30 de noviembre de 2005

Punto y aparte... o punto y seguido

Indudablemente estoy viviendo días extraños por múltiples razones. No creo aún haber asimilado del todo que mi abuela no está en su casa viendo la televisión y preparándose para ir a hacer una visita a mis primos pequeños, por ejemplo, entre otras cosas.

Hay ciertas vivencias que, de todos modos, he tenido ocasión de experimentar estos días que no deseo contar en ninguna parte salvo quizá a mis más allegados, pues creo que son cosas que no pueden ni deben mencionarse, y no precisamente por su negatividad, que no es el caso. Simplemente es algo mío y de nadie más, quizá sólo de los implicados en el asunto.

Me siento realmente frágil, pero al mismo tiempo más determinado y crecido que en mi estado normal. Es curioso, pero siempre he reaccionado de ese modo: ante la adversidad más dura, he acabado haciendo de tripas corazón y dándome cuenta de que no soy tan debilucho como parece.

Cualquier persona que me conozca tiene claro que soy un poco aniñado, un poco infantil: y ese pensamiento puede llevarle a la errónea conclusión de que se me debe tratar como a un niño. Nada más lejos de la realidad. Mi pose de chico risueño, infantil, superficial, contrasta bastante con lo que realmente se cuece en mi interior. Seamos francos: no voy a decir que soy el colmo de la coherencia, de la serenidad o de la trascendentalidad, pero tampoco soy muchas veces lo que aparento.

¿Acaso todos y cada uno de nosotros no adoptamos una pose, dependiendo de quién nos rodea?. ¿No vivimos en un constante cambio de actitud?. ¿Las poses que adoptamos en el trabajo, con el amigo A, con el amigo B, con la familia... definen cómo somos?. Y por otro lado, ¿cuándo sabes cual es la pose que más se acerca a ti?. ¿Quiénes somos?.

Creo que, al final, solamente nosotros mismos sabemos como somos. Y lo que enseñamos a los demás no deja de ser una parte (grande o pequeña) de nuestro ser. Nunca, nunca se puede conocer a nadie por completo. Bastante nos cuesta conocernos a nosotros mismos, por mucho que uno se diga a sí mismo yo me conozco muy bien.

Todo esto viene porque estoy notando un estado anímico muy atípico en mi. Me siento profundamente triste, desganado, y a veces me digo a mí mismo que estoy perdiendo la fe en el mañana. Pero al mismo tiempo sale de mi una fuerza que no sabría describir con palabras. Una fuerza que me permite superar ciertos escollos, cierta negatividad que me invade. ¿De donde sale esa fuerza innata?. Son rasgos de mi que sólo afloran en determinados momentos, y cuando esto ocurre, yo soy el primer sorprendido.

Se me presentan aspectos francamente adversos en los próximos días, quizá en los próximos meses. Pero puedo con ello. Tengo que poder.

Sigamos adelante.

27 de noviembre de 2005

Se desvanece la luz de mi ángel protector

Luisa es mi abuela. Mi entrañable y buena abuela, madre de mi padre. Siempre he estado muy unido a ella, más que al resto de mis abuelos.

Cuando era niño la veía muy a menudo, siempre estaba presente… y yo era “su” Dani, el primero de sus nietos, y me quería con locura. Tanto como yo a ella. Recuerdo largos veranos en Escalona, cuando la acompañaba a comprar. Recuerdo cuando hablábamos en las horas de siesta mientras mi padre y tíos dormían. En Madrid, me gustaba pasar fines de semana en su casa y ver películas con ella. Y la acompañaba gustoso a hacer los recados.

Cuando me hice algo más mayor, mi instituto quedaba cerca de su casa. Iba a comer allí todos los días cuando salía de clase. Siempre me quejaba porque le decía que me hacía mucha comida y me iba a poner como un ceporro…

Cuando mi padre murió, sufrió mucho y reflejó todo su afecto en mi. Y yo no la decepcioné. Según fue pasando el tiempo, nuestra relación abuela-nieto fue más estrecha aún, pues nos consolábamos mutuamente. Yo siempre presumía de abuela: decía que era la mejor del mundo. No importó que yo empezara a vivir mi propia vida y, evidentemente, pasara menos tiempo con ella. Ahí estábamos, el uno para el otro.

Siempre me aceptó como soy. Pese a su edad y que siempre fue “chapada a la antigua”, aceptó de buen grado mi homosexualidad y todas las cosas que han venido después de eso.

El último año la he visto poco, o lo estrictamente necesario, aunque hemos hablado mucho por teléfono y siempre nos hemos tenido al tanto… la penúltima vez que la vi fui a cenar a su casa y le enseñé las fotos de Nueva York. Me decía “hijo mío, viaja, que yo nunca he salido de aquí…” y yo bromeaba y la decía “yo te tengo que sacar algún fin de semana a Londres”. Y el pasado 1 de noviembre la vi por última vez en la comida que hicimos en su casa como todos los años el día de todos los santos. ¡¡Por poco no la dije adiós!!. Nos íbamos todos y ella había bajado al parque con los nietos pequeños. Estaba diciéndole a los tíos “Decidle a la abuela que la la vengo a ver un día de estos”. Pero la vi a lo lejos que llegaba y decidí esperar. Allí la di un fuerte abrazo y le dije que nos veíamos pronto. Qué equivocado estaba…

Ayer por la tarde recibí la fatídica llamada. Mi abuela había fallecido súbitamente a causa de una embolia pulmonar.

Entre ayer y hoy no he hecho sino vivir una pesadilla tras otra y entre medias he estado en una especie de lapso entre la tristeza, la incredulidad y la negación. He tenido a mucha gente cerca de mi, y no puedo quejarme: no he dejado de tener pruebas de amor y de cariño. Pero el dolor que tengo es extraño: aún no lo creo, tras haber sido testigo incluso de todo lo que he visto. Y sé que este dolor, según vaya comprendiéndolo y entendiendo su profundidad, y mi mente empiece a asumir su marcha, se hará más singular y profundo. Y me siento triste, abatido, como pocas veces he estado en la vida. Seguramente pocas veces sentiré este sufrimiento tan grande.

Estoy aquí, en casa, escribiendo estas palabras con una mezcla de sentimientos que soy incapaz de describir, como mi propio estado. De hecho, no creo ser capaz de escribir más palabras de las que he escrito ahora mismo.

La quiero. Siempre la querré. Apenas puedo creer que ya no esté.

