29 de agosto de 2005

El escenario de mis sueños (Parte II)

Hace dos días que regresé de Nueva York, donde he pasado una semana con mi chico. También aprovechamos para hacer una de esas visitas Express agotadoras pero indudablemente prácticas a Washington DC. Aún siento en mis propias carnes esa desagradable y nueva sensación que es el Jet Lag, que me tiene absolutamente descolocado y que cruelmente me está trastocando mi primera jornada laboral tras las vacaciones.

Siempre había tenido una imagen muy concreta de Manhattan y de los distritos de los alrededores, y esa imagen, como suele ocurrir con todas esas cosas que pasan por nuestra mente infinidad de veces antes de llegar a realmente a nosotros, no se corresponde con la realidad. En este caso puedo decir que ha sido mucho mejor, pero con matices.

Aún recuerdo lo mucho que me palpitó el corazón cuando vi por primera vez ese monumento de rascacielos que es Manhattan con mis propios ojos. Y cuando entré en sus calles tras pasar por el tunel del East Side, sentí flotar. Como bien apuntó mi chico, la sensación era extraña, pues era como si ya hubiera estado en esas calles. Lo cual no me impidió quedarme en estado de shock cuando vi ese hipnotizante lugar que es Times Square, lleno de luces de neón, paneles digitales cada 2 metros, publicidad, restaurantes, gente a mansalva, los innumerables taxis... en verdad me sentí en medio de una especie de Show, un escenario como la avenida de Broadway que por allí mismo pasa. Y la sensación fue agridulce: maravillosa en su mayor parte, pero también me sentí minimizado, una parte estéril de algo muy por encima de mi. Es difícil de explicar, pero supongo que se podría decir que, simplemente, me sentí sobrecogido ante la enorme magnitud desplegada ante mis ojos.

El resto de los días transcurrieron con tanta cantidad de momentos inolvidables y memorables que podría escribir un libro entero contándolas: el imponente Central Park, el paseo por el Ferry desde el Battery Park, la vista por la noche desde el Empire State Building, el atardecer desde el puente de Brooklyn, ver El Fantasma de la Ópera en el Majestic de Broadway, la exótica Chinatown, el barrio del Soho (donde querría vivir, sin duda)... y el viaje a la ciudad de funcionarios por excelencia, Washington DC, con el nacarado Capitolio, la casa de ese despreciable ser que es Bush, el pentágono, el cementerio de Arlington, el monumento a Lincoln, los parques, museos, archivos...

Cuando me refería a esos matices que han aportado su ingrediente agrio a una dulce tarta, simplemente hablaba de una sensación que todos conocemos: cuando el sueño deja de ser un sueño y pasa a ser algo real. Pierde su magia. No es algo malo; simplemente se convierte en algo distinto. Nueva York me ha impactado de muchas formas y nunca lo voy a olvidar, y de hecho sé que volveré alguna vez en mi vida, pero ya no es un icono ni algo que solo reside en mi mente: cada edificio, ladrillo, calle o acera ya es algo muy real para mi, y no sólo algo que imaginar.

Sería bonito pensar que todas las cosas en esta vida fueran como un sueño, ¿verdad?. Y es que a veces, sólo a veces, la auténtica belleza de algo reside sola y únicamente en nuestra mente, porque es algo nuestro y de nadie más.

Me gustaría despedir este comentario haciendo mención a quint: gracias por leer mi blog. En verdad este blog lo hago más pensando en una forma de expresar y, por tanto, liberar de forma escrita mis sentimientos e inquietudes, sabiendo que estos pensamientos pueden ser leídos. La idea de que a alguien le guste lo que escribo es estimulante. Gracias nuevamente.

Un abrazo muy fuerte.

17 de agosto de 2005

El escenario de mis sueños

A mis 24 años apenas he viajado fuera de mis fronteras. Conozco bien el territorio geográfico de mi país, y pese a que no conozco todos sus rincones, puedo presumir de ido a todos los lugares importantes del mismo. También he visto Tenerife y el Algarve de Portugal. Y después de todo eso está el único lugar lejano al que en verdad he ido: Londres. Es mi segunda ciudad, y desde los 16 años he estado allí 5 veces, dos de ellas como estudiante. Adoro Londres y desearía pasar una parte de mi vida viviendo allí, pero llegue o no llegue, es uno de esos sitios donde se queda algo más que un recuerdo.

Todos tenemos algún lugar en nuestra mente, un sitio que tenemos idealizado por alguna o múltiples razones. Yo tengo muchos de ellos, y concretamente dos: Tokio y Nueva York.

