27 de enero de 2009

Valorando 2008

Si tengo que definir el pasado año en mi vida, creo que la palabra o adjetivo que mejor lo define es intenso. Porque creo que desde que vine a este mundo nunca había vivido mi vida adulta con tanta plenitud como en este. Y aunque en él ha habido algunos momentos muy, pero que muy malos, si tengo que poner en una balanza pros y contras, por goleada ganan los primeros. Porque los segundos no han sido sino eventos inevitables, esencias puras de esta (a veces) maldita vida que no podemos controlar ni prevenir.


Pero empecemos por lo más importante: la sonrisa de este caballero que veis en la foto de arriba es, sin duda alguna, lo mejor que me ha pasado en este año y en muchos otros. Esa sonrisa, maravillosa, indescriptiblemente bella, alegre, risueña y preciosa es el motor de mi mayor ilusión, como meter en una termomix un poco de amor, de afecto, de cariño, de pasión, emoción y risas contagiosas. Este va a ser mi único comentario, por aquello de no ponerme en exceso empalagoso, respecto a mi amado Sera. Porque creo que a buen entendedor, pocas palabras bastan. Y ya he dicho más que de sobra para hacerme entender.

Pasemos a más menesteres: los viajes por el planeta. Pensaba que 2007 había sido un año de mucho viaje, pero lo de este ha sido el acabose: en un solo año he estado en Ámsterdam, Roma, Florencia, Venecia, Nueva York, Filadelfia, Berlín, París, Versalles y Colonia. Eso por no mencionar los maravillosos lugares dentro de nuestra frontera: Sepúlveda, Almería, Sanxenxo, Torrevieja, Alicante, Cabo de Gata, Conil de la frontera, Gibraltar, Torremolinos, Toledo y Barcelona. En mi casa empiezan a llamarme Dani Fogg, y empiezo a entenderlo. Como ya he comentado, no obstante, en más de un post, siempre soñé con ver mundo y, poco a poco, lo estoy consiguiendo. Y me siento feliz y orgulloso de ello.

Buena parte de la posibilidad de viajar tanto la tiene una importante incorporación a mi vida, la de mi querido bigbro alemán, Guido, y su novio Jelle. Gracias a ellos y su indirecta ayuda, puedo moverme con un poco más de libertad gracias a su experiencia en los terrenos de las líneas aereas. Pero sería injusto y falso quedarme en algo tan supérfluo: concretamente, Guido se ha convertido en una sorprendente y muy querida amistad en este tiempo, pese a vivir tan separados. Y eso demuestra, de manera aún más patente si cabe en nuestro ejemplo, que en la vida actual las distancias físicas ya no tienen tanta importancia.

Las aportaciones personales a mi vida han sido como todos los años: gente que viene, gente que permanece, que se desvanece y que, directamente, ya no está. Y también gente que de forma dramática no vuelve jamás. Así es la vida: caminos que se unen y se separan, que se dan la mano para no soltarse, y otros para ser amputados de raíz.

He conocido a mucha gente maravillosa por la parte de mi chico, y me gusta disfrutar de su compañía. Tampoco puedo dejar de lado la de mi shimai Toni y su Nico, a quienes conocí en persona por fin en Barcelona y a quienes aprecio y quiero mucho pese a no poder tener lo que yo considero una amistad “normal”, porque cuando conoces a gente como ellos te dan ganas de tenerles más cerca para poder disfrutarles un poco más. Lo mismo se aplica a ese gran hombrecito de Torrevieja, Quique, un sol de persona que, si las virtualidades no nos joden la marrana, podremos desarrollar más aún una bonita amistad. Quién sabe. Lo único que importa, como siempre, es la alegría de conocer gente tan agradable. Reconforta el alma. ¡Rafa, no te olvido vestido de Joker!. Lo que pasa es que tú no eres una nueva aportación; simplemente ya te he visto la cara :)

Hay tanta gente en la situación intermedia que casi me da corte mencionar a todos; son aquellos que se quedan y no se van, los que son fijos (o al menos eso espero), los que no quiero que se vayan nunca. Ha sido un gusto ver como mi Jose y su Miguel conseguían por fin su casa, cómo se casaban mis amigos de toda la vida Dany y Gemma, seguir de cerca a mi Juan Carlos y a su Manolo, el nacimiento de Guillermo, segundo retoño de mis adorados María y Jose, seguir casi como si estuviera aquí a mi Javi en su estancia en Chicago mientras, a veces, salía con su Fer… y así, con mucha más gente. Gente que enriquece mi vida, le pone el aliño, me hace más y más grande, mejor persona de lo que podría ser por mí mismo. A todos vosotros, gracias. Pase lo que pase en el devenir de las cosas, por todo lo que sois y habéis sido.

Mi última mención es la más importante, porque es la de la gente que se ha ido. No la que no veo a menudo (a María y a Jose les veo poco pero les llevo dentro de mi siempre como si el tiempo no pasara, es irrelevante), sino la que ya, por mucho que lo desee, no puede volver. Hablo de la marcha de mi querido y adorado tío Félix, que falleció en mayo por culpa de un maldito, absurdo accidente doméstico que sumió a mi familia en un auténtico drama del dolor y sufrimiento del que no nos recuperaremos nunca del todo, pero a mi me gustaría ver su muerte desde otra perspectiva: la del amor y la esperanza. La del amor que todos le teníamos porque en verdad era alguien con un corazón tan grande que no le cabía en el cuerpo, porque puede estar orgulloso de haber sembrado tanto bien en todo lo que le rodeaba, y por la familia tan maravillosa y que tanto le quería, un amor que nunca se puede extinguir. La parte de la esperanza es la que queda en mi: porque su muerte, una vez más, me indica claramente que debo vivir todo lo que me rodea con intensidad, sin preocuparme más de la cuenta, saborear cada pizca de vida sin temor a nada, a intentar ser una buena persona y superarme a mí mismo, a querer sin miedo ni temor, a perdonar a quien me hiciera daño, a no ser rencoroso, a ser valiente, a abrazar con fuerza todo lo que amo, sea una persona, un lugar, una afición, un sueño. Ese, junto con su afecto, es el legado de mi grandísimo tío Félix a quien nunca olvidaré.

Este 2009 comienza bien, muy bien, por muchas razones. Tengo a alguien que me ama, amigos que me aportan muchas cosas buenas, proyectos personales que desarrollar con ilusión, y estabilidad. Es bueno ser consciente de ello, para apreciarlo con la importancia que se merece. Porque a causa del devenir de las cosas, de las tormentas que sin duda estarán por venir (así funciona la vida, y por eso hay que amarla, por lo que es), es bueno sentir las cosas positivas que te rodean.

Porque, claro está, aunque pueda dar la impresión de que soy una persona total y absolutamente feliz, no es así. Simplemente, a los lados oscuros les miro a la cara sin temor, pero les desprecio. De ahí mi omisión voluntaria de estos factores en este texto. Rechazo la negatividad, pero no la esquivo.

Nunca hay que olvidar la frase de John Lennon: Life is what happens to you while you’re busy making other plans. Siempre, por favor, tenedla presente. Es sabiduría pura.

Gracias, si has leído hasta aquí, por aguantar otro peñazo made in Dani.

Un abrazo.