27 de enero de 2010

¿Cuánto pesa tu vida?

La frase que da título a este post es el punto de partida de Up in the air, maravillosa película de Jason Reitman (director de mi adorada Juno), basada en la novela de Walter Kim y protagonizada por George Clooney, Vera Farmiga y Anna Kendrick, y que nos cuenta la historia de un hombre, Ryan Bingham (Clooney), cuya vida consiste en viajar constantemente a todos los puntos del los Estados Unidos para despedir a gente de otras empresas. Aparentemente, Ryan es un elitista prepotente, frío y con las ideas muy claras respecto a cómo quiere que sea su vida, resumida en una sola frase: El año pasado pasé 322 días viajando, lo cual significa que pasé 42 asquerosos días en casa. Pero, evidentemente, esta frase y este modo de vida esconden mucho más si rebuscamos con ahínco. La vida de Ryan está a punto de cambiar con la presencia inesperada en su vida de dos mujeres: Alex (Vera Farmiga), su “versión femenina” con la que comienza una extraña relación amorosa de conveniencia, y la de la inexperta, impulsiva, emocional y poco entrenada Natalie (Anna Kendrick) con la que se ve obligado a compartir sus viajes de trabajo. Será en el transcurso de esos viajes y mediante las relaciones personales que emergen entre estas tres personas las que definirán una historia a partes cómica, a partes dramática, a partes reflexiva.

Up in the air es toda una sorpresa y una verdadera demostración de buen cine, empezando por los preciosos créditos iniciales sobrevolando los diferentes paisajes y ciudades de los Estados Unidos, pasando por una dirección y ritmo narrativos virtualmente perfectos, un guión realmente inspirado y una dirección de actores totalmente magistral. Los actores principales están inolvidables, y especialmente destaco la fabulosa química entre los personajes de Clooney y Farmiga. El personaje de Anna Kendrick funciona por sí solo, especialmente en una sobrecogedora escena delante de un ordenador hacia el tramo final de la película.

Pero lo más importante de Up in the air es, indudablemente, su conmovedora historia llena de mensajes sobre los que reflexionar (sin llegar jamás al dramatismo barato), especialmente a la hora de valorar en cómo hacer avanzar nuestras propias vidas. Se nos presenta en escena un hombre que lo tiene todo clarísimo: las relaciones personales de tu vida son tu carga más pesada y las que te hacen imposible caminar libremente. No cree en el matrimonio ni en las uniones sentimentales, no cree en las relaciones humanas que impliquen responsabilidad, y sin embargo se permite (en un alarde de profesionalidad) a asesorar y dar consejos muy humanos a personas a las que se ve obligado a despedir cada día. Y lo consigue, porque precisamente él mejor que nadie conoce la mente humana por las casuística de su empleo. Y sin embargo, no tiene a nadie que se preocupe por él, y su familia apenas le considera una presencia en sus vidas.

Resulta realmente interesante ver la evolución de todos los personajes de esta película porque todos ellos tienen razón, y a la vez ninguno. Es muy difícil ponerse en la piel de alguien como Ryan y, sin embargo, no puedes dejar de darle la razón en todos los aspectos de su filosofía. ¡Qué alentador resultaría tener una vida libre de cargas, tanto a nivel de posesiones como emocionales!.

Resulta, sin embargo, que no es del todo cierto que una mochila vacía, sin apenas peso, sea motivo de alegría ni implique libertad. Efectivamente, puedes moverte libremente por la vida, explorar infinitas posibilidades, realmente hacer lo que quieras y cuando quieras, pero ¿cuáles son los momentos más importantes de nuestras vidas? ¿Estamos solos o acompañamos cuando los vivimos? ¿No es, al final, lo más importante de esta vida el saber que hay alguien a nuestro lado que va a querernos, apoyarnos, estar a nuestro lado de manera incondicional… por encima de todo lo demás? El orgullo que sentimos al pensar en los que amamos, el amor que recibimos de ellos al final es lo que hace que nuestras vidas no resulten tan miserablemente fugaces, y permiten superar cualquier obstáculo: perder un empleo, que nos deje nuestra pareja…

Las relaciones personales, sin excepción, implican una complejidad y responsabilidad que no todo el mundo está preparado para afrontar. Pasamos del intentar querer a intentar no querer con una facilidad pasmosa, y nos cuesta mucho aprender de nuestros errores. Dibujamos un perfil emocional basándonos en nuestra valentía o cobardía para afrontar los retos del día a día, la responsabilidad de que alguien dependa de nosotros o a la inversa, y sobre todo, nos cuesta mucho mantener el tipo si nos atrevemos a dar el paso. Y muchas veces estas acciones se ven recompensadas, o de igual modo tremendamente castigadas.

