9 de octubre de 2006

Primeras impresiones sobre Final Fantasy XII

Es una pena pensar que no tengo demasiado tiempo para jugar… apenas dos horas y media reales desde hace unos días, pero he podido ya empezar a familiarizarme con el sistema de juego de Final Fantasy XII. He dejado de lado otros como Kingdom Hearts 2 de lado, pero es que no tengo elección… esta saga es la más especial para mi, y cada vez que aparece una nueva entrega tengo que abandonar cualquier otra cosa por ella.

Vayamos por partes: argumentalmente hablando, la historia es sumamente interesante. La dramática y apasionante, a la par que espectacular introducción, nos mete dentro del mundo de Ivalice, donde una guerra entre reinos está en ciernes... Arcadia contra Rosalia, dos grandes imperios, y en medio de ellas el pequeño reino de Dalmasca. Como no quiero revelar absolutamente nada ni spoilear el juego, decir solamente que todo es sobrecogedor desde el principio. Y mucho. Eso sí, es imposible no pensar en Star Wars desde que ves empezar el juego, porque desde luego la ciudad de Rabanastre, las criaturas y la tecnología y culturas en general son increíblemente parecidas a las del planeta Naboo.

La BSO, sin ser ya de mi adorado Nobuo Uematsu, está a la altura y resulta a veces incluso mejor que la de otros juegos de la saga. Pero donde el juego tiene su mejor baza es en el espectacular e increíble motor gráfico del que hace gala. Creo que no he visto mejores gráficos hasta la fecha en PS2, sinceramente, salvo en títulos de última hornada como Tekken 5 o MGS3. La verdad es que esta máquina ya no puede dar más de si, sinceramente. Eso sí, se nota mucho la mano del creador de Vagrant Story, porque los personajes son clavados, sin perder la esencia de los antiguos FF, por suerte.

Reconozco que el sistema de batallas me ha resultado muy confuso al principio, y aún lo es. Veréis: mientras que en cualquier otro FF las batallas contra enemigos están claramente diferenciadas del sistema de juego “normal” (en fases distintas, para entendernos), aquí las batallas son en el mismo plano. Es decir, que te encuentras un enemigo y directamente luchas contra él, sin cambiar de pantalla o fase. Eso lo hace muchísimo más dinámico pero se hace muy raro para cualquier que haya jugado a entregas anteriores. Aquí puedes “oler” los combates, evitarlos, huir de ellos. Algo que no ocurría antes. Por otro lado, la forma de incrementar habilidades es también muy curioso: estas habilidades se tienen que comprar en tiendas (armas, cascos, magias, etc), pero es que aparte de eso necesitas comprar la “licencia de uso” de ese objeto o magia. No puedes disponer de esa habilidad sin ambas cosas. Si, por ejemplo, quiero obtener la magia “cura” tengo que comprarla en una tienda pagando el dinero correspondiente, y aparte de eso comprar su licencia de uso, en este caso denominada “Magia blanca 1” (la más básica). Lo mismo ocurre con magias negras, sacras, etc. El dinero de “pago” para ambas cosas es distinto. Parece complicado, pero resulta realmente interesante y divertido. Aparte de eso, la obtención de más vida y poder mágico depende, como siempre, del nivel del personaje, que se va incrementando conforme mata más enemigos.

Ahora mismo estoy enganchadísimo pero no tengo demasiado tiempo para dedicarme a él. La única conclusión a la que llego (de momento, porque no es la última vez que hablo del juego) es que esta es una despedida de oro para la saga en Playstation 2, que reafirma mi idea de que los videojuegos son verdaderas obras de arte a todos los niveles, y que concretamente esta saga siempre tendrá un lugar muy especial en mi corazón.
Un abrazo.

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