ido creciendo conforme el paso de los días desde que volví de Nueva York respecto a mi familia, ayer me fui a la cama realmente triste. Y hoy no estoy precisamente animado. No puedo evitarlo: no es que vaya de persona deprimida, pero es innegable que mi estado anímico está a flor de piel.

En NY me molesté en comprar regalos para todo el mundo que uno se pueda imaginar: madre, tías, tíos, primos, novios-as de primos, abuela, amigos, compañeros del trabajo… y aparte del gasto económico, tuve que hacer verdaderos milagros para traer todas esas cosas en la maleta. ¡Menos mal que la llevé medio vacía!. Pero la sorpresa la tuve al llegar aquí: lo primero que mi madre me dijo al ver todo el tinglado fue ¿te has olvidado de traerle algo a la novia de tu primo Angel?. Primer puñetazo. Después le pedí a mi madre que entregara los regalos a mis tíos, tías, primos e incluso el nuevo disco de mi amiga Belén a mi primita Irene, pues ella los ve con mucha más frecuencia que yo. En el día de hoy no he recibido ni una sola llamada ni una sola señal de ellos. Segundo puñetazo. No veo que mi buena fe haya servido de nada en absoluto. Al principio me decía bueno, ya les conoces, pero mi pensamiento ha ido tornándose más oscuro respecto a esto, y enardecido, y ahora puedo decir abiertamente que siento rabia y despecho ante el más que evidente desprecio de aquellos que se supone que son mi familia. Es muy frustrante.

Más aún: pese a haber escrito hace ya bastante a unas ex-compañeras de trabajo para ver si nos veíamos de una vez, y a un viejo amigo que veo de vez en cuando para lo mismo, adivinad: se les ha tragado la tierra. Ni E-Mails ni SMS. No me responden.

Yo en verdad no espero ser el centro de atención ni estar siempre en el ojo del huracán, ni espero en absoluto recibir más atenciones que las puramente necesarias, las mínimas que corresponden a un nivel de educación. Si recibes un regalo, llama para agradecerlo. Si te escribo un mensaje, respóndeme al menos. ¿Es pedir demasiado?.

Si, como me ha pasado recientemente, se juntan tantos y tantos gestos de desprecio o indiferencia, creo que estoy en mi perfecto derecho de sentirme mal. ¿Alguna de estas personas me aprecia de veras?. ¿O simplemente les doy igual?.

No es dramatismo barato: tengo, afortunadamente, personas que están a mi lado si las necesito. Incluso existe el extraño y raro caso de personas que están conmigo sin tener que reclamarlas, lo cual ya no es tan común.

Cellophane, Mr. Cellophane should’ve been my name, Mr. Cellophane… ‘cause you can walk right by me, walk right through me, and never know I’m there…

Un abrazo.