Sin entrar en detalles, dentro de la película hay una serie de giros de la historia que, personalmente, me hicieron sentir como si me pegaran un fuerte puñetazo en la cara. La vida es dura, caótica, a veces asquerosa… pero siempre hay un rincón para la esperanza. Siempre puede haber algún giro positivo, y podemos de una maldita vez empezar a llenar la mochila después de haberla vaciado del todo. Así es como vivimos y amamos, rodeados de miedos, corazas emocionales y autoconvencimientos (tanto en un lado como en el otro) para finalmente hacer una elección que puede ser la correcta o no serlo.

Up in the air es, en definitiva, una maravillosa historia que pretende demostrarnos que nuestras vidas a veces exentas de sentido pueden dar paso a un sentido pleno, siempre y cuando seamos lo bastante receptivos para quererlo, lo bastante fuertes para luchar contra nuestras limitaciones y barreras y, por último pero no menos importante, poder llenar nuestra mochila sin miedo al exceso de equipaje. Porque aspiramos a ser mucho más que un paréntesis. Porque todos necesitamos un copiloto.

Sentid el peso de las cuerdas. Y ahora, intentad andar.

Un abrazo.


22 de enero de 2010

La mierda del Tsunami


Se ha conseguido evitar. Aleluya. Como ya ocurriera hace dos años, los espabilaos de turno tipo Andreu creído Buenafuente querían mofarse de las normas populares para la selección de la canción que representa a España en Eurovisión. La mamarracha de Karmele Marchante, llamada para la ocasión Popstar Queen, está fuera de concurso, no sin antes llegar al número 1 de las votaciones muy por encima del resto de los concursantes.

Y es que ya está bien, hombre; no es que a mí me vaya la vida en ver Eurovisión, pero desde luego no que no me gusta ver es una enorme cantidad de frikis desfilando sin parar en lo que se supone que es un concurso serio. A Eurovisión yo le veo otra serie de problemas, principalmente relacionados con el sistema de votos y la directa inclusión de España en la final sin tener que pasar por cribas previas.

Pero centrémonos: hablábamos del esperpento de Karmele Marchante y de su canción. A ver, está claro que todo esto es idea de Jorge Javier Vodkas para elevar aún más (si puede ser) su repugnante ego de divona y de su más aún repugnante programa de subnormaladas varias. Lo que pretendía este tipejo enviando su súbdita era, ante todo, tener espacio para rellenar el programa, ese y el de todos los que le rodean. Porque así es Telecirco, señores: todo un show de omofagia en el que sus programas se nutren los unos de los otros. Siempre es así: lo que sucede en Gran Hermano lo comentan en el programa de Ana Rosa, para que lo que ahí pase lo comenten en el Sálvame Deluxe, para que que ahí pase a La Noria (ese programa que merecería un post entero analizando lo ultraputrefacta que puede ser la ética periodística), para volver a empezar el ciclo.

Con la expulsión de su candidata, el Vodkas ha conseguido ya tener tema para al menos los próximos tres meses: hoy se tirarán varias horas hablando de lo injusto de la expulsión de Karmele, para que mañana lo analice en plan cutrefinolis los de la Noria como si de verdad fueran un programa informativo serio, y para que hasta el día de Eurovisión hagan algún tipo de alusión diaria a este asunto: los candidatos que quedan, que si este es peor, que si este es nosequé, que si el candidato que han escogido es esto y lo otro… seguido de humillaciones y mofas al que finalmente sea escogido antes, durante y después de la gala. ¿Creéis que la mariquita mala esa no va a sacar las uñas?. Pues estáis muy equivocados.

Vamos a ver: sabemos que Eurovisión es un concurso carca que aquí solo trae disgustos, pero a mi entender eso es por otras razones: en países nordicos como Suecia, el asunto es un tema casi de interés nacional y todo se paraliza para verlo; aquí solo parecen verlos los gays y los freaks. Muy triste.

Una cosa es que Buenafuente intente a su manera mofarse de la parafernalia del concurso mandando a un pobre actor llamado David Fernández rebautizado como Rodolfo Chiquilicuatre (algo que no me gustó, lo siento) a que un aprovechado, engreído y divo del todo a 100 envíe a una mamarracha que no tiene ningún sentido de… nada con una canción que dan ganas de vomitar.

