22 de marzo de 2006

Una pesadilla extremadamente perturbadora

Hacía muchísimos meses que no me ocurría lo que sucedió anoche. Apenas he dormido por culpa de una de esas cosas que se cuelan en mi cerebro mediante el subconsciente y, evidentemente, no puedo controlar. He tenido una pesadilla, pero no una pesadilla corriente, sino de esas que parecen trascender el mundo de los sueños para convertirse en algo muy real. De esas de las que no te olvidas por la mañana, sino que las recuerdas hasta el más mínimo detalle. Y ha sido un mal trago, para qué engañarnos. Me he levantado en medio de la noche completamente empapado en sudor tras llegar al punto más intenso de la misma, y me he puesto a gimotear como un crío.

Sin entrar en detalles, básicamente se trataba de una discusión entre tres personas, en un lugar que ya quedó atrás en mi vida. Estas tres personas éramos yo y las dos personas más importantes en mi vida actual. La discusión venía provocada por mi y mi actitud, y al final acabábamos todos insultándonos y diciéndonos mutuamente que nos odiábamos. Todo esto en un contexto de lo más extraño: en verano, en mi antiguo chalet que ya vendimos hace un par de años, en medio de una multitudinaria comida familiar (de la cual nos apartamos: en el sueño sólo estábamos los tres).

Ahora yo me pregunto el por qué mi subconsciente me ha jugado esta mala pasada. Es imposible que entre estas personas y yo pudiera darse una situación tan extrema, y además se produce en un entorno que pertenece completamente a un pasado que no puede volver. ¿Tendrá esto algo que ver?. Yo soy de esos que creen que los sueños son una clara manifestación de todo aquello que no nos atrevemos a creer para nosotros mismos, es nuestra propia psique, nuestra propia consciencia advirtiéndonos a su manera que hay algo que aún nos atormenta aunque nos esforcemos en creer que ya lo hemos dejado marchar o más bien superado.

Ahora mismo, ya habiendo pasado bastantes horas de todo eso, me siento mucho más relajado, quizá porque mi corazón ya está recuperando su temperatura habitual, y el tino está apoderándose nuevamente de mi cabeza. Pero sé que cuando me he despertado, incluso el resto de la noche, incluso hace un rato mientras desayunaba, me ha invadido una sensación de angustia intensa que me ha dejado hecho polvo. Aunque parezca completamente fuera de lugar decirlo, me parece que con toda mi plena consciencia he sentido un TERROR EXTREMO. Y lo peor... ¡no tengo ni idea de por qué!. No me pienso comer mucho el coco, seguramente se trate simplemente de un post-shock.

La conclusión a la que quiero llegar, que no es una conclusión sino una pregunta, ya la he mentado en realidad: ¿es nuestro subconsciente más inteligente que nosotros, o al menos más sincero con nuestra propia realidad, o más bien es una especie de estigma puñetero que nos aletarga en situaciones que deseamos olvidar?.

Un abrazo.

1 comentario:

Frank Palacios dijo...

Molarela: no vuelvas a cenar tortilla francesa.

Está científicamente estudiado, que cenar huevos, crea pesadillas.

Remember, Luke:
Lamerlos sí, comértelos, ¡no, neeenaaaa!