5 de diciembre de 2007

Amo Madrid

Soy Madrileño. Nací en Madrid, en el hospital de Santa Cristina de O’Donnell un cinco de octubre, el de 1980. Mis padres, los dos, también son naturales de Madrid. Y mis abuelos ya no lo son, sino que tengo unas orgullosas raíces sureñas, de Jaén y Badajoz.

Pero yo nací en Madrid, y me crié en el (supuesto) barrio marginal de Villaverde. No he conocido ese sentimiento de las calles de pueblo, de la supuesta tranquilidad de las cuatro callecitas, de la tasca de la plaza del ayuntamiento… y yo qué sé más. No, que va. Nací urbanita. Desde el primer momento, los autobuses, el metro, los pisos grandes, y muchas otras cosas, eran normales para mi. Y encerrado en mi cuerpecito de infante, pese a no salir apenas de las calles que delimitaban mi barrio, mi pueblo dentro de ciudad, siempre he sido una persona de ciudad.

Crecí, y sin ya siquiera llegar a la mayoría de edad, conocí mi ciudad. MI ciudad. Madrid. Una ciudad que ha cambiado tanto, como el mundo, como yo mismo lo he hecho también.

He pasado muchos momento buenos y malos, preciosos, horribles y espantosos, inolvidablemente preciosos en las calles de mi barrio y del centro de la capital. Recuerdo muchas cosas: los primeros de diciembre con la familia en la plaza mayor y Cortylandia, los encuentros con los amigos en Sol, los paseos por Gran Vía, la plaza de España, el buho en Cibeles, miles de cenas, meriendas, comidas en los rincones más recónditos del Madrid profundo. Las tiendas de comics, el barrio de Salamanca, el paseo de la Castellana, los sábados en el Retiro, Atocha, el rastro de Embajadores, Pirámides, pasar por debajo del Calderón, el mercado de Aluche, los alrededores de la zona oeste, y volviendo al este, recorrerse entera la calle alcalá, desde Sol hasta Canillejas, irse al parque del Capricho, cantar mientras pasas con el coche bajo las torres Kio y llegar a la avenida de la Ilustración

Dios, me podría pasar horas relatando cosas. ¿A qué viene todo esto?. Pues que hoy ha renacido nuevamente mi amor innato por esta maravillosa ciudad, por nada en particular… simplemente, Madrid ha vuelto a dolerme.

Soy una persona que no se considera especialmente cerrada a las nacionalidades: cuanto más sitios veo, más ciudadano del mundo soy. Soy un poco Americano, Inglés, Irlandés, Japonés, Portugués… pero también Español, y con ello soy un poco Sevillano, Gallego, Catalán, Valenciano, Extremeño… pero soy, ante todo y por todo, Madrileño. Porque amo Madrid. Lo amo con rabia, pasión, afecto, locura.

Hoy he ido al centro a hacer unas compras. Madrid estos días es un lío: víspera de puente, principio de la navidad, frío, gente a raudales, de dentro y de fuera. Pero al salir del FNAC, me paré en un Starbucks a pedirme un café antes de dirigirme a la Casa del libro. Y al salir de ahí, café en mano, arropado por mi bufanda y mi gorrita, tomando este cafelito, me incorporé a la gran vía y a su gentío. Vi por enésima vez los edificios, el lío de la gente, vi las luces de navidad mientras la noche era detenida por los letreros y las farolas…. Y me dije una vez más no puedo vivir sin todo esto. Un escalofrío recorrió mi piel, y no fue provocado por el frío. Sin ese gran todo que es mi Madrid, sin ese algo que me inunda y completa mi corazón. Sin mis paseos nocturnos por la gran vía, especialmente. Madrid y yo somos uno, es parte de mi. Amo Madrid. Por muchos sitios que haya visto, y que vaya a ver, nada será igual para mi. Porque como dice ese tópico ciertísimo, El hogar está donde reside el corazón.

Gracias, Madrid.