Ni sentido del humor, ni nada: tenemos lo que merecemos, sin duda, pero los que nos tomamos este concurso ya no con seriedad, sino como un evento divertido que nos hace pasar un rato muy agradable cada año, querríamos que se nos tomara un poco más en serio.

Un abrazo.


20 de enero de 2010

Avatarmanía


Bueno, ya iba tocando que hablara de la película del momento, ¿verdad?. Mi absentismo prolongado a la hora de escribir me impide también explicar que no soy ajeno a este auténtico fenómeno de masas que nos apabulla desde hace algo más de un mes.

Honestamente, llevaba esperando Avatar desde hace mucho tiempo, allá cuando solamente se hablaba de los increíbles prodigios técnicos que podíamos esperar, mucho antes incluso de que apareciera el primer teaser trailer. No me gusta nada James Cameron a nivel personal, pero nadie puede negar a este caballero que siempre que en los últimos años ha hecho una película, lo ha bordado y ha hecho que el cine avance un poco más allá. Aliens, Terminator 2 (¿alguien puede olvidarse del T-1000?), e incluso la chorradivertidísima Mentiras Arriesgadas, por no hablar ya de la ultramanoseada e hipervalorada Titanic, que en el momento en que un servidor escribo estas líneas está muy cerca de perder su trono como película más taquillera de la historia del cine precisamente por la siguiente película del mismo director.

Bueno, ¿y qué pasa con Avatar?. ¿Es en verdad la revolución que se nos dijo que iba a ser?. , sin duda. Audiovisualmente resulta tan apabullante, tan gloriosa, tan magnifica que uno no puede sino contemplar los parajes de Pandora con ojos de idiota. La perfección de los CG, sin aún llegar a ser totalmente perfectos, ofrecen una nitidez, calidad y relieve que ya quisieran muchísimas películas de primera categoría. Los Na’vi parecen casi reales, al igual que el resto de las criaturas del planeta.

Pero ay… la película flaquea a nivel argumental. Ya sé que es lo que pone en todas partes, pero es la pura verdad. Esta película ya la he visto yo en otras ocasiones y, como escuche a un buen amigo decir, es una perfecta mezcla entre Bailando con lobos, Pocahontas y Terminator en un contexto alienígena. Y no falta ni uno solo de los tópicos: el héroe caído destinado a aprender de sus errores y convertirse en un lider, el malo malísimo porque el mundo le hizo así, el jefecillo que mueve la pasta y que es un absoluto inútil con mollera floja, el enemigo que luego no lo es, el amigo/a que se sacrifica por los demás, el inevitable romance… (¿pese a estar en otro planeta los Na'vi siguen actuando con un espíritu machista sorprendentemente parecido al de los humanos en lo referente al derecho de tener esposa?)

Con todo, las más de dos horas y media que tiene Avatar no aburren en ningún momento e incluyen un buen puñado de escenas realmente memorables, sea por su belleza, su excelente sentido de la acción, la excelente BSO o su bello mensaje. De todos aquellos que supuestamente tiene (es lo mejor cuando una película tiene tanta repercusión: se la analiza hasta la saciedad), me quedo con el de aprender a convivir con la naturaleza y respetar, amar y vivir en armonía con el planeta (argumento muy Final Fantasy, si me lo permitís, así como el de la historia de Eywa, clavadita a la nuestra de Gea).

Y sí, la verdad, los ya anunciadísimos 3-D merecen y mucho la pena. La sensación de vértigo es muy real cuando se ve esta película, y lo apabullante que resulta para todos los sentidos. Tuve el gusto de poder verla, dos veces, la segunda de ellas en un enorme cine IMAX 3-D y creo que jamás he vivido una experiencia de semejante calibre.

A modo de conclusión, puedo decir que si bien Avatar no pasará a la historia ni por sus actuaciones (pese al buen hacer de absolutamente todo el reparto) ni por su guión, si esto es lo que nos espera de ahora en lo sucesivo, podemos empezar a frotarnos las manos. Avatar será en breve una película que hará historia a nivel de recaudación (el precio de las entradas 3-D ha jugado un papel muy importante en esto) y posiblemente en los próximos oscars. La pregunta es: ¿ganará más de 11?.

Salve, Señor Cameron. Tus acólitos te saludan.

Un abrazo.


14 de enero de 2010

Hablemos de mamarrachas


Lo de esta tipa, la excelentísima Ministra de Cultura Ángeles González-Sinde, ya clama al cielo. Personalmente, y como ya publiqué hace unos días en este mismo blog (al igual que muchos compañeros blogueros), creo que las medidas que quiere sacar adelante esta mamarracha descerebrada son obscenas, llenas de cinismo y lo que es más importante: anticonstitucionales.