25 de noviembre de 2005

Renovación de vestuario indeseada

Llevo bastantes días sin escribir un mísero párrafo por estos lares. La culpa, como muchas veces, la tiene el trabajo, que además de ser bastante intenso en estos días, me provocan un auténtico desazón imaginativo o una descomunal carencia de inspiración.
Sea como fuere, hoy tengo la anécdota de rigor y tengo una extraña necesidad de expresarla, más bien por desahogo que por otra cosa.
Mi madre es una metomentodo en muchas cosas de mi vida como buena madre que es, y a veces me siento como si mi relación con ella fuera del estilo Director Skinner con su madre de Los Simpson. Pero se la perdona porque todo lo que hace es con muy buena intención. Lo cual, evidentemente, a veces no me reconforta del todo.
Hace un par de días me dio por ir a comprarme un par de pantalones al Springfield de mi barrio aprovechando que tenía que hacer tiempo tras el trabajo para ver a mi chico, pues me hacía falta últimamente renovarlos. Así lo hice (y me salieron muy bien de precio, todo sea dicho). Cuando llegué a casa, me los probé y marqué la linea del bajo para que me los ajustaran. Mi tía tiene una tienda de ropa y siempre le dejo los pantalones a mi madre para que los lleve a la tienda y la modista que lleva la ropa de allí me arregle los pantalones. Cuando llegó mi madre a casa y vio los pantalones mantuvimos una conversación muy parecida a otras anteriores:
- Anda hijo, ¿te has comprado unos pantalones?
- Si, eso es
- Qué casualidad, te iba yo a comprar unos muy bonitos que he visto. Y también unas camisas preciosas. Como ahora vas a necesitar algunas para las cenas de navidad y eso...
- Si, ya iré otro día. Ya le tengo el ojo echado a algunas.
- Bueno, pero si quieres te las compro yo. Son muy bonitas y me gustan mucho para ti.
- Dejaló, mama, de verdad... que a mi me gusta comprarme la ropa.
- Bueno, bueno, no pasa anda, cuando cobre te compro alguna.
En ese punto decidí callarme. Pero en realidad estaba bastante cabreado. Parecía haberse olvidado que, unos meses atrás, me compró una barbaridad de ropa que yo cual no deseaba. No por no quererla, sino porque entiendo que, pese a la buena intención o móvil de mi madre al querer tenerme bien vestido, es mi obligación y sólo mía el comprarme la ropa que me gusta, amén de ser también un deleite personal. Pero no: ella siempre me ve con las cosas que a ella le gustan. La última vez, ya cansado, le dije que devolviera casi todo lo que me había comprado. Se enfadó. Pero si hice eso es porque no me gusta que ella defina mi forma de comprar o no la ropa. Me siento un poco como un chico de 10 años que no se la puede comprar por si mismo.
Y aún así, no se trata de una rabieta de adulto que le dice a su madre mamá, que ya no soy un niño. No, no es eso... es más bien una forma de decirle a mi madre que yo soy quien debe hacer esas cosas, que no tiene por qué obligarse a hacerlas por mi. ¡No necesita demostrarme nada!.
La verdad es que anteayer me cabreé bastante. Dentro de unos días mi madre llegará con dos o tres camisas (nunca es solo una, además), y posiblemente alguna cosa más porque le ha gustado cuando lo ha visto, y yo no podré decirle que no lo quiero para no herirla.
Joder, qué complicadas son ciertas cosas...
Un abrazo.

21 de noviembre de 2005

Confiar en alguien

Una vez más, os dejo una letra de una canción de Eva Amaral, de un disco que se está convirtiendo en algo realmente especial para mi: Pájaros en la cabeza.

Este tema se titula Confiar en alguien, y es un auténtico himno y una declaración de principios. Recomiendo escuchar esta canción tumbado en la cama y con los ojos cerrados. Es de una belleza tal que emociona (al menos a mi) y adoro tanto escuchar la melodía como la maravillosa voz de Eva. Personalmente es un tema con el que, si bien no en el momento actual, todos nosotros podemos sentirnos identificados alguna vez en la vida.

Un abrazo enorme.



CONFIAR EN ALGUIEN

Yo te imagino dormido
Si llego a casa muy tarde.
Lo cierto es que no me acostumbro
A dormir al lado de nadie.
Sentirse sola, sentirse aparte.

No pongas un precio que no puedes pagar.
No quiero marchantes de arte.
No estuve en el casting de estrellas de rock.
No soy marioneta en este baile.
Cerrar los ojos y abandonarse.

Prefiero vivir a mi manera.
Eso no hace daño a nadie.
Solo quiero que me entiendan.

Déjame vivir a mi manera.
Necesito que me creas.
Necesito confiar en alguien.

Yo te imagino dormido
Si llego a mi casa muy tarde.
Lo cierto es que no me acostumbro
A dormir al lado de nadie.

Siempre me voy.
Siempre a ninguna parte.
Mi vida es un vuelo sin motor.

Aún así quiero vivir a mi manera.
Eso no hace daño a nadie.
Solo quiero que me entiendan.

Déjame vivir a mi manera.
Necesito que me creas.
Necesito confiar en alguien.

Siempre me voy.
Siempre a ninguna parte.
Mi vida es un vuelo sin motor.

Aún así quiero vivir a mi manera.
Eso no hace daño a nadie.
Solo quiero que me entiendan.

Déjame vivir a mi manera.
Necesito que me creas.
Necesito confiar en alguien.

Déjame vivir.
Déjame vivir.
Déjame vivir a mi manera.

Déjame vivir.
Déjame vivir.
Déjame vivir a mi manera.

Un mundo mezquino y malvado

No sé si es que yo soy demasiado inocente, no sé si es que yo soy uno de esos idealistas absurdos que creen en un mundo hermoso y bonito, impoluto e inmaculado... sé que vivo en la constante utopía de que en el fondo de las personas existe la bondad, la buena intención y, sobre todo, el respeto al prójimo. Pero luego pasan ciertas cosas que te hacen ver cuánto de equivocado estás.

Este viernes me quedé a dormir con mi chico, como suelo hacer, y nos disponíamos a pasar un sábado tranquilo con velada agradable en el cumpleaños de una amiga. Hasta ahí todo bien. El sábado nos levantamos y nos fuimos a desayunar a la cafetería de al lado de su casa, como siempre, y al poco de eso quedamos con mi madre para ir a comer con ella. Cuando cogí el coche, me di cuenta al poco de tenerlo en funcionamiento que este tenía una rueda pinchada. Me detuve en cuanto pude, en Méndez Álvaro, y al parar descubrí horrorizado que la rueda no estaba pinchada, sino acuchillada.

