25 de octubre de 2007

Risas y copas de vino

Hay sábados y sábados con mayúsculas. El pasado fue para mi y por muchas razones muy especial, aunque se llevó la palma la extraordinaria velada que pasé junto a Sera, Juan Carlos y Manolo hasta bien entrada la madrugada.

Tras salir del cine del Palacio de la prensa con mi madre, con la que fui a ver Siete mesas de billar francés (excelente película de visionado obligatorio, por cierto) quedé con el churri y mis queridos amigos para cenar en un restaurante de Chueca, La sacristía, sitio que si no conocéis os recomiendo desde ya. No es un sitio barato, pero tampoco es para tanto y la calidad de la comida y el servicio es de matrícula de honor. Allí estuvimos hasta casi las 12 y media de la noche entre copas de vino, bacalaos, solomillos y demás. Además de la divertida conversación que acabamos teniendo conforme avanzaba la velada, tuvimos un compañero de lo más simpático.

En medio de la velada, una chica de la mesa de al lado se acercó para pedirnos permiso para que su tío (estaban de reunión familiar), que venía de Aragón, se marcara una jota a capella. Esa jota se convirtieron en cinco por lo menos, y al final acabamos todos aplaudiendo a este pintoresco señor al cual hasta sacamos foto y todo.

Pero como la noche era joven, nos fuimos a tomar un copazo y divertirnos, y así permanecimos hasta casi las cuatro de la madrugada: música entretenidísima aderezada por la compañía de unas travestis divertidísimas y un par de inglesitas en busca de hombres. Ya me tocó a mi decirles que no era el lugar adecuado, pero eso no le impidió a una de ellas en un momento de la noche el intentar calentarme un poquito con bailecitos chechis. Pobre.

Tras intentar entrar a un par de sitios más y cruzarnos brevemente con otros amigos, al final nos fuimos a casa, cansados y satisfechos, con la garganta dolorida (al menos yo, algo que aún arrastro) pero con una sonrisa de oreja a oreja.

Y es que no hay nada como una larga velada con buenos amigos, unas copas de vino y mucha, mucha vida y mucha risa. Ojala todos los días fueran así.

Un abrazo.