2 de abril de 2009

Despreocupaciones

Miradle qué tranquilo está ahí sentado en el sofá, recién terminado de cenar y viendo la tele, antes de irse a dormir para volver al colegio al día siguiente. El pequeño Dani, entonces, no tenía las cargas de la vida adulta. ¿Será que me siento un poquito abrumado, o simplemente nostálgico?.

Me resulta simpático comprobar como, pese a no encontrarme nada mal, solamente me salen post con ciertos tintes dramáticos. ¡Qué va!. Simplemente es preciosa nostalgia, recuerdos de momentos de esos que se recuerdan con mucho añoro.

Últimamente algo me ronda la cabeza. Una de esas ideas transformadas en pensamiento, y de ahí en obsesión: la inutilidad de sufrir inútilmente y no saber cómo dejar de hacerlo, como el que sabe que tiene un mal hábito y no sabe cómo dejarlo. Y es que yo tengo esa tediosa y frustrante tendencia, y me saca de mis casillas en más de una ocasión. Por eso veo esa foto y pienso ¡Pero qué suerte tiene el jodío!.

Sacarse de dentro la mala sangre, las manías o el sufrimiento por sufrir no es tarea fácil, y (al menos en mi caso) conforme vamos haciéndonos más mayores, más difícil resulta. ¿No creeis que, en ciertos aspectos, más que madurar y aprender hacemos justo lo contrario?. ¡Con el universo tan sencillo que tienen los niños!. Deberíamos aprender de ellos.

Un abrazo.