Tras cambiar la rueda por la de repuesto, una de esas ruedas que no son iguales a las que lleva el vehículo, sino la provisional hasta tener una nueva. Más sorpresas: la rueda en cuestión cuesta ¡¡230 euros!!. Se me cayó el alma al suelo y pasé el resto del día y parte del domingo con un gran disgusto. Menos mal que hoy me han confirmado que el seguro me cubrirá los gastos, no sin pasar por una serie de molestias previas como dejar mi vehículo en un taller para que sea peritado.

Al volver a casa de mi chico, descubrimos que había varios coches más con la rueda de repuesto puesta (se ve gracias a la ausencia del tapacubos), con lo cual todo apunta a que alguien se ha divertido destrozando ruedas durante la noche.

¿Cómo es posible que alguien pueda hacer el mal de una forma tan aberrante?. Yo soy incapaz de entender la mezquindad, y seguramente muchos que estéis leyendo esto diréis ya, pero es que el mundo es así, es que no se puede hacer nada..., pero, honestamente, a mi me angustia el corazón. ¿En qué clase de mundo vivimos, que este tipo de cosas se pueden considerar el plato de cada día?. ¿Al final tendremos que vivir en nuestras casas, con cerrojos hasta los topes, sin salir salvo para lo justo, y no hablar con nadie que no esté en nuestro más cerrado entorno? (palabras de mi chico). ¿Qué precio hay que pagar para vivir en esta sociedad cruel, injusta e inhumana?.

Hace tiempo ya que he perdido la fe en la sociedad, y solamente la tengo en ese pequeño pero numeroso grupo de personas que están a mi lado en el día a día.

Un abrazo.

15 de noviembre de 2005

Resident Evil, o la pérdida de la magia


La primera vez que supe de Resident Evil tenía 14 años. Ahora tengo 25, con lo cual ya hace 11 años que esta saga me ha acompañado. Y una vez aprendida la lección de matemáticas para tontos, me gustaría comentar algunas impresiones al respecto de este Survival Horror de Capcom:

Se juntaron muchas cosas que hicieran ese juego especial para mi. Como acabo de decir, la primera vez que oí hablar de Biohazard (nombre del juego en Japón), fue a través de mi clásica Hobby Consolas. Las referencias eran excelentes y me moría de ganas de hacerme con él para jugarlo. No hacía mucho que tenía mi flamante Playstation, comprada de segunda mano tras vender mi Super NES conseguida gracias a mi valía en un concurso de videojuegos (con ese espanto que se llamaba Killer Instinct).

El caso es que cuando me fui de vacaciones con Alex y sus padres, Esperanza y Jose, a Calpe, estaba un poco impaciente por volver. No por el juego, sino por mi recién estrenada casa. Hacía sólo una semana que teníamos nuestro hogar (el mismo en el que vivo ahora), y sabía que en cierto modo mi madre estaba encantada de tenerme fuera, pues un adolescente de vacaciones de verano cuando tantas cosas hay que hacer en la casa suele ser un estorbo (o al menos eso pensaba ella, aunque con cosas como el parqué y el barnizado se puede entender).

Pero finalmente volví. Pasé mi primera noche en casa, en la habitación que actualmente es mi despacho. Aún no se había ido del todo el olor de Barniz, y fue una noche Colocón, Colocón. Mi madre, como siempre, se fue de viaje y me dejó encargado de vigilar las distintas obras de la casa. Nuestro pintor de confianza, Wenceslao, iba a estar los días siguientes pintando la casa, pues apenas teníamos muebles aún, y también tuve que pasar días allí metido vigilando el montaje de la cocina, del salón, blablabla... un auténtico suplicio teniendo en cuenta que era Julio, que hacía mucho calor y que me apetecía como un loco pasar los días en la piscina.

La salvación a todo eso fue el Resident Evil. La primera vez lo alquilé en el Blockbuster, y aún tengo muy vívido el recuerdo de las sensaciones que me produjo. Ahora parece poca cosa con tanto realismo tecnológico, pero nunca se había visto hasta la fecha algo tan sumamente crudo y realista. Esa noche estaba solo en casa y en la habitación, sin apenas más compañía que mi cama, muchas cajas y la tele. Me acojoné, la verdad. Esa noche dormí pensando que un Zombi iba a entrar por la puerta a devorarme. Al día siguiente no podía pensar en nada más que en volver a jugar, aún así.

Alex lo vio conmigo y me hizo compañía esos días. Como era un niño caprichoso, se lo compró nada más verlo. Y eso me hizo un bien colateral a mi, pues devolví el juego alquilado y el resto de los días lo tuve de gratis. Yo no me lo compraría hasta mucho después, cuando bajara de precio.

Esos días del verano de 1996 se caracterizaron básicamente por mi nuevo hogar y las nuevas sensaciones que me trajo aquel videojuego. ¡No es ninguna tontería!. Las cosas más simples, las más banales en apariencia, son las que luego permanecen en nuestra cabeza.

Las aventuras de Jill Valentine, Chris Redfield, Barry Burton, Rebecca Chambers y Albert Wesker llegaron a obsesionarme y me hice fan incondicional. ¡Imaginaos cuando llegó la noticia de la segunda parte!. Me moría de ganas por tenerlo. No fue hasta algo más de dos años después, a finales de 1998, cuando llegó Resident Evil 2 a las tiendas. Por entonces, yo ya trabajaba como comercial en PC City y podía costearme ciertos lujos, como gastarme 7.000 pesetas en un videojuego. Pero ese juego no sólo significó algo especial para mi, sino aparentemente en mucha gente, pues nunca en España se habían hecho colas a las 22:00 horas de la noche por el lanzamiento de un videojuego. Ahí estaba yo, 3 horas antes, haciendo cola en el Centro Mail de Atocha para hacerme con él. Estaba conmigo mi buen amigo Santos, ahora en paradero desconocido. Tengo alguna foto de eso (¡incluso llegué a salir en Hobby Consolas!), pero no la tengo a mano, lo siento.

El juego no decepcionó en absoluto. Fue tan sorprendente, tan superior a su primera entrega, que hasta grabé en VHS todas las secuencias CG del videojuego y las llevé a clase de Comunicación Audiovisual en el instituto para que mi profe, Adolfo, con quien me llevaba muy bien, las pusiera como ejemplos de innovación audivisual ante el resto de los alumnos.

