20 de enero de 2010

Avatarmanía


Bueno, ya iba tocando que hablara de la película del momento, ¿verdad?. Mi absentismo prolongado a la hora de escribir me impide también explicar que no soy ajeno a este auténtico fenómeno de masas que nos apabulla desde hace algo más de un mes.

Honestamente, llevaba esperando Avatar desde hace mucho tiempo, allá cuando solamente se hablaba de los increíbles prodigios técnicos que podíamos esperar, mucho antes incluso de que apareciera el primer teaser trailer. No me gusta nada James Cameron a nivel personal, pero nadie puede negar a este caballero que siempre que en los últimos años ha hecho una película, lo ha bordado y ha hecho que el cine avance un poco más allá. Aliens, Terminator 2 (¿alguien puede olvidarse del T-1000?), e incluso la chorradivertidísima Mentiras Arriesgadas, por no hablar ya de la ultramanoseada e hipervalorada Titanic, que en el momento en que un servidor escribo estas líneas está muy cerca de perder su trono como película más taquillera de la historia del cine precisamente por la siguiente película del mismo director.

Bueno, ¿y qué pasa con Avatar?. ¿Es en verdad la revolución que se nos dijo que iba a ser?. , sin duda. Audiovisualmente resulta tan apabullante, tan gloriosa, tan magnifica que uno no puede sino contemplar los parajes de Pandora con ojos de idiota. La perfección de los CG, sin aún llegar a ser totalmente perfectos, ofrecen una nitidez, calidad y relieve que ya quisieran muchísimas películas de primera categoría. Los Na’vi parecen casi reales, al igual que el resto de las criaturas del planeta.

Pero ay… la película flaquea a nivel argumental. Ya sé que es lo que pone en todas partes, pero es la pura verdad. Esta película ya la he visto yo en otras ocasiones y, como escuche a un buen amigo decir, es una perfecta mezcla entre Bailando con lobos, Pocahontas y Terminator en un contexto alienígena. Y no falta ni uno solo de los tópicos: el héroe caído destinado a aprender de sus errores y convertirse en un lider, el malo malísimo porque el mundo le hizo así, el jefecillo que mueve la pasta y que es un absoluto inútil con mollera floja, el enemigo que luego no lo es, el amigo/a que se sacrifica por los demás, el inevitable romance… (¿pese a estar en otro planeta los Na'vi siguen actuando con un espíritu machista sorprendentemente parecido al de los humanos en lo referente al derecho de tener esposa?)

Con todo, las más de dos horas y media que tiene Avatar no aburren en ningún momento e incluyen un buen puñado de escenas realmente memorables, sea por su belleza, su excelente sentido de la acción, la excelente BSO o su bello mensaje. De todos aquellos que supuestamente tiene (es lo mejor cuando una película tiene tanta repercusión: se la analiza hasta la saciedad), me quedo con el de aprender a convivir con la naturaleza y respetar, amar y vivir en armonía con el planeta (argumento muy Final Fantasy, si me lo permitís, así como el de la historia de Eywa, clavadita a la nuestra de Gea).

Y sí, la verdad, los ya anunciadísimos 3-D merecen y mucho la pena. La sensación de vértigo es muy real cuando se ve esta película, y lo apabullante que resulta para todos los sentidos. Tuve el gusto de poder verla, dos veces, la segunda de ellas en un enorme cine IMAX 3-D y creo que jamás he vivido una experiencia de semejante calibre.

A modo de conclusión, puedo decir que si bien Avatar no pasará a la historia ni por sus actuaciones (pese al buen hacer de absolutamente todo el reparto) ni por su guión, si esto es lo que nos espera de ahora en lo sucesivo, podemos empezar a frotarnos las manos. Avatar será en breve una película que hará historia a nivel de recaudación (el precio de las entradas 3-D ha jugado un papel muy importante en esto) y posiblemente en los próximos oscars. La pregunta es: ¿ganará más de 11?.

Salve, Señor Cameron. Tus acólitos te saludan.

Un abrazo.