10 de mayo de 2005

¿Por qué soy tan visceral?

Soy una persona visceral. Con todas sus consecuencias. No puedo evitar que las cosas me afecten en exceso, más de lo necesario y prudente, y mis emociones pueden llegar a ser tan intensas que llegan de hecho a provocarme desvaríos emocionales y físicos de forma transitoria. Así ha sucedido a lo largo de toda mi vida, aunque por suerte el paso de los años ha ido trayendome un temple y un control mucho mayor de mis emociones, y por supuesto un mejor tino a la hora de abordarlas.

Pero a veces, sólo a veces, me doy cuenta de que no es tan fácil controlar una parte inherente a ti y que nació contigo. Yo lo veo así: esta forma de ser es parte de mi desde que nací. Y, como ya he dicho, por suerte tengo un mayor control de mi mismo conforme los meses y los años pesan en mi existencia.

¿Por qué estoy reflexionando sobre esto?. Bueno, quizá debido al extraño fin de semana que he tenido. Me he visto solo en muchos sentidos, aunque mayormente esa soledad ha sido simplemente física. No es lo mismo "estar" solo que "sentirse" solo, y por suerte, de esto último hay más bien poco. Pero ha habido dos momentos en los que realmente lo he pasado mal y ha sido sobre todo lo mi exagerada reacción ante las situaciones.

No quería quedarme en casa con mi madre. Ella iba a estar allí y yo no quería estar con ella. Me asfixiaba la idea. Me agobiaba de manera alarmante. Y ninguno de mis amigos podía, por diversas razones, quedar conmigo ese día. Y me desesperé. Acabé dando tumbos de un lado para otro en la noche del sábado para finalmente darme cuenta de que iba haciendo una memez tras otra. Que si ahora me voy a tomar algo solo, que si no puedo aparcar, que si me agobio y me voy al cine, que si al llegar al cine no hay sesiones propicias, que si acabo cenando solo a las tantas de la noche en un Burguer King... cuando estaba volviendo a casa, me estaba diciendo a mi mismo "Dani, chico, has perdido momentáneamente el norte". Y no obstante, al llegar a casa y meterme en la cama me sentí reconfortado, y el domingo no fue en absoluto una agonía.

El segundo momento de angustia vino cuando le conté todo lo ocurrido a mi chico. Tenía miedo de que me juzgara como una especie de niño caprichoso, de persona desordenada emocionalmente, de TONTO, hablando en plata. Y como él ya tiene sus propios problemas de otra índole, ¿quién soy yo para venirle con cuentos de niño pequeño?. Al menos eso es lo que sentía en ese momento.

La sensación que me invade cuando hablo de mis reacciones exageradas es que me disminuyo. ¿Alguna vez no os ha pasado que, al intentar justificaros, intentar explicar algo, conseguís exactamente el resultado opuesto?. Eso me sucede a mi más a menudo de lo que me gustaría. Y eso es lo que pasó.

Con respecto a la aparente dependencia que tengo de los demás para sentirme pleno, como podría parecer leyendo mis palabras acerca de lo ocurrido el sábado: NO es así. En absoluto. He pasado demasiado tiempo solo en mi vida como para depender de los demás para ser feliz. Es más, esta forzada soledad me ha convertido en alguien que "necesita" de sus propios momentos de soledad para alcanzar un estado de plenitud y de paz. Lo cual no significa, obviamente, que no desee la compañía de aquellos que quiero.

Pero el problema vino con que mi madre está últimamente muy "pesada" conmigo, y odio muchas veces cómo se inmiscuye en mi vida privada. Por tanto, opto por "escapar" de la mejor forma posible. Y el sábado, al ver que no podía hacerlo, lo pasé mal.

Todo esto que estoy contando, que parece un revoltijo de ideas desordenadas que parecen tener un patrón común, es, efectivamente, el título de este post: ¿Por qué soy tan visceral?. Es, posiblemente, la parte que más odio y más amo de mí mismo a la vez, una especie de Dr. Jekill y Mr. Hide de mi persona.

Me gusta ser una persona pasional, o sentida. Analizándolo con detalle, me parece que es un rasgo de mi personalidad que me hace más humano, más vivo. Me hace sentir, la mayoría de las veces, bien conmigo mismo. Pero no siempre: es un arma de doble filo.

Cuando sufro más de la cuenta acerca de situaciones aparentemente (y no tan aparentemente) irrelevantes, me siento bastante necio, estúpido, y niño. Y si además revelo mis sentimientos a los demás, me siento aún más tonto. Es en ese momento donde se me revela lo estúpido de mi forma de hacer las cosas y de mis reacciones fuera de lugar. Soy como un niño de escaso entendimiento que hace las cosas movido por la impaciencia, desembocando en la locura, sin intención alguna de llegar a esos extremos.

Pero luego recobro la consciencia, y el buen tino, y descubro también que no hubiera cambiado las cosas en ningún momento. Cada experiencia que una persona vive, buena o mala, es en todo caso una lección más, y la constante oleada de situaciones parecidas que he vivido con mi visceralidad me ha permitido, un poco más, explorar partes de mi que no conocía bien, y a convivir con ellas e incluso dominarlas. Poco a poco: como una lección que debe ser repasada de forma regular para no olvidarla. Así soy yo.

No es desconocido para mi el saber que soy una persona muy insegura de sí misma, y que sin embargo sabe ver cuando se encuentra plenamente despejado que se quiere mucho a sí mismo y que no cambiaría esa inseguridad, esa fragilidad, esa visceralidad. Porque es el fino cristal que separa al Dani inflexible del Dani sensible, y creo que el secreto consiste en tener un poco de ambos. Sólo así se puede conseguir una integridad más o menos homogénea.

No, no tengo fantasmas interiores. Creo conocerme muy bien, e incluso en los momentos en los que me cuesta controlar mis emociones soy plenamente consciente de qué las provoca y qué las retiene. Eso es un tanto que creo tener ganado.

La pregunta era: ¿Por qué soy tan visceral?. La respuesta es: "Porque no puedes evitar ser TÚ".