27 de abril de 2005

Horas y horas

Llevo una semana que se me está haciendo tremendamente larga. Es miércoles y parece que lleve trabajando 9 días seguidos. A eso se le añade una ligera angustia por motivos personales y que carecen de relevancia ahora mismo.

El caso es que hoy es uno de esos días que se consideran "tranquilos" y no hay demasiado que hacer de forma "obligada". Es decir, que básicamente me podría poner a hacer documentación y avanzar las cosillas que siempre están "pendientes". Pero no me da la gana. Hoy no tengo ninguna gana de estresarme malamente y dejarlo quizá para un día en que tanto las fuerzas físicas como mentales estén un poco más vigorosas.

Pero hay algo que me está tocando mucho las narices, y tiene que ver con la actitud respecto a las horas de trabajo de mis compañeros. Teóricamente tenemos dos horas para comer, de 14 a 16 horas. En ese tiempo, como es mucho, yo aprovecho para ir al gimnasio y comer después con la comida que me traigo de casa. Ellos se van de restaurante. Y últimamente no llegan antes de las 17 horas. Y a mi eso me molesta mucho. Cierto es que yo estoy más tranquilo sin ninguno de los dos aquí, pero no creo que sea justo. Luego claro, llegan las 20 horas y yo me largo alegremente mientras que ellos se quedan para hacer "nosequé". Y parece que queda mal que yo me vaya antes que ellos, cuando en realidad tan solo soy coherente. Es más, ni siquiera tendría que irme a las 20 horas, pero por cabezonería de mi jefe lo tengo que hacer.

Estoy un poquito harto de tanto mamoneo. Entiendo que la gente sea egoísta por naturaleza, y que las injusticias existan porque así ha de ser, pero yo quiero rebelarme contra esa idea. ¿Por qué tengo que tragar con todo lo que se me ponga por delante?. Siempre escucho voces que me dicen "chico, las cosas son así". ¿No es normal que quiera resistirme a eso?.

En verdad, la sensación que me recorre es de desasosiego más que de incomodidad o de conciencia. Yo la tengo muy tranquila. Pero me siento un poco menospreciado, un segundón, un Don Nadie. La fuerza para aguantar las cosas que me suceden en el día a día las encuentro dentro de mí mismo y de nadie más. Y así creo que debe ser, por otra parte.

Las horas pasan y pasan. Y otra hora. Y otra hora. Y otra más. Y lo único que deseo es salir volando cual paloma y no tener que seguir encerrado en esta oficina como una rata. Y pese a lo que parecen querer decir estas palabras, soy una persona que disfruta de su trabajo.

Supongo que lo que me pasa cuando hablo de estas horas interminables y de unos compañeros que parecen no existir, es que querría ser un poco más libre. ¿Tiene algo de malo dejarme llevar por este deseo, y manifestarlo?.