D.O. iba andando por la calle y se encontró con su antaño amigo C.P. tras unos meses sin verle. Al verle acercarse, se acercó a él y le saludó.
D.O.: ¡Hola!. Dame un beso, hombre.
C.P.: Hola.
D.O.: ¿Qué tal?.
C.P.: Bien, ¿y tú?.
D.O.: Bien... he quedado con un amigo a tomar algo por aquí.
C.P.: Pues nada, venga que llegas tarde.
Y así acabó el fructífero encuentro.
1 comentario:
Pues para el próximo encuentro entre D.O.y C.P. debería de plantearse 2 opciones: ignorarle totalmente o pararse a saludar tan educadamente que pueda resultar hasta borde. Te puedo asegurar que la segunda opción hace que la otra persona se sienta mucho más incómodo que si se le ignora directamente
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