26 de febrero de 2006

Un metafísico anuncio de colonia


Madre del amor hermoso qué suplicio fue tener que ver la última película de Terrence Malick, El nuevo mundo, protagonizada (en estricto orden de importancia) por la desconocida y preciosa Q’Orianka Kilcher, a la cual acompañan como perfectos secundarios el famoso Colin Farrell y el atractivísimo Christian Bale.

Ya desde el principio se nota el sello inconfundible de Malick que tan famoso le hizo en La delgada linea roja, dando una importancia desmesurada al poder de las imágenes y la música. Al principio dices jo, que bonito pero después de estar las casi 2 horas y 20 minutos que dura la película viendo como 100.000 planos de la SteadyCam recorriendo el puto río mientras anochece con los arbolitos al fondo, los 400.000 planos contrapicados de los árboles con la luz del sol dejándose entrever entre ellos, o las 100.000 veces que ves cataratitas y rocas, al final te acabas aburriendo. Eso por no hablar de los momentos me gusta ser mujer de la protagonista de la película (que pese a saber que es Pocahontas, es un nombre que no se menciona nunca), y de las 100.000 veces que ves a los indios haciendo el idem por los campitos de trigo y blablabla.

Acción, poca. Diálogos, menos. Las palabras se miden hasta el extremo y se hace un uso abusivo de la voz en off. Eso sí, metafísica hay para parar un tren. Que si somos cono la hierba, que si los hombres crecen como los árboles, que si dónde estás, madre… zzzzzzzz.

La historia no engancha, el pulso narrativo sufre de un grave problema de continuidad (a Malick le encanta meter planos de esos de anuncio de colonia hasta cuando hay una conversación directa entre dos personajes). Los actores están insulsos y sólo tiene interés la exótica belleza de Q’Orianka Kilcher y la arrebatadora sonrisa de Christian Bale, cuyo personaje es el colmo de la sabiduría, comprensión y bondad. Luego está el hecho de que hablen de los indios como seres que no saben de maldad (ni siquiera tienen palabras en su idioma para hablar de envidia, codicia, etc…) y sin embargo no veáis qué leña reparten. Mención aparte tiene el hecho de que haya 38 personas en un fuerte, y en un ataque de los indios caigan 60…

Con todo, la película no puedes calificarla de mala, porque aunque está rodado en un puñetero bosque que podría ser cualquiera (salvo alguna parte en Inglaterra, el resto es un descampado, y algunos poblados entre los árboles), el maquillaje, vestuario, montaje, etc… es de primera calidad. La fotografía es espectacular aunque llegue a aburrir de tanto uso y abuso de paisajes idílicos, y la música de James Horner es muy buena aunque a veces tenga tufillo a Braveheart (en más de un momento parecía estar escuchando el principio del Main title de la película mencionada).

Conclusión: si te apetece ver un anuncio de colonia de dos horas, ve a ver esta película que, si por algo destaca, es por tediosa pese a su más que evidente belleza y peculiar poesía inherente. Al menos, en mi opinión.

Un abrazo.

¡Vaya panda de Gei-shas!


Ya que no hemos podido salir este fin de semana entre pitos y flautas, y ya que nos habíamos preparado el disfraz, anoche decidimos Jose, Miguel y un servidor cenar en mi casa y de paso hacer el chorra con los disfraces de Geisha que habíamos preparado. Viendo la foto, creo que sobran los comentarios... lo pasamos genial haciendo el tonto por la casa con los disfraces, mientras mi madre nos miraba atónita.
Incluso llegamos a repartirnos los papeles de Memorias de una Geisha... Jose pidió ser Calabaza, Miguel era Mameha y yo... bueno, más bien ellos decidieron que yo debía ser Hatsumono. En fin, cosas que pasan. Faltaba Sayuri, que estaba trabajando... ¡qué se le va a hacer!.
Pero ojalá todas las veladas fueran tan divertidas como la de anoche, jajaja...
Un abrazo.