Pero el tiempo siguió pasando inexorablemente, y mi vida fue cambiando. Las cosas como los videojuegos me seguían llenando mucho, y siempre lo harán en cierto modo, pero ya no eran algo especial, ninguna prioridad. Llegaron cosas mucho más importantes en mi desarrollo personal. Por eso, cuando salió Resident Evil 3: Nemesis, también fui a la cola que se montó, esta vez en el Centro Mail de Callao, en su lanzamiento un viernes. Pero ya no fue lo mismo. Y no recuerdo de ninguna otra vez que haya vuelto a pasar algo así: no ha habido lanzamientos “estrella” desde ese Febrero de 2000. Qué le vamos a hacer. La generación de “frikis” de videojuegos que fuimos los que realmente partimos el bacalao hemos crecido.

El resto de la saga se limita para mi al Resident Evil Code: Verónica, el mejor hasta entonces (año 2001) y el lanzamiento del reciente Resident Evil 4, cuatro años después. Y ¿por qué ya no era lo mismo?. Lo de siempre y ya dicho: yo no era el mismo. Los videojuegos ya no son mi prioridad, que sí mi afición y mi orgullo en el corazón.

Hace 2 semanas me compré mi esperado Resident Evil 4, el cual estoy actualmente jugando junto a mi chico. Me lo compré como una cosa más, en un Mediamarkt, de pasada. Y me dio un poco de yuyu, si ustedes me entienden. La magia había desaparecido. 11 años de magia perdida. Sigue siendo un espectáculo, sigue siendo emocionante, pero a mi ya no me llenan estas cosas como antes.

Es en este tipo de situaciones cuando me doy cuenta de la persona que fui y la persona que soy.

Un abrazo.

14 de noviembre de 2005

Avergonzado de mi país

Estoy cansado de ver constantemente cómo este País es un auténtico circo político en el que la polarización y el desorden social parecen estar a la orden del día. La última, la manifestación del pasado sábado contra la LOE por parte de la Iglesia, el foso de la familia y ese gran partido político que es el PP (nótese la ironía).

Sin entrar en polémicas, me cuesta respetar a unos colectivos que no tienen credibilidad alguna por oponerse de forma sistemática a cualquier cosa que haga el gobierno vigente. No me considero una persona ni de izquierdas ni de derechas, ni me siento representado por ningún partido político en general, con lo cual debería quedar claro que ni soy pro-PSOE ni nada por el estilo (aunque tengo más de un conocido que lo es).

El PP, simplemente, da ASCO. Entiendo que como opositores su postura sea la de plantar cara de una forma agresiva al gobierno, pero una cosa es eso y la otra es la descarada y vil forma de generar separatismo social mediante actos como el del sábado pasado, en el que no pintaba nada. Pero el caso es que ahí tenían que estar para dar cizaña. Y lo peor es que son unos cínicos. Escucho cosas por la tele del estilo “esta ley recorta libertades y derechos”. ¿Y entonces lo de la manifestación contra matrimonios homosexuales qué era?. Hay que tener CARA, la verdad. Cada vez que veo a Acebes, Rajoy o especialmente a Esperanza Aguirre, se me revuelve el estómago.

Lo de la iglesia, esa solterona desesperada de más de 40 tacos, es similar. Nunca se había manifestado en años y años de cambios políticos, y ahora llevamos dos manifestaciones en un solo año, lideradas por ese gran Señor llamado Rouco Varela. La crispación y la impotencia se palpa en ellos. ¿Tanto bombo por querer poner la religión como asignatura optativa?. A mi me parece bien: si este es un estado laico, todos deberíamos poder escoger si queremos para nuestros hijos una educación religiosa o, cuando estén estos en edad de elegir, que lo hagan ellos mismos. Ya me hubiera gustado a mi de pequeño poder librarme de la religión… no hubiera tenido que hacer el paripé de la comunión. Y ojo, no estoy declarándome ateo o anti-cristiano… simplemente creo que la libertad de elección es siempre positiva, máxime en un campo tan subjetivo como es la religión.

Finalmente dejo a los peores para el final: el foro (o más bien foso) de la familia. Lo que he escuchado a los militantes de tan lamentable organización a lo largo de muchos meses no tiene nombre: son homófonos, intolerantes, egoístas, xenófobos, incultos, y otros muchos adjetivos que no vienen a cuento y de índole más bien grosera. Sólo hay que pasarse por su web hazteoir.org y entrar en los foros para darse cuenta de ello.

Lo peor de todo es que esta gente no son dos o tres gatos, sino mucha gente. Y a mi me da miedo pensarlo. Me da miedo pensar que las cosas nunca van a ir a mejor, que vamos a seguir estancados en la edad de piedra, que la falta de conocimiento (o el poco interés en adquirlo) acerca de otras formas de vivir, alejados de los convencionalismos sociales, o de la libertad de elección en lo referente a la opción sexual o espiritual, se desencadene en una nueva forma de racismo que ya se palpa y se siente allá donde vás, excepto en los oasis de tu entorno cerrado y seguro. Y más miedo me da el separatismo social, ese que el PP promueve constantemente, en el que los privilegiados mueven el mundo y marginan al resto. Y chorradas como el estatut Catalán, al cual se le da un bombo desmedido y genera ese racismo nacionalista, variante del que acabo de mencionar.

Hoy, un poco más, me avergüenzo de este país y de quienes tienen poder sobre él.

Un abrazo.

13 de noviembre de 2005

Mis dos nuevos juguetes



Para cambiar un poco la tónica habitual del Blog, en el cual no dejo de poner más y más paridas que no son tal dentro de mi propio universo pero sí para el resto de los mortales, voy a poner un par de fotos de mis dos nuevas adquisiciones para el lucimiento de mi habitación: la primera es una fabulosa estatua a escala de Sauron, el mismísmo Señor de los anillos. Llevaba muchísimos meses en espera de reserva para hacerme con esta preciosa edición limitada a nivel mundial de 9.500 unidades. El bichito en cuestión mide 61 cm de altura y ninguna foto puede reflejar el increible nivel de detalle que posee. Sin duda luce increíblemente en mi cuarto y estoy encantado con la compra. Es IMPONENTE. Hasta a mi madre le gusta, lo cual es mucho decir.