Finalmente no ha llegado la sangre al río, pero es que de haber sucedido, nos hubieramos puesto prácticamente al mismo nivel que, por ejemplo, la censura de China, y hubiera recortado seriamente las libertades del internauta en este país, además de sentar un muy peligroso precedente.

Leo hoy asombrado que el ministerio de cultura se va a gastar 1,5 millones de euros en un buscador de Webs P2P y yo, en mi inocencia, me pregunto dónde va a ir verdaderamente esa pasta pública. Porque buscadores de redes P2P ya los hay a montones y dudo que se necesite uno de cosecha propia.

Ángeles González-Sinde llegó a la presidencia de la academia del cine español (ese club de amiguetes endogámicos que se nominan entre ellos si les invitan a una birra, aunque sus películas no se lo merezcan) de la mano de ese gran amigo de las clases altas llamado enchufe, ya que su papi fue el primero de los presidentes de dicha academia. Una academia que, salvo momentos en que algunas personas han intentado de verdad dar impulso al cine patrio, no ha hecho más que dar tumbos.

Pero una vez en el cargo, ya bien posicionada, solo bastó un poco de tiempo, unos cuantos discursitos anti-piratería y un poquito más de tráfico de influencias para ser nombrada de la noche a la mañana en una señora ministra de cultura. ¿Tanto cuesta, en serio, encontrar a alguien que sea capaz de ver las cosas con un mínimo de objetividad? ¿En serio piensan luchar contra la piratería a base de amenazas y juicios, en vez de renovar lo que claramente es un modelo de negocio caduco y arcaico?. Lo único que van a conseguir es desatar de manera muy real la ira popular, porque con Internet no se juega, señores.

Al tiempo: esta mujer le va a costar al gobierno de ZP un millón de votos como poco. Y es que entre ella y los de la mafia nacional consolidada y permitida llamada SGAE nos podemos morir de asco.

¿Que queréis que vayamos al cine a ver cine español?. Haced películas decentes o atractivas y menos subvencionadas, que aunque haberlas haylas, no abundan precisamente. ¿Que no queréis que haya piratería?. Pues bajad precios, haced distribuciones más efectivas, acercaos a la gente en vez de ponerla en vuestra contra con impuestos o leyes propias de un régimen fascista.

Me estoy acordando ahora, aunque no venga a cuento, de la reciente manifestación de los artistas en contra de la piratería donde Rosario Flores aseguraba que se estaba muriendo de hambre, cuando yo me he hartado de ver estas navidades su mierda de anuncio de colonia. Lo siento, pero estas cosas me provocan como mínimo una vomitona con vilis.

Como amante del cine (me da igual su nacionalidad), de Internet, de la música, tengo la sensación de que esto está llegando a un punto en que va a reventar malamente. Yo estoy ya harto de que mi presunción de inocencia se la pasen por el forro cobrándome un injusto canon que va a parar a las arcas de vagos y vivalavirgen que viven del cuento. Estoy cansado de que la academia de cine de este país no haga más que llorar y lamentarse de la piratería cuando el problema de base están en lo poco inspirado de sus producciones, y también asqueado ante tanto inepto/a que se supone que debe representar una parte tan importante de los aspectos de cualquier país que se precie como es la cultura. A ver si leemos bien la palabra: CULTURA.

Señora Sinde, desde hace ya mucho tiempo usted no representa para mí nada que tenga que ver con el cine ni la cultura, sino simplemente un claro ejemplo de enchufismo e ineptitud adornado con una evidente falta de personalidad, pues claro está que usted no es más que la marioneta de otras manos que quieren estar en la sombra tras una montaña de billetes.

Más claro, el agua.

Y por cierto, que conste que me gustó mucho Una palabra tuya. Aunque me duela reconocerlo.


12 de enero de 2010

Valorando 2009

Resulta francamente curioso el ver lo rápido (o lento, según se mire) que pasa el tiempo. Últimamente no paro de escuchar cosas como parece mentira; ayer parecía que celebrábamos la llegada del año 2000 y ya estamos en el 2010. Es normal en el ser humano el quejarse y lamentarse, aunque sea de esta manera tan superflua; no en vano el paso del tiempo resulta, al final, nuestro peor verdugo. Pero yo no creo que estos diez años que han pasado lo hayan hecho tan deprisa: si pienso en mí mismo entonces y ahora parece que hubiera pasado una eternidad. Pero al mismo tiempo sí que lo veo igualmente cerca y lejos… supongo que tampoco escapo de esa sensación de que mi vida se me está escapando poco a poco, pese a tener solo 29 añitos.

