Llevo varios días sin escribir por el blog, y lo poco que he remarcado son chorradas como lo del sueldo de SuperEspe o la broma pesada del Juego del amor. Bueno, recalco de todos modos lo que he dicho en uno de los comentarios de dicho post: como a mi no me haría mucha gracia (de hecho ya me ha pasado, jajaja… pero tranqui, Manu, que no me importa en absoluto) puse que se me enviaran los correos a una cuenta caduca que tengo. Es decir, que no tengo ni idea de quién ha picado. No tengo tanto morro, la verdad.
Bueno, volviendo al meollo de la cuestión, la razón por la cual no he escrito han sido varias, siendo la más importante de ellas la increíble falta de tiempo que tengo a causa de una infinidad de compromisos de toda índole: terminar 2 webs que estoy haciendo, el implacable trabajo, los asuntos de mi (espero) inminente mudanza, las asignaturas de la UNED que estoy estudiando (¡malditas matemáticas!), y sobre todo… un cansancio crónico que me impide hacer nada productivo. La razón: mi sofá cama, que se ha convertido en mi lugar de descanso, por decir algo, en el último mes. He comprobado amargamente que como cama para un par de días está bien, incluso para una semana, pero no para un mes completo como llevo. La parte central se hunde. Ya casi diría que toco la parte sólida, lo cual hace inviable cualquier tipo de descanso real. Y ya estoy realmente harto. Tengo opciones de dormir en casa de amigos como Nacho, e incluso otros miembros de mi familia, pero es que todos me pillan realmente mal para ir a trabajar y, sobre todo, está el hecho de que no quiero ser una molestia para nadie.
Pero esto está empezando a resultar insostenible. No duermo, me siento todo el día débil y sin ganas de nada, y las cosas hay que sacarlas adelante sí o sí. Iba a ser solo una semana cuando mi tía y prima llegaron a casa, pero ya llevan un mes y la cosa apunta a que aún queda por lo menos otro. Y ya no puedo más. Eso por no hablar de la falta de intimidad a la que me veo sometido, algo que no recordaba desde que vivía con mis abuelos.
Ahora llega un puente de 5 días en los cuales tengo muchos compromisos, pero no voy a irme de Madrid. Tras el viaje a Chicago no ando precisamente boyante, y es que soy un asalariado como cualquier hijo de vecino. Además, tengo que ahorrar para los gastos que se me avecinan, que no son pocos. Bueno, no me vendrá mal. Aprovecharé para ir al cine, que lo tengo muy abandonado (hace 2 semanas que no voy), ponerme con el Final Fantasy XII, del cual llevo ya 53 horas de juego, ver a los amigos (y a los primos pequeños), salir a tomar algo, estudiar y demás parafernalia. Se acercan las navidades peligrosamente, y digo bien porque no van a ser alegres por muchas razones, las cuales prefiero no mencionar.
En fin, creo que no tengo mucho más que añadir. Estos días escribiré alguna cosina en mis ratos de asueto, pero ya veremos. Ahora debo seguir con mis inexorables obligaciones.
Un abrazo.
Bueno, volviendo al meollo de la cuestión, la razón por la cual no he escrito han sido varias, siendo la más importante de ellas la increíble falta de tiempo que tengo a causa de una infinidad de compromisos de toda índole: terminar 2 webs que estoy haciendo, el implacable trabajo, los asuntos de mi (espero) inminente mudanza, las asignaturas de la UNED que estoy estudiando (¡malditas matemáticas!), y sobre todo… un cansancio crónico que me impide hacer nada productivo. La razón: mi sofá cama, que se ha convertido en mi lugar de descanso, por decir algo, en el último mes. He comprobado amargamente que como cama para un par de días está bien, incluso para una semana, pero no para un mes completo como llevo. La parte central se hunde. Ya casi diría que toco la parte sólida, lo cual hace inviable cualquier tipo de descanso real. Y ya estoy realmente harto. Tengo opciones de dormir en casa de amigos como Nacho, e incluso otros miembros de mi familia, pero es que todos me pillan realmente mal para ir a trabajar y, sobre todo, está el hecho de que no quiero ser una molestia para nadie.
Pero esto está empezando a resultar insostenible. No duermo, me siento todo el día débil y sin ganas de nada, y las cosas hay que sacarlas adelante sí o sí. Iba a ser solo una semana cuando mi tía y prima llegaron a casa, pero ya llevan un mes y la cosa apunta a que aún queda por lo menos otro. Y ya no puedo más. Eso por no hablar de la falta de intimidad a la que me veo sometido, algo que no recordaba desde que vivía con mis abuelos.
Ahora llega un puente de 5 días en los cuales tengo muchos compromisos, pero no voy a irme de Madrid. Tras el viaje a Chicago no ando precisamente boyante, y es que soy un asalariado como cualquier hijo de vecino. Además, tengo que ahorrar para los gastos que se me avecinan, que no son pocos. Bueno, no me vendrá mal. Aprovecharé para ir al cine, que lo tengo muy abandonado (hace 2 semanas que no voy), ponerme con el Final Fantasy XII, del cual llevo ya 53 horas de juego, ver a los amigos (y a los primos pequeños), salir a tomar algo, estudiar y demás parafernalia. Se acercan las navidades peligrosamente, y digo bien porque no van a ser alegres por muchas razones, las cuales prefiero no mencionar.
En fin, creo que no tengo mucho más que añadir. Estos días escribiré alguna cosina en mis ratos de asueto, pero ya veremos. Ahora debo seguir con mis inexorables obligaciones.
Un abrazo.
1 comentario:
Yo estoy igual que tú, ha venido mi abuela a casa y me he visto relegado al sofá cama hundible jejejeje. No te preocupes por las matemáticas son algo bien fácil pero hay que tomárselas con calma, pero no demasiada porque febrero está ahí al lado.
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