La segunda adquisición es la primera (espero) de doce. Casualmente, el pasado sábado encontré en una juguetería las nuevas ediciones de los Caballeros del Zodiaco, de los cuales soy admirador desde niño. Están relanzando esas fabulosas figuras que tanto deseaba cuando era niño, solo que ahora son muchísimo más detalladas y bonitas. He optado por montar la primera de las armaduras de los caballeros de oro, la de Sagitario, en el molde que forma el símbolo que representa en lugar de montársela al cuerpo del caballero Aioros. Como podréis ver, es francamente espectacular, pero lo que más impresiona es lo que no se ve: que cada una de las piezas de esa armadura es real y por tanto desmontable. Una auténtica obra de ingeniería. A ver si poco a poco me puedo ir haciendo con el resto de armaduras de oro. De momento, he visto las de Shaka, Aioras y Camus, caballeros respectivamente de Virgo, Leo y Acuario.

En fin, no tengo mucho más que añadir. Espero que os gusten las fotos.

Un abrazo.

10 de noviembre de 2005

Alex también se ha hecho mayor

Hace un par de días, el martes, me encontraba en casa descansando por culpa de mi gripe-intoxicación-gastrointeritis-lo-que-sea en casa, y cuando llegó la tarde me dispuse a ir al médico de cabecera a que me examinara. La verdad es que ya me encontraba muchísimo mejor, pero aún así no estaba de más que me viera el médico (y me diera el justificante de rigor, claro está). La experiencia resultó similar a la que tengo siempre con mi médico: que pasa de mi culo. No sólo tuve que esperar casi una hora más desde la hora en que supuestamente me iba a atender, sino que me “atendió” de una manera bastante grosera. Fue, básicamente, como “Bueno, majo, ya veo que te duele la tripita. Toma esta dieta que tengo ya escrita en Word y cuídate, ¿eh?”. Pues nada… el tío ya estaba haciendo entrar al siguiente y a mi no me dio tiempo ni a ponerme la chaqueta. Me fui bastante cabreado y maldiciendo que cada mes me quitaran de mi sueldo semejante dineral por un servicio sanitario tan lamentable. Pero ese es otro asunto del que no quería hablar, en verdad.

Tras salir del médico decidí dar un paseo para airearme, pues llevaba toda la mañana asqueado en casa y me hacía falta un poco de aire fresco. Por tanto, decidí irme andando al Mediamarkt y echar un vistazo, y de paso me daba la vueltecita a que hago referencia.

La sorpresa vino nada más entrar al MediaMarkt:

- “Coño, Dani!”
- “Ostrás, Alex… no te había reconocido”
- “Ya ves… es que trabajo aquí desde hace unos meses”
- “Pues yo no te había visto, y mira que vengo por aquí”
- “Casualidad, supongo”

¿Y quién demonios es Alex, os preguntareis?. Pues es uno de esos amigos muy amigos de la infancia con los que antes o después separas tus caminos. En concreto, Alex tiene dos años menos que yo, la misma edad que mi primo Rubén. Los tres, en el colegio, pasábamos mucho tiempo juntos y, concretamente, nos encantaba pasar horas y horas en casa de Alex jugando a la videoconsola, concretamente a la por entonces novedosa Megadrive. Como Rubén y yo no teníamos videoconsola y nos encantaban, siempre estábamos detrás de Alex para que nos dejara jugar a la suya. Ya se sabe cómo somos los niños de interesados a ciertas edades… pero en este caso, aunque Alex siempre fue un poco mimado e insoportable, según fue pasando el tiempo la cosa se fue diluyendo mucho.

Y el caso es que incluso cuando aún estaba en mi primer año de instituto y él aún en el colegio (dos años en la infancia supone una diferencia bastante grande, no como pasa en la edad adulta), me fui de vacaciones con él y su familia a Calpe. Recuerdo esas vacaciones como bastante curiosas, además. Pero ese fue el comienzo del fin de nuestra amistad. Porque yo empecé a moverme por unos círculos muy distintos a los suyos, y porque él se quedó atrancado en muchos sentidos, en buena parte por los mimos que le daba su madre. No era buen estudiante y era algo negado en general como persona. Pero aún con todo eso, yo le tenía un singular cariño, de ese que aparece porque sí, porque habéis compartido muchas cosas en un largo lapso de tiempo. Le conocía desde muy pequeño, desde los 7 años quizá.

Su madre, Esperanza, siempre me tuvo a mi en una estima demasiado alta. Pensaba que yo era una buena influencia para su hijo y a mi me sonrojaba constantemente, pero a la vez me hacía sentir bien que alguien pensara así de mi.

Curiosamente, cuando Alex y yo dejamos de tener relación, no le vi más que alguna otra vez por la calle de paso, o alguna vez incluso nos saludamos rápidamente. Pero sí que me encontraba con su madre, ya fuera por el barrio o en el autobús. Y supe de Alex en buena parte porque me encontraba con esperanza. Así pues, el tiempo pasó y pasó. Y yo pasé del instituto a los estudios de informática, y de ahí a comercial de PC City a la vez de estudiante, y de ahí a informático en una consultora, y de ahí a donde estoy ahora… y entre medias de estos cambios profesionales y de estatus social, infinidad de cambios personales. Había crecido, había cambiado.

Y supe de qué había sido de Alex casi siempre de oídas… contacto directo con él tuve un par de veces por Internet, pero poco más. Es curioso que mi primo Rubén fuera finalmente quien tuviera una relación más estrecha con él, en parte por la edad o en parte por la afinidad, no lo sé. Pero yo supe en buena parte de cómo se había desarrollado su vida por su madre, que me lo contaba cada vez que la veía.

De ese modo, supe que Alex llevaba un desarrollo personal parecido al mío: estaba estudiando mi mismo módulo de informática en mi mismo instituto, y también trabajando como comercial de productos, en este caso el MediaMarkt. Pero yo llevaba años sin verle.

Ayer le vi, finalmente. Y reconozco que fue un poco un estado de shock, similar al que tuve con mi primo Chico hace unos meses y a quien no veía hace 7 años, pero este fue de otra naturaleza, pues yo había compartido muchas más cosas con Alex que con mi primo extremeño.

Alex había crecido. Y no sólo físicamente. Vi una persona tan sumamente distinta metida en el cuerpo de aquel amigo que tuve… sentí en ese momento una especie de sentimiento de extrañeza, de tristeza, pero a la vez de orgullo… en particular, recordé cómo una vez él, en esa etapa pre-adolescente, me confesó que tenía miedo de no convertirse en una persona de provecho. Ayer fue lo primero que vi en su rostro.

