20 de noviembre de 2007

Los oportunos politonos

Llevo unos cuantos días bastante inactivo bloguerilmente hablando, y es que en verdad lo mío es un sinparar. En lo profesional estoy un poco hasta arriba, lo justo para no estar agobiado pero sí para no tener un segundo de respiro decente. En lo personal, no podría sentirme mejor ahora mismo, es sencillamente imposible. Y eso, por ende, también me roba mucho tiempo.

Podría hablar de muchas cosas, como las películas que he visto últimamente, los discos que estoy escuchando (tengo que hacer una review de la impresionante BSO completa de El Retorno del rey, que ya tengo), o de este absurdo y patético mundo donde un simple ¿Por qué no te callas? provoca polémicas entre países (seguido del politono y realtono correspondiente), de las manifestaciones a favor de Primo de Rivera, de la separación de la Oreja de Van Gogh, del frío que azota mi ciudad… y de un largo etcétera, pero hoy me apetece comentar por encima de todo eso un fenómeno curioso que se lleva observando desde hace tiempo en esta moderna sociedad: los tonos de móvil en los momentos más inoportunos.

Que quede claro que aquí voy a citar situaciones personales en tono jocoso pero que en el momento concreto no me hicieron ninguna gracia.

Todos nos hemos visto en la situación de escuchar el tono de moda (o no tanto) en algún momento cuanto menos inoportuno: en un restaurante, en un autobús, en el metro, en una reunión de trabajo… etc. Ahí, en esos momentos, puede ser incluso gracioso o cuanto menos anecdótico, pero… ¿qué pasa cuando esto ocurre en momentos en los que el móvil debe por narices estar apagado?.

Estás en el cine viendo una película y el móvil de la persona de atrás no solo no deja de sonar, sino que además se mantiene una conversación sin despeinarse. Tampoco sirve de nada quejarse ni decírselo a los de seguridad.

Estás en la misa por tu bisabuela y pese a que el cura pide que la gente desactive los móviles, durante toda la misa nos vemos amenizados por la Salve rociera en politono.

Y ahora viene lo más divertido: la música en los entierros. No hay nada más ameno que estar enterrando a algún ser querido tuyo y no dejen de sonar los grandes éxitos de la radio. ¡Así cualquiera se anima en esos duros momentos!.

Cuando murió una tía mía, la Samba de Janeiro fue su música de despedida. Cuando enterré a mi abuelita, escuché un par de veces el Papichulo. Y el otro día, en el entierro de mi bisabuela, la despedimos con el Hips don’t lie de Shakira. No una vez, sino dos.

Una cosa es no tener cuidado, otra no tener respeto por ciertas cosas. Que conste que ni soy de esos que piden silencio sepulcral en una iglesia (y menos por ser iglesia) ni en casi ninguna situación, pero tengo muy claro que esto de los tonitos de móviles (además de ser un negocio redondo para gente lela, solo hay que ver lo inteligentes que son los anuncios del Club Zed) es un poco lacra, sobre todo por el mal gusto que tienen algunos a la hora de ponérselos como tono regular.

Yo ahora mismo tengo de tono de móvil la melodía de Anatomía de Grey (discreta y elegante, creo) y para Sera, el Clocks de Coldplay. Aunque lo mismo me da por ser moderno y ponerme algo del estilo La terremoto de Alcorcón. ¡hay que modernizarse!.

Un abrazo.

P.D.: Lo olvidaba: ¡¡Feliz 20-N!!. (Modo ironía ON)