10 de abril de 2006

El adiós de Tidus


Una vez destruída la amenaza de Sinh, en cuyo interior residía Jetch, padre de Tidus, la vida de Spira parece que volverá finalmente a la normalidad.

Como invocadora principal de Yevon, Yuna realiza el envío de Sinh al etéreo, con lo cual todas las almas de los habitantes del antiguo Zanarkand podrán finalmente descansar en paz.

Tidus es parte de estas almas, al igual que su amigo Auron, y no tarda en descubrir que él también debe marcharse. Su cuerpo comienza a desvanecerse del mundo físico. Yuna observa atónita este fenómeno, y entonces la realidad choca contra ella como un duro puñetazo en la cara: su amado desaparece de este mundo, y sabe mejor que nadie, como invocadora que es, que no puede hacer nada por evitarlo.

Cuando Tidus anuncia su marcha, Yuna corre hacia él, pero Tidus ya es intangible. Asumiendo lo que ocurre, Yuna se levanta y le da las gracias. Tidus se acerca a su espalda y, en lo que parece un momento breve en el cual vuelve a hacerse tangible, abraza cariñosamente y en silencio a la joven. Breves segundos que parecen eternos, llenos de amor, dolor y, sobre todo, belleza. (Esta secuencia está acompañada de una inolvidable partitura del gran Nobuo Uematsu, el Ending Theme de su banda sonora.)

Tidus se marcha. Se lanza al etéreo y allí se reencuentra con Auron y su padre Jetch. La vida seguirá para los demás.

Pasado un tiempo, Yuna se convierte en LA salvadora y es venerada por todos.
Y en un precioso discurso delante de los habitantes de Spira, nos recuerda a todos que aquellos que ya no están siempre estarán a nuestro lado... mientras permanezcan en nuestros corazones.
Esta es una de las secuencias más emocionantes que recuerdo de la saga Final Fantasy. Y es que no hay nada mejor que, sea una película o un videojuego, algo nos llegue a tocar el corazón.
Un abrazo.

V de Vibrante


Desde este viernes, no olvidaré el cinco de noviembre. Sin haber leído el comic de DC, y lo que es más sorprendente en mi, sin haber visto ni un solo trailer de la película, pese a que me llamaba mucho la atención desde el principio de su concepción, fui a ver V de Vendetta, cuyo guión está firmado por los hermanos Wachowski (creadores del universo Matrix), y quedé HIPNOTIZADO. Desde el inquietante comienzo hasta el apoteósico final, la película derrocha inventiva, barroquismo, interés, emoción, diálogos (y silencios) inteligentes, además de contener algunas de las secuencias más increíbles que recuerdo en mucho tiempo, como el fabuloso montaje de imágenes mientras Stephen Rea relata lo sucedido, lo que puede suceder y lo que sucederá. Todos debemos estar preparados.

Natalie Portman está fabulosa en el papel de Evey (con V, por supuesto), absolutamente convincente y llena de matices, y particularmente en alguna secuencia concreta donde resulta abrumadora. Y quien sobre todo lleva el peso de la película es V, interpretado por Hugo Weaving (Elrond en El Señor de los anillos o el Agente Smith de Matrix), aunque no se le vea la cara en todo el metraje. Los monólogos de este caballero de carácter Shakespeareano son un auténtico bombón para el paladar. Su voz resulta embriagadora. Su pasión y sus ideales inspiran fuerza. Sí, todos somos V. Él es yo, , y todos nosotros.

Lo mejor de la película, además de las sub-historias que contiene (la historia de la chica y sus notas en papel higiénico, por no decir algo explícito que arruine a quien no la haya visto aún, es impresionante), es una colección de secuencias a priori sencillas pero cuya magnificencia se ve aumentada hasta límites insospechados por una estupenda banda sonora, una dirección de planos en estado de gracia y una fuerza del conjunto general (como por ejemplo, la secuencia del dominó). Aparte de todo esto, lo que más impacta es su impresionante descaro a la hora de establecer una analogía entre este futuro cercano del que nos habla y nuestra propia sociedad, llena de hipocresías, mentiras y ocultismos. Una onda amplificada de lo que podría convertirse nuestro mundo (si no lo ha hecho ya), en la cual el pueblo teme a los gobernantes y no al revés. Lamentable. Políticamente hablando, la cinta no podría ser más atrevida.

Puro cine. Salí de la sala pensando, una vez más, que es por este tipo de películas que tengo la absoluta fe de que el cine es mi único y verdadero amor.

Viva la magia del cine. Una vez más.