Evidentemente, no le dije nada de lo que se me pasó por la cabeza. Me limité a una conversación cercana pero distante, la propia de dos extraños que no se conocen pero que una vez en la vida coincidieron. Pero eso no dejaba de convertirle en un extraño muy familiar, porque evidentemente ni él ni yo somos esos niños que pasaban horas jugando a la videoconsola, ni los que pasaron esas vacaciones en Calpe como amigos inseparables.

El tiempo pasa inexorablemente y nos cambia a todos mucho más de lo que parece en un tiempo muy breve. Solamente quizá nos damos cuenta de ello cuando nos encontramos en una situación como la que viví el martes.

Un abrazo.

8 de noviembre de 2005

Epidemia de gripe estomacal

Menuda se ha montado. El pasado sábado ya tenía yo algún síntoma, pero me duró más bien poco y ha sido dos días después cuando realmente he sufrido en mis carnes una Gripe estomacal.
El domingo, mi familia y yo celebramos en un restaurante el cumpleaños de mi tío Antonio, y disfrutamos de una opípara comida de tapeo: tortilla, choricitos, ensaladilla rusa, calamares, ensalada, croquetas... etc etc. ¡Quién me podía decir a mi que ese estupendo encuentro se iba a convertir en una pesadilla!.
Lo "gracioso" vino ayer por la tarde cuando salí de trabajar: empecé a sentirme mal progresivamente, aunque hasta que llegué a mi casa por la noche tras dejar a mi chico no empezó lo peor. Me tuve que ir a la cama, pues me sentía muy revuelto, lleno de nauseas y, por supuesto, incapaz de comer nada. Pero dos horas después, sobre las 00:30h, me desperté de lo que me dolía y apenas pude conciliar el sueño. Cuando ya eran las 2 y pico de la mañana, vomité todo lo que había comido ese día y fue un trago realmente duro. Aparentemente me sentí mejor, pero la misma escena se repitió dos horas después.
Esta mañana me he despertado mareado pero infinitamente mejor. Ya que no era un día en que tuviera especiales quehaceres, he preferido quedarme en casa reposando, pues apenas he dormido, y a lo largo de lo que llevo de día ya me encuentro mucho mejor. Ahora en un rato iré al médico a ver qué me dice, pero ya tengo claro lo que me ha pasado: un virus estomacal que produce gastrointeritis, y que por suerte llega tan rápido como se va.
Pero, ¿cómo puedo haberlo cogido?. Lo primero que hice esta mañana fue llamar a mi chico. ¿Adivinais mi sorpresa cuando me dice que a él le ha pasado lo mismo?. Me he quedado fatal: pensé que se lo había pegado o algo así. Pero por suerte no ha sido así, parece ser: ¡¡casi todos los presentes en esa comida del domingo están enfermos!!!. Mis tías, mi tío, mi prima... y me he quedado encogido cuando también he sabido que Laura, una niña pequeña hija de unos amigos de mis tíos ha tenido que ser ingresada y ponerle una vía anoche por la misma causa. Por supuesto, tanto sus padres como su hermano algo mayor también han caído presa de esta maldita gripe.
Qué asco, la verdad... no valemos absolutamente nada. Al menos es algo benigno y que pasa rápido. Porque, la verdad, en casa me aburro profundamente y preferiría estar trabajando.
Un abrazo.

7 de noviembre de 2005

A vueltas con la privacidad del Blog

Es curioso cómo en tu día a día las cosas que piensas ligeramente, o simplemente las tienes presentes pero no reflexionas sobre ellas como deberías, se ponen de acuerdo para que todos los hados te obliguen a pensar sobre ello.

No es la primera vez que hablo sobre los pros y los contras de tener un Blog con las características que posee el mío. Aquí hago un poco de todo: expreso mis temores, cuento mis experiencias, me desahogo de lo que considero una injusticia o simplemente manifiesto contento y descontento, siempre basándome en parámetros relacionados con mi propia vida.

El viernes se me recordó que decir las cosas que digo por aquí me puede acarrear ciertos problemas como, por ejemplo, tener la sensación de que todo el mundo sabe quien soy, qué debilidades tengo, una auténtica falta de privacidad sobre los aspectos más íntimos de mí mismo. Y también que a veces hablo mal de gente, o digo cosas que no me atrevo a decir a la cara, sin recordar que el blog es, en su definición más estricta, público. Y eso es un riesgo potencial, indudablemente.

Pero es que lo del viernes fue solo el comienzo. Además de eso, curiosamente, ese mismo día había un post en MundoDVD hablando de esto mismo en el foro y en el cual expresé mi opinión, que fue la siguiente:

Creo que el concepto del Blog en sí es algo realmente original, por aquello de que es algo a la vez tradicional y moderno. Tener un rincón donde expresar todo tipo de opiniones acerca de cualquier ámbito (yo he optado por hacer un blog de reflexiones personales, pero podría haberlo dedicado, por poner otro ejemplo, a hacer críticas de cine o un churro de todo, que es en verdad lo que es mi blog). Pero lo más importante es que un Blog conlleva las siguientes ventajas: Permite expresar todo aquello que queremos decir, bien por propia satisfacción o realización, o bien porque deseamos tener informadas a una serie de personas. Por poner un ejemplo, mi blog permite a amigos que tengo en la distancia el saber qué ocurre en mi día a día, y en cierto modo es como estar más cerca de ellos. Lo mejor de todo es que un Blog implica un grado de discreción al cual nosotros ponemos un límite: no hay censura, salvo la que los autores desean imponer. Los límites no existen como tal. No creo que una persona necesite saber de informática como tal, pero un Blog no solo implica escribir: también es entrar a una comunidad, y si tienes un blog es evidente que visitas otros. Es un círculo vicioso (en el sentido positivo) que no es desvinculable. Lo que diferencia a un Blog de una web normal es que su definición es más clasista: es como un folleto a modo de diario o cuaderno, el cual modificamos a placer. Tengo una amiga "semi-famosa" llamada Belén Arjona, cantante de profesión que va ahora por su segundo CD, y que tiene su propio Blog. Este le permite hablar de forma DIRECTA con sus fans, y estos a su vez devolverle un comentario. En ese sentido, humaniza mucho a esa persona famosa inalcanzable, pero también la desmitifica. Es como el yin y el yan. El mundo de los Blog aún tiene que evolucionar mucho y, añado, por caminos que ahora mismo desconocemos. No es una moda, a mi gusto: es una nueva forma de comunicación donde se juntan el pasado y el presente, de ahí su atractivo.

