A última hora de la tarde, he salido a pasear por una parte de Michigan Avenue una vez más para ver si localizaba algunos Souvenirs para amigos y familia. De repente, al volver a casa, siendo casi las 8 de la tarde, ya de noche y con todos los edificios iluminados a mi alrededor, he puesto el iPod y ha comenzado a sonar, vete tú a saber si por casualidad o por el destino, una de las canciones más hermosas de todos los tiempos y que ya he mencionado muchas veces por aquí: For always de Lara Fabian. Y de repente, esa canción ha sido el catalizador de las emociones que me habían estado recorriendo desde que llegué: esa sensación de pequeñez ante la grandeza, de emoción ante un sueño realizado, de punto y aparte en mi vida. Y mientras escuchaba la canción, veía la hermosa vista que tenía delante, y el frío de la ciudad de los vientos estremecía mis sentidos, lloré. Como un niño pequeño. La combinación de elementos lo hizo propicio. Y es que, ¿qué sería la vida sin momentos como ese?.
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