16 de mayo de 2006

Encuentro inesperado en La Latina

¿Quién me lo iba a decir a mi, este sábado por la noche, que me iba a suceder algo así tan solo unas horas antes?. Fue uno de esos extraños días en los que, de repente, las cosas se tuercen para bien de forma inesperada.

Todo ha sido muy surrealista, desde ese encuentro en la calle Toledo, completamente de rebote y acordado en tan solo unas horas. Surrealista fue la opípara cena en compañía de Ofe, Eva e Isra y la deliciosa tortilla, magro y alitas que allí comimos. Surrealista fue que no os conociera a ninguno de los cuatro y que me sintiera tan comodamente como si estuviera con gente que ya conocía de tiempo atrás. No tan surrealista fueron tus miradas y tu sonrisa de pillo. Ni tampoco que te dijera a una pregunta que llevaban mucho tiempo sin hacerme.

A la mañana siguiente, aún seguíamos juntos. Y fuimos a pasear vestidos de pipiolos por el Rastro, y acordamos comprarnos una de esas películas de 2 por 1 en los quioscos, una para cada uno. Y nos tomamos un refresco. Y reímos y nos vacilamos. Que bien me sentí con todo aquello.

Ayer, sin embargo, hice algo muy muy malo: acordamos cenar e ir al cine, y accediste a mi insistencia a ver una película espantosa. Me mereceré durante mucho tiempo tus embates por haber hecho semejante barrabasada. La primera vez que vamos al cine juntos, y encima esto.

No sé muy bien quien eres, no sé dónde iré, irás o iremos, pero una cosa sí te puedo decir claramente: me has hecho sentir bien, ligero de corazón de verdad, en mucho tiempo. Guardo estas sensaciones como oro en paño, cada una de ellas. Gracias de verdad, Nacho.

Rollo bollo políticamente correcto


Ayer cometí el terribe error de ir a ver la supuesta comedia llamada Rosas rojas (en versión orinal, Imagine Me & You, que pega mucho más que este título español) porque es, de lejos de lo peor que he tenido que tragarme este año en una sala de cine. A la espera de estrenos jugosos como X-Men 3 o El código Da Vinci, pensé que al menos esta película protagonizada por la risueña Piper Perabo o el atractivo Matthew Goode sería un buen entretenimiento. Craso error.
La película trata sobre un matrimonio recién casado que en el día de su boda contrata a una florista (Lena Headey) para llevarles todas las flores. La novia (Perabo) tiene un flechazo instantaneo con la florista nada más verla, la cual es por supuesto lesbiana.
A partir de ahí empieza el cachondeo: situaciones forzadas y ridículas en las cuales ellas se tropiezan en todas partes, se intenta establecer una tensión sexual entre ellas inexistente, con personajes secundarios estereotipados, planos y que pretenden ser graciosos y no llegan a serlo (porque desde luego, los chistes son más malos que los de Chiquito de la Calzada) y, lo más importante, diálogos de besugo y de niño de 7 años. Por supuesto, nada de pasión, de sexo ni de drama, y un absoluto Happy Ending para todos. Y el único beso que se dan las protas en toda la película es tan artificial como poner a dos Barbies juntas por los morros...
Conclusión: ni os acerquéis a ver este bodrio con mayúsculas.
Un abrazo.