Pero es que aún hay más. En la kedada de anteayer con mis compis de MundoDVD, salió el tema de los Blogs y se dijeron cosas muy interesantes que no merece la pena detallar una a una, pero que a mi me sirvieron, junto con lo que yo ya había reflexionado y me había sucedido en esos días, para llegar a una conclusión:

El blog es un reflejo de la persona que lo escribe a todos los niveles, y revela mucho más que lo que a priori pudiera parecer. Por ejemplo, se puede saber cuándo alguien es una persona muy celosa de su intimidad si firma con seudónimos o escribe sobre superficialidades. El tono, la forma, la temática… son miles de espectros, de formas cambiantes que pueden significar un sinfín de variantes de personalidad. Cuando leo mis comentarios me doy cuenta muchas veces de cómo soy, me recuerda la esencia de mi persona. Pero eso no siempre es bueno: todos tenemos una parte de nosotros de la que luego nos avergonzamos, en este caso para mi cuando me doy cuenta de que a veces (cada vez menos) no dejo hueco para mí mismo, para mi propio mundo interior o mi vida íntima. Por poner un ejemplo, ¿por qué poner ciertos comentarios personales?. ¿No debería eso quedarse guardado para mí y los demás implicados?. Es más: ¿hasta qué punto he llegado a violar esa intimidad? ¿Hasta qué punto he devaluado esa intimidad?. ¿Debo pagar algún precio?.

La respuesta la tengo muy clara: depende de la persona que lea el texto. Como en cualquier ámbito de la vida, el lenguaje que se expresa bien oralmente, bien con las palabras escritas, o de cualquier otro tipo, este puede ser interpretado de muchas formas distintas, pues se reflejan en la personalidad del receptor, quien tendrá un entendimiento único y personal de todos los estímulos que recibe. Yo escribo, lo demás interpretan. Así de simple.

Lo que leemos no es más que una orientación, un punto de vista. Lo que tenemos dentro de nosotros es lo que realmente queremos ver en todo aquello que nos rodea. Porque sí, las personas no somos capaces de comprender más allá de nuestro propio entendimiento.

¡¡Qué complicado resulta el pensar que quizá uno está yendo más allá de lo que debe cuando escribe!!. Ya he cambiado múltiples veces mi blog por causa de ello, incluyendo hoy mismo, pues he borrado algunos de mis post en base a lo que creía era excesivo. Y sin embargo, muchas cosas las he dejado. Un amigo me dijo el sábado “Creo que tendría que poner cosas más positivas en mi blog, que creo que sólo escribo de negativismos cuando mi vida es en verdad muy alegre”. Yo le respondí “No creo que debas. A mi entender, si escribes esas cosas es porque te salen de muy dentro y es lo que necesitas expresar. No deberías avergonzarte de ello, ni creo que el que hables de determinadas cosas te convierta en lo que escribes”. Y así lo creo yo también: en estas páginas reflejo todo aquello que quiero que salga de mi. Y yo soy quien pone los límites. Como en todo en la vida, hay que aprender poco a poco, y a veces a base de palos, a saber hacer bien las cosas.

Pero también reitero lo que ya he dicho: no hay nada certero en esta vida. Ni lo que escribes, ni lo que opinan sobre lo que has escrito. No se puede obviar la opinión de los demás ni tampoco cegarse en la propia opinión. Todo depende, una vez más, de cómo queramos verlo. Y eso, señores, es algo que tiene tantas variedades como la gama de grises entre el blanco y el negro.

Un abrazo.

6 de noviembre de 2005

La sinfonía del anillo, la sinfonía de mi vida

Hoy hace un año que cumplí un sueño, una de esas mágicas ocasiones que sabes que vas a recordar toda tu vida por un montón de razones. Una de las bandas sonoras de mi vida, la de El Señor de los anillos de Howard Shore, fue interpretada en vivo en Sevilla el 6 de noviembre de 2004. Este texto es un homenaje a uno de los días que recuerdo con más cariño de los que he vivido hasta la fecha, y que siempre tendré en lo más profundo de mi corazón

Las 11:00 horas de la mañana del sábado 6 de noviembre de 2004. Me esperaba un largo día, lleno de nuevas experiencias. Tomé el AVE Madrid-Sevilla por primera vez, sabiendo que me dirijía a cumplir una de mis ilusiones más grandes desde hacía mucho tiempo: poder escuchar en vivo la banda sonora compuesta por el gran Howard Shore para El señor de los anillos. Iba completamente solo, pero no importaba. El viaje merecía la pena. Se me estropeó el móvil y perdí la agenda de teléfono… ¡qué horror!. Pero todo se medio-arregló con un poco de investigación y recuperé casi toda la agenda. Es curioso… hacía muy poco que conocía a mi chico, ni siquiera era eso aún, pero lo que más me angustió fue el no tener su número para llamarle. Porque, evidentemente, aún no lo tenía memorizado.

Tras un día de turismo en Sevilla capital, por fin me dirijí a la Maestranza y obtuve mi entrada reservada. Mientras espereba entablé conversación con algún fan como yo. Iba, por supuesto, envestido con el árbol blanco de Gondor en mi camiseta, y llevaba La estrella de la tarde al cuello, y el anillo único, el de Barahir y Vilya en mis manos.

Vimos llegar a la orquesta y al encantador grupo de niños del coro, una auténtica ricura que posteriormente nos dejarían con la boca abierta en medio del concierto.

Por fin entramos. Fila 6, butaca 31 del patio. Una vista INCREIBLE. Aún no podía creerlo… quedaban minutos para que se cumpliera mi sueño. El teatro estaba a rebosar. La gente ansiosa, excitada, impaciente. Finalmente, entró la orquesta y se formó el revuelo. Y… ¡si! Ahí estaba!. HOWARD SHORE hacía su aparición ante una enorme, gigantesca, gloriosa ovación. Él agradeció tímidamente los aplausos y sin más dilación se volvió hacia la orquesta para comenzar su particular Ainulindalë.

Las luces se apagaron. Solo se podía ver a la orquesta y a Shore… y por fin comenzó. La profecía se reveló ante nosotros. La orquesta de Sevilla lo bordó, y los coros emergían poderosos. Mi piel se puso de gallina y… entonces sonó la melodía del anillo único, como comienza La comunidad del anillo, y mis lágrimas comenzaron a caer por la mejilla. No pude contenerme…. Fue… mágico, increíble, sublime. No hay palabra capaz de describir la emoción tan grande al escuchar estos acordes tan significativos para mi en vivo y una acústica casi perfecta…

Durante todo el concierto, hubo varios momentos donde abiertamente lloré… como en Los puertos grises, durante el tema de Muchos encuentros en la parte en que Frodo encuentra a Bilbo, y durante los épicos momentos de los temas de Rohan y Gondor.

