23 de junio de 2008

Las chicas de Manhattan

Este pasado viernes fuimos en tropel amigos, madre, amigas de mi madre y mi nene a ver mi esperadísima versión cinematográfica de Sexo en Nueva York a Kinépolis. Y en versión digital, para verles bien las arrugas a las protagonistas, jajaja.

Hace mucho que no hago mención a ninguna película aunque estoy digiriendo cine en cantidades industriales, ni a las series que sigo, pero es que no tengo mucho tiempo ni sé realmente qué aportar, pero sí quiero hacer mi pequeña crítica y homenaje a una de mis series míticas por excelencia, la de las vidas de estas cuatro megapijas neoyorkinas con carisma por los cuatro costados.



He seguido las vidas de Carrie Bradshaw, Miranda Hobbes, Charlotte York y (mi favorita) Samantha Jones desde el primer al último capítulo con pasión desmesurada. Lo bueno de una serie como Sexo en Nueva York es que es una serie corta (20 minutos por capítulo) que al contrario que muchas series actuales, fue de peor a mejor, siendo la sexta y última temporada la más interesante de todas con mucha diferencia respecto a las demás, y terminando en un momento perfecto para dejar la serie a un nivel altísimo. Al igual que ha ocurrido con otro clasicazo como Friends, la popularidad de la serie no solo no ha decrecido desde que terminó en 2004, sino que ha crecido como la espuma, incluso en España donde su emisión pública en Antena 3 fue poco menos que desastrosa, siendo el boca a boca y el DVD quien la ha elevado al estrellato a nivel nacional.

Esperaba esta película con ilusión pero con escepticismo y temor. ¿Haría justicia una película a la serie? ¿Sería un simple capítulo extendido?. El viernes despejé mis dudas. Para empezar, la película tiene una duración muy poco comercial, casi dos horas y media, un punto a su favor para empezar. En segundo lugar, cualquiera que no haya visto la serie puede quedarse prendado inmediatamente de ella, haciendo un interesantísimo y dinámico resumen de la situación de las chicas en los créditos iniciales (Una excelente banda sonora, por cierto). Y tercero, un larguísimo y estupendo elenco de secundarios que ha sido bastante maltratado (lógicamente) en cuanto a aparición y diálogo, con mención especial a las tristes y cortas intervenciones de Harry, el marido de Charlotte, o de Stanford, el superamigo gay de Carrie, que en la serie dan mucha más miga.

Sexo en Nueva York trata de la vida de estas cuatro mujeres que tienen un nivel de vida que ya quisiéramos muchos mortales: nadan en el dinero, en los restaurantes de lujo, los desfiles de moda y siempre acostándose con unos tiarrones que solo ellas parecen encontrar en cada esquina. Lo mejor es que tienen unas profesiones que nada corresponden con esos gastos desmesurados que tienen. La serie, autoconsciente de sus excesos, satiriza de manera divertidísima todo este pijerío modelístico, e incluso se ríe de sí misma en algunos momentos (¡¡Me he puesto un pájaro en la cabeza por él!!). Carrie se va a la cama con un collar de perlas de caerse de espaldas, e incluso para ir al super llevan modelos que más de uno querría para su boda. Su vida social se compone de lugares chic para cenar e ir de marcha, de desfiles de alta costura, de subastas públicas de objetos carísimos, etc, todo esto mientras analizan el eterno debate de las relaciones entre hombres y mujeres en la edad contemporanea. La serie es lo más feminista y filogay que existe.

Pero ahora vayamos a la película en sí: no es nada del otro mundo ni nada que no hayamos visto ya en la serie. Se trata, simplemente, de hacer un larguísimo episodio contándonos lo que les pasa a las chicas tras su happy ending en la serie, haciendo ver que no todo es tan perfecto como pintaba. El argumento, si es que existe, es dar una nueva vuelta de tuerca a la vida de las chicas para que al final todo acabe exactamente igual que como al comienzo. Es decir: problemas sentimentales, buscar explicaciones a las fobias de hombres y mujeres, el desamor, blablabla. Es decir, un tópico tras otro sin fundamento ni trasfondo. La película es fría como un témpano de hielo, con excepción quizá de una preciosa escena entre Miranda y Steve cerca de finalizar la película con el tema How can you mend a broken heart de Al Green de fondo.

Es decir, que no vamos a ver nada que nos sorprenda ni una película de Oscar. Tampoco se ve ningún megapresupuesto para el cine, si exceptuamos los exageradísimos modelitos de las chicas a lo largo de todo el film.

Ahora bien, el gran acierto de la adaptación de Sexo en Nueva York al cine es lo tremendamente fiel que es a sí misma y a la filosofía de la serie original. Todo gira en torno a la vida de Carrie, pero no se ha restado ni un mínimo de protagonismo a las otras tres chicas. Las cuatro tienen sus grandísimos momentos. Tampoco ha cambiado el carácter que tanto diferencia a unas de otras: Charlotte sigue siendo la soñadora y tierna entrañable, Miranda la fóbica pedante y gruñona, Samantha el megazorrón con clase que es, y Carrie la moderada sufridora y reflexiva. Los personajes hacen completo ademán de sus rasgos que las caracterizan y hacen gala del enorme carisma que tenían en la serie. Los que salen perdiendo son los secundarios, que con excepción de Mr. Big apenas aparecen a modo de cameo en el film. La única incorporación fresca y que a mí me ha encantado (aunque es banal, como toda la película en general) es el entrañable personaje de la estupenda Jennifer Hudson.

Pero tampoco estamos ante una película nula. Simplemente es el espíritu de la serie concentrado, y personalmente creo que ha salido muy bien parado y lo ha hecho con mucha clase y estilo, siempre dentro de los límites que una serie como esta puede ofrecer. Lo mejor, sin duda, la vis cómica de Kim Kattrall y de Kristin Davis, Samantha y Charlotte respectivamente. Lo demás, simplemente para deleite de lo superficial y de las sátiras (la escenita de la ducha del vecino de Samantha, por ejemplo) excesivas. También hay mucho, mucho romanticismo de mercadillo con algún otro momento excelente (las poesías de libro que lee Carrie) que, sin embargo, funciona muy bien. Y, como ya he dicho, lo que realmente hace que le ponga un siete sobre diez a esta banal película es el enorme carisma de los personajes, que siguen en forma cinco años después. Eso sí, por favor, que paren ya. Es hora de dejar a esta maravilla de mujeres en el pasado y tener un buen recuerdo de ellas. Yo, por mi parte, todas las secuelas que he visto en forma de otras series-calco de esta como Lipstick jungle o la infumable Cashmere Mafia no le llegan ni a la suela de los zapatos por eso mismo, porque no tienen el corazón de Charlotte, la garra de Miranda, el magnetismo de Samantha ni la amistad perfecta que todos encontramos en Carrie.

Gracias, chicas, por hacerme pasar tan buenos ratos. Si fuera mujer ya tendría unos cuantos Manolos, aunque me costaran 525 dólares.

Un abrazo