21 de marzo de 2006

Fin de semana de dispersión

El pasado viernes salí del trabajo a una hora realmente indeseable para lo que suele ser un viernes normal en mi vida. Nada menos que a las ocho y media, cuando normalmente las tres es mi límite. Como soy un poco suicida, no se me ocurrió otra cosa mejor que hacer tras haber trabajado de 8 a 20, y el día anterior de 8 a 24, que ir a casa de mi tía a formatear su ordenador y dejárselo como nuevo. La visita a mis tíos Juani y Alfonso y a mi prima Gema siempre son agradables y me puse como un gorrino en la cena, pero desde luego quedé cansadísimo. Cuando acabé de hacer todo a eso de las 23:30, hice ya el colofón final y me fui a la sesión de madrugada al cine a ver la última película de Pedro Almodóvar, Volver, con mi amigo Carlos. La película me gustó muchísimo, pero con la suma de todos los ingredientes que acabo de mencionar, debo decir que estaba exhausto como hacía mucho tiempo que no lo estaba. Sí, desde luego esa noche descansé de lo lindo.

Para mi, el largo fin de semana comenzó el sábado, sin duda. Porque tengo una sensación muy intensa de vivir para el trabajo últimamente, y aunque las últimas horas del viernes fueron por y para mi propio gozo y disfrute, aún no había desconectado. Pero según avanzaba el fin de semana, unos tres largos días en los que la mayoría de mis amigos iban a estar fuera, me di cuenta de que quizá no me estaba haciendo tan mal el estar tan centrado laboralmente.

Cuando empecé a desconectar empezaron a aparecer nuevos fantasmas en mi cabeza, y eso no me gustó nada de nada. El eco de un recuerdo, la sutileza de un sentimiento que creía olvidado... volvió a hacer presencia de un modo muy real. Aunque, todo hay que decirlo, el hecho de que hayan ocurrido tantas situaciones atípicas este fin de semana (y eso que no he hecho nada especial), han diluido mucho esa sensación.

El sábado llegué a una muy clara conclusión al respecto de un asunto personal que me había tenido muy confuso en las últimas semanas. Sin entrar en detalles, diré que una puerta se cerró de golpe. Pensaba que en mi vida había aparecido un nuevo camino por el que no sabía si debía entrar o no, aunque resultaba muy atractivo, y finalmente he optado por no hacerlo tras examinar la situación detenidamente. Qué le vamos a hacer. Ese mismo día volví a renovar unos votos de cariño y afecto a mis amigos María y Jose y la pequeña Paula (Pequepaula, como dice su mami), a quienes fui a visitar, y con quienes compartí una deliciosa tarde de charla, patatas fritas, coca cola y películas. Por la noche volví a ver El viaje de Chihiro, que hacía mucho que no veía, pero estaba tan cansado que no pude terminar de verla.

El domingo fue un día muy duro, y ese día apenas hablé con nadie ni me molesté en llamar a nadie para nada, salvo a mi querido Jose para felicitarle su santo. Era el día del padre y yo me pongo muy emocional con estas cosas, y supongo que por ello fui a visitar a mis tíos Angel y Pepa, y a esos maravillosos diablillos que tengo por primos pequeños. Pero ya se sabe que a veces una comida familiar maravillosa se convierte en un hervidero de noticias inesperadas y de chorradas de índole familiar de naturaleza escabrosa, con lo cual todo terminó con un regusto algo agridulce. La tarde-noche la pasé en compañía de una amiga que hacía unos meses que no veía y fue realmente agradable. Finalmente, acabé a las 12 de la noche yendo a buscar a Carlos a su trabajo y acompañarle al autobús, pues es de Motril y se iba allí a pasar unos días con su familia, además de irse inmediatamente después a Atenas una semana entera. ¡Que envidia!.

Fue entre el domingo por la noche y durante todo el día del lunes cuando los fantasmas a los que hago una mención más arriba se presentaron. Una puerta que se cierra, otra que se entreabre, un sendero que encuentras fortuitamente, unos ruidos que te perturban... todo a la vez, son para volverte loco. No hablo de demencia ni de inestabilidad, ni nada de eso... simplemente tengo la extraña sensación de que, en vez de ir avanzando en lo referente a mi sobriedad mental, me pasa al revés. Por alguna razón es como si en vez de sentirme cada día más seguro, fuera exactamente lo opuesto. Cada día que pasa las dudas asaltan más mi mente en todos los aspectos posibles de la vida, y aunque eso en la practica no parece aplicarse, no puedo obviar que lo siento por dentro.

¿Por qué demonios no seré un poquito más certero, más seguro de mis posibilidades?. Si me pongo a reflexionar fríamente, soy un tío de los pies a la cabeza, independiente, no necesito de nada para sentirme bien con lo que hago y me rodea. Me encanta mi trabajo, me encantan mis aficiones, me encanta la gente que me rodea y de la que elijo rodearme... ¡incluso adoro mis defectos de los que soy consciente!. Pero, ¿qué falla en la ecuación?. ¿Por qué no me siento libre?. ¿Por qué tengo la sensación de que me falta algo, de que en mi vida falta un componente esencial que no sé exactamente cual es?.

Sí, ya sé que parece que estoy dándole vueltas a lo mismo que ya he ido contando en los últimos meses... pero no, no es así. Hay una diferencia básica, y es que me siento muy sereno y no me duele. Es como un ligero picor que tengo en un sitio muy localizado, y aunque puedo seguir haciendo mis cosas sin problemas, es innegablemente molesto. A lo mejor se trata de un simple miedo escénico. A lo mejor es simplemente que mi mente se niega a creer que todo va bien por primera vez en mucho tiempo. ¡Qué complicadas somos las personas, y sobre todo las que son como yo, auténticos comecocos de cabeza!.

Terminaré de contar mi largo fin de semana.... el lunes me pasé trabajando desde las 12 de la mañana a las 6 de la tarde con un ligero paréntesis para comer en mi casa, tranquilamente con mi portátil, mientras me tragaba un ingente número de capítulos de Lost, serie que tengo a medio ver y nunca tengo tiempo de acabar. Me vino bien hacer toda esa labor... me permite descargar el trabajo de estos cuatro días y tener algo de tiempo para escribir estas líneas, entre otras cosas.

Eso sí, escribo todo tan rápido y sin revisar... si cometo fallos de expresión o me repito demasiado en ellas, mis más sinceras disculpas.

Hoy martes, vuelvo a trabajar y mucho. Pero quiero tomármelo todo con más calma. Estoy seguro de que no puede ser tan malo como lo de la semana pasada.... aunque no puedo decir lo mismo de la semana que viene. Espero poder tener tiempo para leer los blogs de mis amigos, poder escribir un poco más por aquí... ¡sí, ese es un pensamiento alegre!.

Extraña esta fase por la que estoy pasando... hace tres meses creí estar muerto. Hace dos, pensé que estaba viviendo una vida que no me pertenecía. Hace uno, creí que las cosas tenían más sentido del que realmente tienen. Y ahora mismo... simplemente creo que solo puedo fiarme de mi mismo y de nada ni nadie más en lo referente a mis aspectos personales. Sólo así se explica que me esté comportando de una forma tan necia o que haga oídos sordos a gente que se supone que es importante para mi, o que creen estar dándome con la mejor fe del mundo un buen consejo. Pero así es como me siento. Sí, así es. Estoy absolutamente disperso y nublado, aunque aún tangible.

Un abrazo.