28 de junio de 2006

Somewhere over the rainbow

Hoy es 28 de junio, día del orgullo gay. Pese a que el año pasado en esta misma fecha escribí algo muy distinto, en esta ocasión me gustaría recalcar el significado de este día para mi.

Es cierto que lo que es el día del orgullo gay va en apariencia perdiendo poder a medida que los derechos homosexuales se van consolidando más y más, y de forma espectacular en los últimos años. Cuando digo en apariencia me refiero a que cada vez hay más división o desinterés por parte de la gente menos comprometida con la causa gay. Yo no creo en una causa gay como tal, pero sí que considero oportuno e importante recordar que no hace demasiado, ser gay estaba castigado con la cárcel e incluso con la pena de muerte, algo que sigue ocurriendo hoy en día en un buen puñado de países.

Pero yo no busco beneficios por ser gay. Yo solo busco igualdad. Quiero poder salir por mi barrio y no sentirme mal por besar a mi novio o ir cogido de su mano en cualquier parte, sin que me miren pensando anda, dos tíos cogidos de la mano. Quiero que no exista un Chueca, sino que todo mi país sea Chueca. Quiero que se deje de hablar de bares gays y heterosexuales. Quiero que mencionar mi homosexualidad sea en una conversación algo tan natural y espontáneo como hablar del tiempo. Yo lucho por ello día a día y no siempre es fácil. En mi trabajo sigo viendo una homofobia latente por parte, sobre todo, de los más mayores (y por ende, más poderosos) que asusta. Siento que si me muestro al 100% abierto en ese aspecto, no poder evolucionar laboralmente.

Hay mucho que hacer todavía. Muchísimo. Yo por suerte debo decir que mi homosexualidad hace tiempo que dejó de ser un problema tanto para mi, como mi familia y amigos. Tengo un grupo de amigos absolutamente homogeneo, discuto con mi madre acerca del atractivo de fulanito o menganito, y cuando he tenido novio nunca he tenido el mínimo problema en hacer todo lo se debe hacer con él, tanto de puertas para adentro como puertas para afuera, a nivel social e íntimo. En ese sentido, mi propia batalla la tengo ganada. Porque no es fácil y conozco a muchísima gente acomplejadísima por aquello del qué dirán.

Y hay otra batalla de la que se habla menos: concienciar a los homosexuales orgullosos de serlo de que no están por encima de los heterosexuales. Porque esa actitud es también un artífice de separatismo bastante lamentable. Sí: conozco homosexuales que no quieren que los heterosexuales se acerquen a ellos. Triste pero cierto.

Por tanto, sentencio: por un mundo mejor, en el cual se mire más dentro del alma y los sentimientos, donde se dejen de lado absurdas costumbres religiosas, los prejuicios, la intolerancia, la xenofobia y la demagogia, donde todos tengan derecho a amarse física y espiritualmente sin que su sexo tenga relevancia alguna, donde todos tengamos los mismos derechos (y obligaciones), os digo a todos...

FELIZ DÍA DEL ORGULLO GAY

Un abrazo.