Desde que era niño, la imagen de la gran manzana ha sido algo inalcanzable para mi, un lugar que no existe en verdad, algo que sólo podía ver a través de las películas que tanto me gustan. No me hago idea siquiera de cuantas películas he visto con Nueva York como escenario principal. Tampoco eludo la historia de la ciudad que tan bien conozco, incluyendo lo ocurrido el pasado 11-S. Sus calles, sus edificios, su alma... parece casi como si ya fuera parte de mi pese a no haber caminado un solo paso por sus calles.

Sueño con recorrer el puente de Brooklyn al atarceder mientras veo la noche caer sobre Manhattan, con observar el horizonte desde lo alto del Empire State Building, con recorrer Broadway y meterme en alguno de sus cines o musicales...

Pues bien, aunque resulte imposible de creer (al menos mi mente no acaba de hacerse a la idea, como una de esas cosas que llegan tan deprisa, cuando llevas imaginándotelas toda la vida) ese sueño va a cumplirse esta misma semana.

El viernes, sobre las 11:00 de la mañana, parto hacia Nueva York. 9 horas después aterrizaré en el aeropuerto JFK y me dispondré a pasar una semana conociendo de primera mano el escenario de mis sueños.

Espero poder contar mucho más cuando regrese. Estoy muy emocionado, tanto como un niño que va a cumplir el más loco de sus locos sueños.

Un abrazo.

8 de agosto de 2005

Reflexiones pasadas sobre la vida

Me gusta mucho escribir acerca de las cosas que me pasan o dejan de pasar en el día a día. ¿Quién no se ha puesto a intentar expresar su forma de ver las cosas en este mundo en una o más ocasiones?. A mi me ha pasado muchas veces... siempre motivado por algo en concreto. Acabo de encontrar en los recónditos lugares de mi disco duro algo que escribí hace la friolera de casi 4 años. Aunque me expreso de forma bastante ambigua, al releerlo he sabido exactamente el motivo por el que lo escribí, pero es algo que prefiero guardar para mi. No obstante, como se trata de algo que salió de mi de una forma tan dramática pero que a su vez encerraba una serie de reflexiones muy maduradas y posiblemente más lúcidas de lo que suelo engendrar normalmente, quiero compartir este texto en este Blog. Ahí va:

UNA PEQUEÑA REFLEXIÓN SOBRE LA VIDA
Dani - 15/10/2001

¿Qué es la vida, cual es su sentido?. Pregunta estúpida, inutil, imposible de responder... ¿y a qué viene escribir un relato sobre ello?. Francamente, no lo sé. Básicamente, estos días he tenido mucho en que pensar... y el anhelo de escribir sobre la necesidad que sentimos de ser útiles, de ser queridos, amados, apreciados... y de tener ese sentimiento de plenitud, de que nuestro paso por el mundo de verdad sirve para algo.

Últimamente he vuelto a vacilar sobre muchas cosas. A pensar que no es importante mi presencia aquí. ¿Cuándo no lo ha pensado alguien, sinceramente?. Enfrentarse a los temores personales, un entorno que se vuelve hostil, una decepción... todo ello puede contribuir a que alguien se sienta así... vacío. Vacio de espíritu. Vacio de ilusiones, de sueños, esperanzas, metas... vacio de ganas de vivir.

Algo ha dejado mi vida y no sé donde se ha ido. Alguien me llama, y no es lo que estaba buscando. ¿No me veias?. ¿No me oias?. ¿No me veias ahí de pie?. ¿Por qué has encendido las luces?. ¿No ves que estaba durmiendo?. Dí que rezarás por mi. Ayúdame a sentir la fuerza de la cual forjé mi identidad. ¿Me ha sido robada?. ¿Mi corazón me está traicionando?. Todos mis sueños, de repente, parecen... VACIOS”.

Sin embargo, lo más frustrante de todo es ver que el mundo no se para, no se detiene porque tú estés mal. Y más duro es ver la indiferencia, incluso la rudeza de aquello o aquellos que te dicen que te levantes y sigas el ritmo cuando lo último que eres capaz de hacer es precisamente levantarte.

Es casi opuesto lo que se desea: solamente estar estancado en un mar de tristeza y soledad, deseando estar lo más abandonado posible pero a su vez deseando que ocurra algún milagro que te saque de semejante y horrible sentimiento.

Todo depende del punto de vista: mucha gente te dirá nadie va a hacer que ocurra... solamente puedes hacerlo tú y otra te dirá dame la mano, y te ayudaré... pero la situación es muchas veces tan precaria que no deseas que se te dé la mano.

