3 de octubre de 2006

Dispersión otoñal

Es curioso, tengo cargo de conciencia por llevar varios días sin escribir una palabra en el blog pese a mi evidente falta de tiempo y ganas de hacerlo, además de no tener nada en concreto que contar. Supongo que me tomo demasiado en serio esto y, en el fondo, debería reconocer que un Blog no es algo a tomarse en serio, aunque tenga su evidente lado práctico. Me ayuda. Me ayuda a evadirme del trabajo y a relajarme.

En fin, como aunque a veces tengo brillantes idea que contar por aquí además de las banalidades de turno como mis figuritas de Caballeros del Zodiaco, las pelis que he visto en el cine o la música y discos que me gustan (que también tienen su importancia, la verdad), haré un pequeño resumen de estos días pasados.

El fin de semana ha sido extrañamente disperso, muy difuminado… mi gente querida, por una razón u otra, se ha ido a diversos sitios, aunque he podido ver a Juan Carlos y Manolo e ir con ellos a ver Alatriste (un auténtico coñazo, todo sea dicho) y también "reconciliarme” (ojo a las comillas, las recalco) con Carlos y Nacho. Fue un shock para mi al principio pensar que esos dos se hicieran novios, pero supongo que se debía a mi situación personal. Pero bueno, como ya de eso hace tres meses y veo que están estupendamente (por no decir muy bien) juntos, el sábado pasé con ellos una tarde de compras muy divertida y por la noche salímos de copas. Entre medias, me escapé a ver Click, la última comedia de Adam Sandler. Muy divertida y con momentos realmente buenos, el caso es que al final acabé llorando a causa la moraleja sensiblera que tiene la peliculita. Lo que me faltaba: ya lloro hasta con las comedias. ¡Por cierto!. Que al salir de copeteo me volví a encontrar con Dolly Partos. ¡Ya pensaba que te habías muerto, NEEEEENA!.

Ahora tengo agujetas. El sábado me pasé hasta las 6 de la tarde desde primera hora de la mañana cargando cajas, sofás y demás muebles. Y es que unos tíos míos se mudaban y tocaba ayudar. Uf, que paliza… cuando pienso que esta es solo la primera de las múltiples mudanzas que me esperan estos meses, me da un pereza horrible. Al menos el domingo mi tía nos invitó a todos a una comilona por ayudarles y por el cumpleaños de esta… así compenso el exceso de ejercicio, jeje… aunque mi lorza esté cada vez más hermosa.

Estoy revisando lo escrito hasta ahora y me está gustando. Me encanta escribir sin ideas predefinidas, mezclar las churras con las merinas, no tener una estructura narrativa concreta. A veces ayuda el no tener que pensar demasiado, hacer que las palabras fluyan solitas. Pues nada, sigamos.

El domingo me dediqué a descansar, comer e ir a última hora al cine. Pero entre medias de todo eso, empecé el Kingdom Hearts 2. Es curioso, porque no he jugado al primero. Se lo regalé a mi querido primo Victor antes de poder jugarlo y al final se lo quedó y a mi se me fue el santo al cielo comprarme uno nuevo. Pero me da igual… este no pienso dejarle escapar. Simplemente estoy apabullado. Es un juego de tal grandeza que me quita el hipo. Prácticamente no hay un solo personaje entrañable en ese juego que no adore. Están todos los personajes de Walt Disney (o casi) y los de Final Fantasy metidos ahí. Además el doblaje al español que le han hecho es de cine. Dios, ¡si hasta Sally de Pesadilla antes de navidad tiene la misma voz que en la película!. Seguiremos informando al respecto, pero creo que me lo voy a pasar de lo lindo con él. Entre ese y el Saint Seiya: Hades, creo que tengo bastante hasta que salga mi ansiado Final Fantasy XII.

Lamentablemente, el fin de semana es corto. Ayer tuve un día largo, realmente largo, y es que los primeros de mes en mi empresa suponen el triple de trabajo a nivel de informes estadísticos. Agotador… antes de las once de la noche ya estaba en cama, porque no podía más. Y ahora estoy aquí, empezando un nuevo día largo y escribiendo algunas líneas baldías antes de hacer más labor administrativa.

¿Que cómo me siento?. Pues no se, todo está bien y a la vez siento una especie de dispersión extraña. Como dijo ya Bilbo Bolsón, soy mantequilla untada sobre demasiado pan. Esta semana es mi cumpleaños y extrañas circunstancias nublan el día de su celebración aunque procuro quitarle importancia al tema y disfrutar de ello sin más. Me apetece tener a todos juntitos en casa conmigo y contarles mis chorradas.

Esta semana tengo que sacar hueco para matricularme en la UNED, ir al dentista, ir a ver a mis primos, ir a ver a César para que me de la dieta, acabar un par de webs que estoy haciendo… uf, agotador. De verdad.

Ahora que vuelvo a releer lo escrito, me fijo en que no podría ser mas adecuado este texto a lo que en él cuento: está tan disperso como yo. Y es que en el fondo somos los que escribimos, lo que escuchamos, lo que vivimos. ¿Será el otoño?.

Un abrazo fuerte.