29 de enero de 2007

A star is born: Jennifer Hudson

Mucho bombo con la omnipresente y megadiva Beyoncé Knowles, pero tras ver este pasado viernes Dreamgirls, puedo afirmar que ha nacido una estrella: Jennifer Hudson.

Esta muchacha, también surgida del concurso American Idol, versión americana de nuestro Operación Triunfo (de cuyas filas también han surgido cantantes tan fabulosos e interesantes como mi adorada Kelly Clarkson, Carrie Underwood o Taylor Hicks), y que fue sorprendentemente expulsada de las primeras de la cancha, demuestra en esta película que tiene auténtico poder para comerse la pantalla visualmente, interpretativamente y, sobre todo, vocalmente. Desde el primer tema Move ya intuyes que esta muchacha tiene una voz impresionante, pero ella es la mejor parada con temas tan increíbles como Love you I do, It’s all over, And I am telling you I’m not going, I am changing o One night only. En el tema I am telling you, especialmente, parece que la muchacha tiene no dos, sino seis pulmones. Te pone la carne de gallina, en una de las mejores escenas de la película junto con el montaje discotequero a lo Diana Ross del tema One night only. ¿En qué pensaban los de AI cuando la echaron?. ¡Si es una nueva Aretha Franklin!. Decir, además, que ha ganado merecidamente el globo de oro a la mejor actriz de reparto y que está nominada al oscar. Y parte como favorita, además… veremos a ver.

Ahora, me meto con la película. Le voy a dar un aprobado raspado, porque es realmente irregular y simplemente se deja ver. Y esto lo dice un amante de los musicales. Esta tiene una dirección correcta, con fotografía y vestuario muy logrados, y actuaciones como las de la ya citadísima Hudson o Eddie Murphy (sobrevalorada a mi gusto, el chico está simplemente correcto). La Beyoncé es anodina como ella sola, pero se luce que da gusto con el tema Listen al final de la película (es simplemente fabuloso) y apuesto lo que queráis a que se lleva el Oscar a la mejor canción.

Ahora lo malo: Jamie Foxx está espantoso, horrible. Es el peor de toda la película. El guión es hueco y aunque pretende meterse en temas como el racismo y ser muy pro-negro (no olvidemos que es un musical por y para ellos con 25 años de antigüedad), se queda en un biopic de las Dreamettes (a.k.a. Supremes) un tanto simplón, con exceso de metraje y mucha redundancia en ciertas escenas. Asimismo, si temas como los que ya he citado son una maravilla, otros aburren que da gusto o son un coñazo como Steppin’ to the bad side (metido con calzador en el metraje), Fake your way to the top o Cadillac.

Y ahora me meto con la versión española: señores, veanla en V.O., por piedad. Porque es de esas pelis que pasan del castellano a cantar en inglés en medio de una conversación, algo que odio con fuerza… grrr. Y un suspenso gigante, pero GIGANTE al cutrísimo subtitulado de la cinta. Se dejan media película sin subtitular… canciones a medias… ¡incluso una de ellas, Fake your way to the top, no la subtitulan ni una sola frase!. ¿Pero tanto cuesta subtitular todas las frases de una canción?. ¡Amos, anda!.

Si se es amante de los musicales se disfrutará, pero desde luego esto no es Moulin Rouge o Chicago. Lo mejor es, para mi gusto, disfrutar del poderío de Jennifer Hudson y de la enorme calidad de algunos de los temas musicales.

Puntuación: 6.

Valoración de 2006

Llevo un par de años más o menos con este blog (cumplirá 2 en un mes), y siempre que acaba un año me gusta hacer una pequeña valoración de lo que ha resultado para mi.

Este ha sido uno de los peores años de toda mi vida. No voy a valorar si ha sido el peor de todos, pero sí el peor de mi vida adulta con mucha diferencia. Empecé 2006 con una de las experiencias más horribles y desastrosas que podía vivir cualquier persona, algo que se me escapaba completamente de mis manos y que no podía controlar, que me llegó a provocar una enorme frustración y que me hizo entrar dentro de una extraña dinámica de la cual no pude salir bien parado. Y, sin embargo, no era aún lo peor que me iba a suceder. Lamento hablar en términos ambiguos respecto a este tema, pero creo que es lo mejor que puedo hacer por respeto a mí mismo y a los demás, y aún así dejar constancia de ello.

Desde principios de año hasta mediados, la situación fue levemente mejorando pese a todo el drama ocasionado, y llegó un momento en que incluso pensaba que todo iba a ser estupendo. Pero entré en una extraña dinámica en mi vida, la cual se me escapó de las manos y me hizo cometer las estupideces y necedades más grandes que jamás he cometido. Esos actos los he pagado muy, muy pero que muy caros. Actos que aún sigo pagando y que atormentan mi mente de forma cruel y despiadada, sin entrar en detalles. Sin embargo, y pese a que sé que no todo es debido a mi propia estupidez (nada es absoluto y las verdades siempre son las de cada uno), me hubiera gustado poder ser un poco más digno y coherente, pero el torrente de emociones que viví en esos meses fue tan estrambótico que, ahora que lo veo desde una moderada distancia, llego a la conclusión de que estorbaron mi buen juicio. El 10 de junio llegó el mazazo que me sumió en una depresión (real) que a duras penas a día de hoy voy superando y que me impide avanzar en ciertos terrenos. Lo bueno es que, conforme pasan las horas (recalco lo de horas) desde ese momento, vuelvo a ser la persona que siempre he sido, y con una lección bien aprendida. Mi esperanza: que algún día todo este asunto se enderece del todo, por todas las partes implicadas. Algún día.

