24 de octubre de 2006

Javi


Es sorprendente cómo va vueltas la vida. Aquí me veo con Javi en Chicago, en su casa del Downtown, pasando unos días con él, y me doy cuenta de cómo han cambiado las cosas entre nosotros a lo largo de los años… para bien y para mejor.

Veréis, conocí a Javi cuando yo tenía 19 años y me abrió las puertas de un nuevo mundo. Caí perdido y rendido a sus pies y fue cuando comenté todo lo que tenía que comentar en casa. Me sentía tan orgulloso que nada me impedía llevar todo lo que fuera hacia adelante. Lamentablemente, a los cuatro meses descubrí el otro lado de la moneda: que ciertos sentimientos no son siempre recíprocos. Y Dios, qué mal lo pasé durante muchos meses. Ahora veo, evidentemente, que todo fue sinceridad. El tiempo le ha dado la razón: 7 años de amistad. Y contando.

Javi me tenía mucho afecto, y seguimos viéndonos muy a menudo. Algo que al principio yo necesitaba pero a su vez no me convenía. Fue cuando conocí a su hermana María y al entonces novio de esta, Jose, así como otra serie de personas de su entorno. Finalmente, él se fue a vivir a Marbella y yo me quedé en Madrid, tiempo en el cual yo superé esa adicción a su presencia. Unos meses después, ya podía visitarle en Marbella sin tener esa sensación de angustia. Lo bueno es que ahora puedo hablar de estas cosas con alegría y casi estupefacción por lo lejanas que me resultan, aunque solo haga 6 años de estas cosas. Porque si miro atrás, no puedo dejar de pensar en la cantidad de veces que tuve que faltar a clase porque era incapaz de concentrarme en ello y las ganas de llorar que tenía constantemente.

Pero, como iba diciendo, el tiempo siguió irremisiblemente hacia delante. Y desde ese día, Javi fue una presencia constante en mi vida de forma absolutamente positiva. Nuestra amistad creció y medró, al igual que la que comencé con su hermana y su ya marido Jose, a los cuales me siento muy unido. Ambos hemos vivido y compartido entre nosotros desde entonces toda nuestra vida, amores y desamores, momentos alegres y tristes. Dios, cómo ha llovido para ambos desde esos días lejanos.

Y ahora, irónicamente, trabajo en la misma empresa que él. Gracias a que él pasó mi currículum oportunamente en su momento. Lo cierto es que, si lo pienso, el eje de mi vida actual gira en torno a él en muchos aspectos. Las cosas buenas que me ha aportado su presencia en mi vida es enorme, y nunca lo olvidaré. A veces me pregunto por qué camino habría ido sin él.

Ahora, tras casi 7 años transcurridos, me encuentro en calidad de buen amigo junto a él en un sitio muy lejano, completamente distinto a Madrid, donde él y yo somos personas extremadamente distintas a aquellas que un día se conocieron pero que mantienen los mismos valores en su esencia. Somos iguales, y muy diferentes. Me siento profundamente honrado de tener a alguien como él en mi vida. Es una persona maravillosa. Qué raro se me ha hecho irme estos días de paseo con él y volver a estar unidos como buenos amigos, hablar de nuestras cosas con calma... algo que lamentablemente por cosas del día a día no habíamos podido hacer desde hace tiempo.

Javi es feliz hoy en día y desde hace ya tiempo con una persona a la que también tengo mucho cariño y espero ver en Madrid cuando regrese. Este texto es, simplemente, un homenaje a mi querido Javi, que ha sido un punto de inflexión extremadamente importante en mi vida en un momento determinado de ella, y un buen amigo a todas luces por muchos años y más y menos que transcurran. Gracias a él trabajo donde trabajo, estoy donde estoy, y tengo a personas maravillosas como su hermana, cuñado y su sobrina a los cuales adoro.

Aquí estamos, años después, en las calles de Chicago. Quién lo iba a decir.


Un abrazo.

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