20 de abril de 2009

Conversando con Totoro

- Totoro: Hola Dani.

- Dani: Hola Totoro. ¿Qué tal estás?.

- T: Pues como siempre; ya sabes, metido todo el día en un árbol tocándome la barrigota y durmiendo a pierna suelta.

- D: Pero yo creía que por las noches trabajabas.

- T: Bueno, pero solo cuando algún humano pedorro me visita… entonces los tengo que sacar de paseo por el aire. Pero bueno… no hablemos de mis cosas… ¿qué te pasa?.

- D: Bueno, perdona si es muy inoportuno, pero últimamente me encuentro un poco triste y afligido.

- T: ¿Y eso por qué es?

- D: Pues es que no es fácil de explicar… no me pasa absolutamente nada grave, nada me quita el sueño y casi no tengo problemas reales en el día a día ni en mi vida en general…

- T: ¿Entonces qué te pasa?

- D: Me siento muy inseguro conmigo mismo, y algo frustrado porque tengo un par de rasgos en mi carácter que no me gustan nada, soy plenamente consciente de ellos y no sé qué hacer para poder cambiar. Me siento muy frustrado.

- T: ¿Hasta qué punto?

- D: Normalmente, ni lo pienso… son tonterías objetivamente hablando, pero a veces me hacen incluso sufrir.

- T: Entonces no son tonterías. Todo lo que te haga sufrir, aunque sea lo más absurdo a ojos de otros o incluso a los tuyos propios, abandona la dimensión de lo insustancial para convertirse en un serio apuro.

- D: Vaya, qué bien hablas. Eso mismo me dijo un amigo a mí una vez, pero eso no soluciona mi problema.

- T: ¿Y qué es lo que quieres cambiar de ti?

- D: No puedo hablar claro… al fin y al cabo esto es mi blog, y aunque se supone que aquí expreso mis ideas y sentimientos, no me parece tampoco sensato hacer de dominio público cosas que considero muy mías… no es que sea peliagudo, pero es algo que no quiero compartir.

- T: Pues así me lo pones algo más difícil. Solo puedo orientarte en base a suposiciones.

- D: Lo siento…

- T: No pasa nada. A veces los amigos están para eso.

- D: Qué gracia, tú eres un ser irreal y sin embargo me siento más cómodo hablando contigo que con muchas personas de carne y hueso.

- T: Porque las personas, aunque no todas, tienden a prejuzgar o no entender las circunstancias de otros.

- D: Pero eso me pasa a mí también respecto a los otros…

- T: Los humanos sois de lo más raros, ¿lo sabíais?

- D: Me hago cargo. No sé qué decir…

- T: Bueno, yo te preguntaría ante todo una cosa; esta cosa (como la quieras llamar) que quieres cambiar de ti ¿es algo que moleste a los demás?

- D: Creo que no, y que incluso la comprenden bien. Pero es a mí a quien me molesta. Es una parte de mí que aborrezco y no sé quitarme de encima. Una fobia, una manía absurda, realmente absurda.

- T: ¿Y eso es todo?

- D: Salvo otros problemas menores, sí.

- T: Pues eres un afortunado, ¿sabes?

- D: ¿Por qué?

- T: Porque si todas tus preocupaciones tienen que ver contigo mismo y en tu empeño por mejorar, aunque sea en vano, tu forma de ser, creo que te puedes dar con un canto en los dientes. No tienes problemas objetivamente reales.

- D: Pero los problemas de cada uno componen su universo, aunque sea algo insignificante.

- T: Ya, pero para eso lo único que puedes hacer es asumir que eres como eres, y en vez de luchar contra ello hacerlo tu aliado, no dejar que te haga sufrir. ¡Yo soy un dormilón, la gente dice que debería ser más activo, y yo paso de todo el mundo!

- D: Pero yo no tengo un problema con la gente. Lo tengo conmigo mismo.

- T: ¿Te gusta como eres?

- D: En general, sí. Me gusto y me quiero mucho, porque es importante, pero odio mis defectos.

- T: Tanto con las virtudes como con los defectos se ha de aprender a convivir. Ambas cosas son parte de ti.

- D: Eso dice mi novio, y que ser perfecto, además de utópico, es insano.

- T: Un novio muy sabio el tuyo.

- D: Lo sé, y es un sostén muy importante para que a mí se me pasen estas tonterías, pero es tan duro…

- T: Los defectos, tal y como los defines, hay que aprender a dejar de odiarlos. Solo conseguirás un sufrimiento absurdo que no te va a aportar nada positivo.

- D: Entiendo la perspectiva, comprendo la lógica, pero mi yo visceral y mi yo racional se enfrentan constantemente.

- T: Pues solo te resta entonces aprender a ganar la batalla. Como ya te he dicho, deberías centrarte en que todo lo demás en tu vida está bien y es estable, y que eres un privilegiado por ello. Cuando te sientas mal, intenta pensar en algo que te haga sentir muy feliz y desviar el foco de lo negativo hacia otra parte.

- D: Es tan fácil decirlo…

- T: Ya, pero no hay otro modo. Hay que aprender a hacer esto, como el que aprende a andar, a leer… la vida es un aprendizaje constante.

- D: Ojala lo consiga…

- T: Estoy seguro de que así será.

- D: Gracias, Totoro.

- T: De nada. ¿Nos vamos a dar un paseo por el aire?.

- D: Por supuesto.