Durante el descanso llamé a mi chico. Estaba en el cumpleaños de una amiga y, una vez más, como ya he dicho, fue la persona con la que quería compartir toda esa emoción. Y agradezco profundamente que estuviera ahí para escuchar mi llanto, mi emoción… ojala hubiera estado allí. Hubiera sido maravilloso.

Podría entrar en miles de detalles más, pero creo que sería alargar lo que no tiene palabras para ser explicado. Tan solo recordar, reiterar, que pude escuchar lo más parecido a lo que creo que debe ser el cielo, que esa música es parte de la banda sonora de mi vida, hilada fuertemente en mi corazón.

Gracias, Howard, por esa música que es capaz de enhebrar todos los sentimientos hermosos en los que puedo pensar

Gracias, Tolkien, por tu obra inmortal, como tus elfos.

Gracias a ti, por haber compartido en la distancia y en calidad de casi-desconocido un sueño, y seguir convirtiéndote en parte de él en lo sucesivo.

Un abrazo.

4 de noviembre de 2005

En sólo un segundo

Hoy no tengo mucho que decir, salvo quizá que es viernes y aunque he trabajado sólo desde el miércoles, siento como si llevara dos semanas sin parar un momento. Estoy bastante extenuado y ahora se me presenta un fin de semana relajado salvo por mi kedada con los amigos de MundoDVD. Me gustaría hoy poner la letra de una canción con la que me siento muy identificado, y que de algún modo en los últimos días he redescubierto. Este tema se llama En sólo un segundo y es de mi querida Eva Amaral.

Fuera sopla el viento,
Fuera está lloviendo,
Un aullido aterrador


Yo te observo mientras duermes,
Respirando dulcemente,
En la calma de esta habitación

Todo lo que siento,
Llueve desde dentro,
Aguacero de electricidad

Y al besarte en la mejilla
Yo creí que me moría,
Se rompía este pobre corazón

Quiero besarte,
Tengo miedo a despertarte

Entro en tu sueño
Y te grito desde lejos
Que te quiero

En sólo un segundo
He comprendido lo que importa y lo que no

El fin del mundo, la tormenta, el dolor,
Quedan muy lejos de esta habitación

Fuera sopla el viento,
Fuera está lloviendo,
un aullido aterrador

Pero un susurro nos envuelve,
Nos abraza lentamente,
Como un mantra conocido por los dos

No son fantasmas
Es mi espíritu el que habla
Entra en tu sueño y te grita desde lejos
Que te quiero

En sólo un segundo
He comprendido lo que importa y lo que no

El fin del mundo, la tormenta, el dolor,
Quedan muy lejos de esta habitación

Quiero besarte,
Tengo miedo a despertarte

Entro en tu sueño y te grito desde lejos
Que te quiero

En sólo un segundo
He comprendido lo que importa y lo que no

Los desengaños y los malos presagios,
Las envidias, las intrigas
Que complican nuestras vidas,
Quedan, quedan muy lejos de esta pompa de jabón,

Nuestra burbuja de amor
Sube por el cielo, más allá del universo
Sube y estalla en tu sueño.



Un abrazo muy fuerte.

3 de noviembre de 2005

Las kedadas de MundoDVD

Aún no hace un año siquiera, pero ante la proximidad de la próxima (la cuarta) kedada con mis compis de MundoDVD, me apetecía dejar un comentario al respecto.

Conocí MundoDVD hace ya algo más de 2 años gracias a los comentarios que de este foro hacía un conocido virtual, Liberty, en otro foro del que era asiduo: ElFenomeno.com, web por excelencia de Tolkien en España. Desde entonces me he convertido en un habitual, y eso sigue vigente. Me encanta poder debatir, hablar, discutir sobre una de mis grandes pasiones, el cine, amén de otros temas Offtopic que se trasladan a todos los ámbitos de la vida.

El ser miembro de MundoDVD me ha permitido, además, adquirir un sinfín de conocimientos cinéfilos a todos los niveles, tanto de directores, actores, películas, como de aspectos más técnicos como las realizaciones técnicas audiovisuales. En verdad, una auténtica delicia.

Como iba diciendo, a mediados de noviembre del año pasado acudí a mi primera kedada con los chicos de MundoDVD, la cual se realiza de vez en cuando. No pude ir a las dos primeras por distintos motivos, pero finalmente acudí a la tercera. Pese a que soy bastante tímido para estos menesteres (hasta que me suelto), reconozco que lo pasé muy bien. Las kedadas posteriores, sobre todo la tercera, fueron mejores aún. Y me muero de ganas de acudir a la cuarta y pasar un buen rato.

La primera kedada me reportó una nueva y especial amistad, la de Manu, quien se ha convertido en una presencia distante pero constante en mi vida desde entonces. Y agradezco profundamente conocer gente así, la verdad.

Recuerdo con especial cariño aquella noche por múltiples razones: la cena, las copas en Alonso Martínez, y las segundas copas con Manu y Joaquín en la Sala Sol hasta casi las 5 de la mañana. Además, recuerdo que mi querido Sergio estaba de viaje y le echaba de menos, pues no hacía mucho que habíamos empezado a salir, y deseaba tenerle a mi lado aquel día.

En fin... me estoy poniendo sentimental. Ha pasado un año desde entonces y las cosas son a la vez iguales y a la vez muy distintas. Ahora se va a repetir una situación similar, si las cosas no se tuercen en el último momento: iré a la kedada y mi chico no estará, pese a que ha pasado de “un chico con el que tengo algo” a “mi querido amor”, con lo cual le voy a extrañar muchísimo más, y ahí estarán los foreros, con los que tengo algo más de confianza, y entre ellos Manu, que ya no es en absoluto un desconocido.

La vida es siempre igual, siempre diferente. Los matices son los que la hacen hermosa. Los vientos cambiantes del tiempo, que nos hacen madurar, cambiar, enriquecernos, hacen cada día algo nuevo y maravilloso. Cuando llegue el sábado viviré ese día como un reflejo de lo que ocurrió un año antes, pero siendo consciente que nada es igual: ni yo, ni los que me rodean, ni siquiera el ambiente.

Un abrazo.