6 de julio de 2005

Atrapado

El próximo día 25 de julio, lunes, es festivo, y por tanto no tengo que venir a trabajar. Como entonces tendré un fin de semana largo y mi madre estará sola con mi prima Irene en la casa de mis tíos en Torrevieja, había pensado que no sería mala idea pasarse por allí a disfrutar del descanso, la playa, la piscina...

Pero mi idea, hoy, ha ido más allá. Se me ha pasado por la cabeza que existe la posibilidad de que mi chico tampoco tenga que trabajar el viernes previo, es decir, el día 22. Y por tanto, he pensado vaya, si yo pidiese ese viernes de vacaciones, pues además tengo días de sobra y no hay mucho trabajo ahora, nos podríamos incluso ir el jueves por la tarde, que salimos los dos a la tres, con lo que tendríamos 4 días completos de vacaciones y nos ahorraríamos los atascos de rigor.

Ni está confirmado que mi chico no trabaje el viernes, ni siquiera que se vaya a venir, ni tampoco es seguro que yo vaya a irme a Torrevieja, pero el caso es que la posibilidad está ahí. Entonces he ido a mi jefe, Jesús, a plantearle la posibilidad de tomarme ese día de vacaciones, sin estar aún la cosa segura. Su respuesta me ha dejado atónito: No se, no se... es un viernes complicado.

¿¿Complicado??. ¿Pero qué tiene de complicado ese viernes?. Trabajo como informático en una autopista de peaje de Madrid, y es cierto que cuando hay un puente o una salida fuerte, el tráfico se incrementa considerablemente en la autopista, pero... últimamente mi jefe tiene por costumbre hacer que nos quedemos más horas de las que nos corresponde en la oficina por si acaso pasa algo. Pasar... ¿el qué?. Mi responsabilidad termina cuando los datos están correctamente organizados y distribuidos, esa es mi labor. Pero eso no parece ser de la opinión de otros: cuando me quedo en la oficina en este tipo de situaciones, supone estar ABURRIDO COMO UNA OSTRA esperando a que quizá me llamen para preguntarme cuánto tráfico está pasando por la autopista. Pese a que tenemos un centro de control con personal 24 horas con una herramienta que diseñé para que pudieran obtener esta información y, por tanto, les llamaran a ellos a cualquier hora para pedirla, da la impresión de que nunca se diseñó esa herramienta. Mejor tener al programador en la oficina por si se nos ocurre pedir cualquier información chorra que se nos pase por la cabeza.

Es una pesadilla: me siento completamente atrapado. No podré disfrutar de ningún puente o vacación normal mientras esté trabajando aquí. Y lo peor no es eso: es soportar los caprichos de una persona incapaz de ver más allá de sus propios intereses o desintereses.

No sé si tendré ese viernes al final, pero lo consiga o no, ya se me ha agriado el día.