La pregunta es: ¿Cuánto está dispuesto alguien a extender la mano por sí mismo para ayudarte?. O lo que es lo mismo: ¿Cuánto le importas?.

Se dice que lo más bonito de la vida es el amor. Que sin el amor nadie puede sobrevivir. Que es lo que hace que cada mañana te levantes con fuerzas para seguir. El amor lo es todo.

Respiraré por ti cada día, te reconfortaré a traves del dolor, ahuyentaré tus miedos con un beso. Puedes venir a mi y llorar, debes entender que siempre te daré todo lo que soy por dentro. Jamás estaré demasiado lejos para dejar de sentirte, y no vacilaré en absoluto, seré aquel que te ataje en tu caida... siempre que llames”

Pues bien: si la vida es equivalente al amor... ¿qué ocurre si te sientes vacio de él?. ¿Y si eres tan obstinado que no puedes ver que la gente a tu alrededor te quiere, aprecia, incluso adora... y eres incapaz de sentirlo?. ¿No es sino una forma sutil de morirse por dentro?. Es algo horrible ser testigo de algo así, y mucho más ser quien sufre de esto. Supongo que todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos sentido así.

El punto de vista sobre qué es lo importante de la vida y no lo es, varía individualmente, y muchos anteponemos nuestras prioridades para así adaptarnos a nuestra propia situación. Porque todos tenemos miedos, todos tenemos metas, todos tenemos nuestras propias preferencias, y a su vez nuestra lista de prioridades en la vida es lo que nos ayuda a enfrentarlo todo.

Reprimir sentimientos es una estupenda manera de luchar contra un miedo, trauma o resentimiento. La más sencilla y eficaz, pero en la que más cosas sacrificamos, y las más importantes. Pero no es cuestión de juzgar lo adecuado o no de hacer esto... cada uno debe pensar en ello por si mismo. Desgraciadamente, la mayoría de las veces no es individual el resultado de las decisiones que tomamos. En particular, se suele hacer mucho daño a otra gente con determinadas decisiones que tomamos, siendo así egoista y haciendonos creer a nosotros mismos que “es para mejor” cuando en realidad no sabemos bien el camino que vamos a seguir desde ese mismo momento.

Vivir es un tremendo caos que nos lleva a un desierto en el que cada camino es incierto y para no sentir la incertidumbre de donde nos llevará el que tomemos, seguimos más o menos una senda ya definida por otros. Y el que se arriesga a tomar un camino distinto se juega el ser marginado. ¿Injustamente?. Volvemos a lo mismo: eso, desgraciadamente, no se puede juzgar objetivamente.

Aún no puedo creer que el mundo sea como es. Aún me cuesta comprender muchas de las cosas que ocurren, ME ocurren y ocurren a los demas. Es todo tan complejo, tan inestable, tan caótico... sí, se suele decir “pero es que así son las cosas, no puedes cambiarlas, tienes que aceptarlas...” y yo me pregunto POR QUÉ tengo que hacerlo. No quiero aceptar muchas cosas.

Supongo que no es más que un estúpido idealismo el pensar que cada uno hace de su vida su propio mundo, en su imaginación crea un propio orden de ideas que más o menos lo mantienen cuerdo y le permiten seguir... pero es un arma de doble filo. Porque nadie puede vivir fuera de una sociedad, y ese mismo orden de ideas en otra persona puede mandar al traste todo lo que uno considera esencial e importante en su vida.

Y vivir no es facil... no lo es, en absoluto.

Un último parrafo a añadir es el de la esperanza: Hay que soñar y creer que sí se puede vivir feliz, hay muchas cosas bonitas por las que la vida merece la pena que superan todo lo malo que nos rodea. Sé que no es facil, que a veces el mundo entero parece ponerse en tu contra, que nadie va a comprender cómo te sientes, que tu forma de sentir las cosas puede provocar rechazo en los demas... pero hay que comprender que la vida es un continuo remolino que gira provocando cambios, que los cambios implican madurez, y que solamente pasando a traves de todas las experiencias que la vida nos ofrece podremos evolucionar... y quizás esto sea lo más bonito de la vida y a su vez lo más terrible... pero como he dicho varias veces... el juzgar esto depende de cada uno.

La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes


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Es curioso leer esto ahora... sigo pensando muchas cosas de las que he escrito aquí y es curioso recavar en tu propia mente cuando ha transcurrido tanto tiempo. Para empezar, dudo que hoy en día fuese capaz de expresarme de una forma tan extremadamente transparente. Creo que tendría vergüenza de hacerlo.

En fin, las conclusiones podéis sacarlas vosotros mismos...

Un abrazo