Sea como fuere, este año termina la década 2000 (aún no lo ha hecho, pese a lo que se piense) y yo no me voy a poner a evaluar tantos años de una sola tacada. Me basta simplemente el pensar en el último para hacer un amplio recopilatorio de recuerdos, momentos buenos y también tristes, más que suficientes para darle un mínimo sentido a este texto.

Lo cierto es que no podría haberle pedido más a 2009, pese a pequeñas manchas que enturbian lo que puedo considerar un año prácticamente perfecto. En estas fechas, justo hace un año, estaba a punto de mudarme a vivir con mi querido Sera, a modo de prueba de convivencia, que sí, podéis reíros lo que queráis, pero yo aún no tenía claro que funcionara (la convivencia, que no la pareja). Quizá es por el simple hecho de que jamás me había metido a vivir en pecado con nadie antes, y con aún más reticencia por el hecho de aún no haber disfrutado ni dos años de mi propia vivienda.

Sobra decir, a estas alturas, que la convivencia ha ido perfectamente, y que pese a que a veces parece que estemos en medio de una fase del Call of duty por la guerra que nos montamos, la verdad es que estamos en un punto francamente delicioso de ella. Tan bien ha ido que hace algo más de dos meses nos hemos trasladado a una nueva casa, esta vez de los dos desde el primer momento, y la cual nos está dando muchas alegrías aunque también mucho trabajo.

No me voy a extender demasiado en el asunto pareja, que bastante empalagosos somos ya: baste decir que Sera sigue, un año más, ocupando felizmente el centro de mi existencia como compañero e inconmensurable amor de mi día a día. Gracias, precioso, por estos ya camino de tres años de felicidad. ¡Sigamos caminando, siempre caminando!.

En marzo tuve el privilegio de volver a Japón junto a mi querido Bigbro, y puedo decir con orgullo que ha sido uno de los viajes más bonitos que he hecho en toda mi vida. El hecho de ya haber estado y conocerlo, de hablar (aunque sea con torpeza) el idioma, y de poder permitirnos el lujo de descubrir nuevo sitios que no había visitado (la preciosa Okinawa, la belleza de los paisajes de Matsushima, etc) hicieron el viaje realmente especial. Además, he pasado días maravillosos en Londres, Ámsterdam, La Haya, Brujas y en localizaciones patrias que desconocía (Sitges) y que ya conocía (Sanxenxo, Valencia, Alicante, Torrevieja).

La verdad es que este no ha sido, al contrario que en años anteriores, de los que más he viajado (para eso tenemos 2008), pero sí de los más gratificantes y tranquilos. El año ha girado alrededor de proyectos de mayor y menor envergadura que, con más o menos éxito, se han cumplido y, lo más importante, que se han cumplido dentro de una sana y armoniosa rutina que se mantiene dentro de unos límites más que aceptables de paz.
Querría no haber tenido que pasar por unos meses de muchísimo estrés laboral que, a la vista está, no soy capaz de controlar. Y digo a la vista porque he vuelto a engordar una auténtica barbaridad, algo de lo que ya me estoy encargando de poner remedio. Supongo que este es tema para otro post, pero resulta bastante descorazonador que tu talón de Aquiles ante la ansiedad sea comer sin medida ninguna y abandonarte a la inactividad más absoluta. Qué le vamos a hacer.

Creo que lo que más me ha gustado de 2009 es la total y absoluta falta de drama. Muchos han sido los años anteriores en los que, al menos, ha habido alguno de esos eventos que te hacen derrumbarte por completo. Exceptuando las cosas del día a día y los pequeños problemas, este ha sido un año feliz. Tranquilo. Emocionante y excitante desde el lado positivo. Estabilidad personal y laboral, crecimiento personal, viajes maravillosos. Joder, como querría tocar madera para que todos los años fueran como 2009.

Lo único que le pido a este y los años venideros es poder seguir cumpliendo, aunque sea a tropezones, los proyectos que tengo en mente y que alimentan mis ilusiones, y lo más importante, que siga teniendo gente tan maravillosa a mi alrededor.

Un propósito: volver a imponerme escribir de manera asidua. La falta de escribir es, al igual que el ejercicio físico, una forma de atrofiar tus capacidades en ese terreno. O me diréis que no lo habéis notado.

Muchas gracias por leerme. Os dejo con algunas imágenes estelares de 2009.








Un abrazo.