En verano tuve una de las etapas profesionales más duras desde que desempeño dicha labor, y trabajé como un descosido en pleno julio y agosto para poder sacar adelante un ambicioso proyecto. El descomunal esfuerzo mereció la pena, pues en ese momento supuso un auténtico subidón de autoestima al conseguir el objetivo. Pocas veces me he sentido más orgulloso de mí mismo (profesionalmente hablando) como en esos días. Y perdón si parezco prepotente.

Los últimos meses del año se han caracterizado, ante todo, por la preparación de lo acontecido en los últimos días: la entrega de mi casa y mi emancipación del hogar materno. El lío de papeles, revisiones, visitas a bancos, etc… ha sido brutal, así como recientemente la mudanza… y lo que aún queda hasta que pueda vivir sin agobios allá. He ganado mucho en calidad de vida y he pegado un auténtico chupinazo en mi vida, pese a que ahora tengo mucho miedo, nervios y emoción contenida.

Ahora me siento relativamente sereno, aunque me reitero en esa emoción mezcla entre absoluta alegría y miedo aterrador que me invade. Nunca me he caracterizado por tener unas emociones lineales (va en mi naturaleza), pero supongo que el peculiar estado en que me encuentro agudiza ese vaivén.

Hablemos de lo más importante de todo: la gente. Las personas que me han seguido arropando este 2006 y las que han entrado.

He llegado a conocer en mucha profundidad a Carlos, a quien, sinceramente, no llegué a acercarme lo suficiente en 2005. Él fue mi mayor apoyo en los primeros meses del año, curiosamente... pero sigamos. ¿Qué haría yo sin mi Jose, mi querido y amado Jose?. Él y Miguelito, su novio, han sido lo más de lo más. Son las personas con quien más he compartido tiempo y vivencias en todo 2006 y les quiero y adoro con locura. Por ende, también con mis queridos Dany y Gemma, la parejita de moda durante los últimos 8 años.

Juan Carlos… ¿qué puedo decir de mi queridísimo, adorable, entrañable hermano mayor político?. Nuestras comidas al mediodía, nuestras nutridas conversaciones, salidas por la noche… en serio, jamás ha habido ni habrá nadie como él. Es pura admiración y cariño lo que tengo por esta grandísima persona que está ahí siempre que le necesitas. Estoy contigo siempre, y siempre me tendrás a tu lado, guapo. Y lo mismo le digo a Manolo.

Este año he conocido a muchas personas interesantes: Beni y César, el primero mi masajista particular y gran persona, y el segundo un chico excelente que regenta el mejor herbolario de Pinto. Mi nuevo compi de trabajo, César (#2), que en los últimos 6 meses junto a mi y Quique estamos haciendo un grupo de lo más homogéneo y unido en lo profesional y lo personal. No puedo olvidarme de mi queridísima Dolly Partos, con quien tengo unas conversaciones por el MSN de lo más cachondas y lo mismo cuando coincidimos en los bares. ¡Eres lo más, NENA!. Jacobo, el friki-consolero de pro, Isaac, mi osito achuchable, el otro Isaac (#2), algo más delgadito (jejeje), Leo el diplomático, y Alex (mi futuro profe de Japonés). Tampoco me puedo olvidar de Sergiote, cuya encantadora personalidad, amabilidad, buenos sentimientos y enorme corazón han hecho que quiera tenerle como amigo cercano (y espero que a la inversa también) pese a que desde que se ha echado novio ya no hay quien le vea el pelo, jeje.

La familia es lo último en ser mencionado, pero no lo menos importante. Mencionar a todos sería absurdo, parecería como un discurso de los Oscars, pero ya saben todos ellos lo mucho que les quiero.

Este año, tampoco puedo dejar de mencionar que he realizado dos viajes al extranjero: nada menos que a Dublín y a Chicago. La primera me pareció encantadora, adorable, mágica. La segunda fue simplemente una de las experiencias más increíbles que he vivido, una ciudad a la que regresar muchas veces y a la que recordar con el mayor de los cariños. Ya he hecho juramento de volver, y de hecho posiblemente en 2007 vuelva y, de paso, regrese a mi querida Nueva York. Seguiremos informando al respecto. Ojalá, y repito: OJALÁ pueda irme a Tokio en 2007, pero algo me dice que tendré que esperar un poco más.

Mi conclusión sobre 2006 es que ha sido el año en que más bajo he caído, con diferencia, y pese a que no quiero olvidar lo que ha ocurrido por mi propio bien para tenerlo presente en experiencias futuras, no recordaré en años venideros con ninguna alegría pese a las cosas buenas que me han ocurrido.

Mi deseo en 2007 es llegar a curar el mal que aún tengo dentro (ya debilitado, afortunadamente), poder perder algo de peso (he engordado casi 20 kilos desde principios de año) y, sobre todo, tener paz, mucha paz.

Y eso es precisamente es lo que deseo a todos los que hayan tenido el valor y atrevimiento de leerse todo este párrafo.

Un fuerte abrazo.