14 de abril de 2005

La aplastante lógica de lo ilógico

Soy informático. Cualquiera que me conozca un poco lo sabe. Y cualquiera que me conozca un poco más que un poco, sabe el amor que tengo a mi profesión.

Estos días apenas me despego del teclado. Me han "pedido" integrar en la peculiar (pero efectiva) aplicación que he desarrollado para mi empresa un módulo bastante complejo para gestionar una serie de partes e informes de valoración de daños en pistas o peajes.

A priori, y sin meterme en tecnicismos, he hecho en apenas 3 días una interfaz de gestión de informes que comprende una base de datos con 8 tablas o factores (Informes, Clientes, Vehículos, Designaciones, Carreteras, Puntos Kilométricos, etc), completamente parametrizable y con versatilidad de edición 100%.

¿Verdad que no se puede comprender esto tras una primera lectura?. Estoy seguro de que cuando hablo de este modo con mucha gente pensará bien que todo le suena a chino o, por añadidura, que estoy como una cabra y soy el "típico informático rarito".

He reflexionado mucho últimamente al respecto de este asunto. Escogí mi profesión de forma completamente vocacional. Para mi no hay nada que me haga más feliz que pasar horas y horas delante de una pantalla, manejando bases de datos, fabricando entornos de gestión, automatizando tareas. Puede parecer que, aunque suene un poco exagerado, es mi forma más satisfactoria de "crear" algo.

Cuando veo en la cantidad de cosas que soy capaz de hacer delante de mis líneas de código, o cuando manejo una gran cantidad de integers, floats, booleans, strings, de forma simple, por matriz bidimensional, tridimensional, estática o dinámica, dentro de un bucle for o un loop, cuando recupero datos de una tabla, cuando interactúo entre entornos SQL Server u Oracle, o ambos a la vez... me doy cuenta de que es algo grande. Y es grande porque me siento dentro de una maraña complejísima de algoritmos, funciones y procedimientos que solamente yo entiendo. Es decir, que yo soy el único arquitecto de esa lógica.

Me gustaría pensar que el mundo es igual. El mundo, la vida en general, se mueve por algoritmos excesivamente complejos para mi comprensión. En general, la gente no se complica y se mueve únicamente dentro de los límites de su propia rutina y vida y no se molesta en mirar más allá o alcanzar nuevos horizontes. Y en otro tipo de casos (como es el mío), sí que intento moverme más allá de mis propios límites de comprensión, mirar hacia otros lados, a otras vidas, a otras realidades. Pero apenas recorro algunos metros, pues considero que es peligroso. Las personas, para bien o para mal, tienen una capacidad de entendimiento MUY limitada, y sólo puede evolucionar en esa capacidad de entendimiento de forma lenta y pausada. De lo contrario todos nos volveríamos locos.

He aprendido, con el paso de los años, a "adaptar" de forma peculiar y única el mundo de la programación, mi mundo virtual, a mi vida real. Aunque en verdad es una historia larga y complicada de explicar, intentaré hacerlo.

Nunca he sido una persona con muchas luces. Es decir, que siempre he andado por el mundo de una manera desarraigada y sin preguntarme por las causas o razones de las cosas que me ocurrían. A lo mejor era una maniobra de defensa, quien sabe.

Pero cuando llegó mi adolescencia, hubo un momento concreto en el cual me afectaron profundamente dos cosas: el descubrimiento de la lógica filosófica y la innegable relación que tenía con mis primeros contactos con la programación informática. Me invadió un sentimiento reconfortante, de reconocimiento: sabía que quería profundizar en ello, entregar mi vida a ello. Es posible que fuera una forma de despertar al entendimiento y de desarrollar aquello de lo que hablaba antes: explorar más allá de mis propios límites.

El paso del tiempo hizo que descubriera cómo aplicar esos conocimientos matemáticos y lógicos a mi vida: empecé a moverme entre patrones y pautas completamente lógicas aplicadas a los campos más inauditos de mi día a día: el amor, los estudios, mi estabilidad emocional, mis quehaceres. Pero al cabo, descubrí que todo fue un gran fracaso. Porque no solo no conseguí mejorar mi vida, sino que la empeoré para mis adentros. No obstante, aprendí a conocer profundamente muchas cosas que antes no me habían interesado, y mi capacidad de comprensión aumentó estrepitosamente. Ese fue el premio o recompensa a una actitud a todas luces errónea.

¿Por qué fracasé?. Muy sencillo: es muy fácil conducir tu vida por senderos prefijados, y adaptarte a una lógica, un algoritmo, que mueva tu día a día, pero eso sólo lleva al encierro, a la muerte en vida. Porque, para ser honestos, creo que toda lógica para una persona es válida hasta que se la destrozan traumáticamente. Y creo que todos sabemos que la vida, en su concepto, es capaz de hacer eso de un día para otro. A mi me pasó, y no sólo una vez.

Entonces decidí cambiar de actitud y pensar en adaptar mi Dogma de vida a una nueva forma de comprender las cosas, y es la que hoy en día adopto: ser abierto a cualquier forma de vida o pensamiento, reflexionar sobre todo lo que veo, oigo, leo, y tratar de encontrar un sentido a las cosas. Pero si no lo encuentro, debo pensar básicamente que si no puedo comprender algo, es porque la vida contiene muchos más parámetros o variables de los que mi mente es capaz de asimilar. O, hablando informáticamente, mi memoria RAM no tiene bastante capacidad para almacenar tantas variables y matrices, y tengo que dosificarlas.

Creo que el verdadero poder del conocimiento es ese: ser consciente de tus limitaciones, y darte cuenta de que eres tan solo una pequeña parte de un todo que indudablemente es más grande y complejo que tú.

Es posible que nunca consiga encontrar el origen del algoritmo a la vida, pero no me importa, pues yo mismo soy parte de ese algoritmo, y por tanto, mientras sea capaz de comprender cada vez más la parte que me corresponde respecto al todo, podre vivir bien y en paz.

Un abrazo.