9 de octubre de 2006

Breve historia de un cumpleaños

El sábado pasado hice una pequeña cenita en casa, en plan formalillo, porque mi casa no es precisamente enorme y porque no me apetecía molestar mucho a los vecinos. Pero con todo, creo que lo pasamos muy bien. Sobró comida a raudales, porque yo soy de los que cree que es mejor que sobre a que falte, pero no hay mucho problema… al día siguiente arrasamos con lo que sobró y punto.

A mi me hubiera gustado algo más informal, más divertido, en plan fiestorra… ¿debería alquilar un local para la próxima?. Da igual, llevo años haciéndolo así y tampoco voy a cambiarlo ahora.

Cris y Mónica, junto con sus túrtulos Omar y Jimmy hicieron acto de presencia. Mis queridas ex-compañeras de trabajo me alegraron la noche, como siempre, y me regalaron un Wok junto con su libro de recetas correspondiente. Y es que el peso del piso (valga la frasecita) ha sido determinante este año en base a los regalos. ¡Se nota que me mudo pronto!. Pero como me encanta la cocina de Wok, creo que el regalo no podría haber sido más adecuado.

Juan Carlos y Manolo me regalaron un enorme tarro de cristal con flores en plan decorativo. Quizá cambie las flores por otra cosa, pero creo que quedará bonito en el recibidor de casa. Ellos, como siempre tan salaos, acabamos de copeteo tras la cena por los bares de Chueca.

Sergiote vino también, y me regaló un bolso precioso y amplio para mis múltiples chorradas, y la edición especial del album debut de Fábula con DVD incluído. Es un grupo no muy conocido con canciones fabulosas como Perdón, La cal o Alud. Os lo recomiendo abiertamente, pues su cantante Iván Mur tiene una voz increíble y cálida.

La foto que hay aquí arriba es de otra cenilla que hice el jueves, día de mi cumple, para los que no podían venir el sábado. Dany y Gemma, Carlos y Nacho (que me pidió que si ponía alguna foto suya él no apareciera, y esas cosas hay que respetarlas) y Miguel.

Jose y Miguel no podían faltar el sábado, mis queridos y amados amigos. Ellos no trajeron nada porque esperan a darme el regalo conjunto que han cogido junto a Dany y Gemma, que por cosillas no pudieron asistir ese día, y quieren estar todos. Tampoco vinieron finalmente María y Jose, pues peque-Paula se puso malita en el último momento. Pobrecita.

Tras la tarta y algo de conversación, visionado de fotos y videos surrealistas de YouTube, nos fuimos a tomar algo a Chueca. La mayoría se rajó bien por falta de ganas, exámenes al día siguiente o simple cansancio. Allí nos encontramos con mi querido Carlos, que estaba algo dispersillo, y aguantamos un par de horas.

Bueno, pues otro año más. El año que viene espero que pueda escribir palabras parecidas, pero esta vez en mi flamante nueva casa. La única reflexión respecto a estas fiestas clásicas que llevo celebrando ya unos cinco años en casa es que me resulta curioso cómo la gente va y viene, y cómo aparece y desaparece. Es la esencia de la vida. La gente va y viene. Y ¡ojo! esto no son palabras de tristeza, simplemente de impacto y estupefacción. Porque, ¿acaso no es cierto que pese a que tenemos el conocimiento de cómo son las cosas, no por ello dejamos de sorprendernos cuando las vivimos?.

Un abrazo fuerte, y especialmente a todos los amigos que vinisteis el sábado y jueves.

No hay comentarios: