10 de julio de 2006

Historia de un finde playero

Como ya he dejado caer en mi post anterior, este fin de semana me he marchado a disfrutar un poco del mar con mis amigos (Jose, Miguel, Dany, Gemma y Carlos), concretamente a la playa de Gandía. La verdad es que no podíamos haber escogido peor fecha si nos ceñimos al tráfico en carretera, pues la visita del Emperador Ratzinger a Valencia hizo estragos en la A-3, donde prácticamente nos topábamos cada 300 metros a un autobús con las pancartas "Encuéntrate con el Papa". Sin comentarios…
El caso es que finalmente llegamos a nuestro destino, y allí estábamos los 6 locos de turno en nuestro hotel, que compartimos en 3 habitaciones dobles. No nos paramos demasiado y nos largamos casi ipso-facto a la playa para combatir el insoportable calor que hacía. Y allí permanecimos casi todo el día, entre arena, agua calentorra (cómo me gusta el agua del norte, por Dios), sombrillas y mucha, mucha crema de factor 20 y After-Sun… algo que no impidió que al final de la jornada acabáramos como cangrejos. Aún me duele la espalda… ¡ay!.
La sorpresa por la tarde llegó cuando mandé un SMS a mis amigos María y Jose.. ¡¡que también estaban allí!!. Y nos encontramos en el paseo marítimo dando un paseo, donde estuvimos un ratito todos juntos. Mis amigos aún no conocían a Peque-Paula, la hija de estos, a quienes algunos no veían hace bastante tiempo. Fue breve pero emocionante.
El cachondeo que vivimos después, mientras nos dirigíamos al restaurante, fue de risa. Mi querido Carlos y yo, junto con la mariliendre oficial, Gemma, recorrimos toda la costa de Gandía con la música a toda pastilla y cantando como unas locas el I should be so lucky de Kylie Minogue. Vamos, la gente nos miraba estupefacta... jajaja. Tras una cena opípara y algo accidentada (qué mal servicio ofrecen algunos restaurantes cuando están desbordados de gente), nos fuimos a dormir como angelitos… la noche anterior apenas habíamos dormido 4 horas, a lo que hay que sumar el viaje y todo un día de playa. Yo caí redondo, desde luego. Al día siguiente optamos por no ir a la playa debido a nuestras quemaduras solares (estabamos mataos, hablando en plata) y fuimos a recoger unas camisetas que habíamos encargado el día anterior bastante… bueno, cachondas. Estas consistían en una frase delantera bastante explícita: "Me meto en el armario, que fuera hay mucho… maricón". Sinceramente, no sé de quién fue la idea de esta frase, pero todos vestidos con semejante atuendo llamábamos mucho la atención por las calles de Gandía. La parte posterior de la camiseta citaba nuestro mote para la ocasión…
Tras una breve mañana en Gandía, y por no perder la costumbre de tener un día de palizón, nos fuimos…¡a Benidorm!. Toma ya. Allí estuvimos tomando algo y comiendo con unos amigos de Dany y Gemma, y lo pasamos realmente bien aunque estabamos aún resacosos del día anterior. Tras esto volvimos a Madrid, donde encontramos algo de atasquillo en parte debido a los meses estivales en los que nos encontramos y supongo que también por la visita de nuestro amigo italiano en Valencia. Desde luego, cuando llegué a casa estaba muerto. He dormido 9 horas de un tirón, y gracias a eso hoy me encuentro muy despejado. Ahora me he tomado un breve respiro en el trabajo para escribir esto, pero me tengo que poner las pilas… ¡el día D se acerca!.
En estos dos días me ha dado tiempo a pensar en bastantes cosas, especialmente en el valor de la amistad hacia determinadas personas que tengo cerca y en lo relativo del afecto que nos entregamos. Es decir, en el componente de autenticidad y de pose que componen las relaciones humanas. Quiero mucho a mis amigos, y especialmente a uno de ellos, de quien sé que no podría vivir sin él. Y también me doy cuenta de que no hay que ser tan trascendental a la hora de valorar y evaluar una amistad, simplemente disfrutar de ella y dejar que evolucione libremente. Porque cada amistad es diferente, especial y única.
Ayer tuve que tomar una decisión importante y que pese a que no sé qué consecuencias tendrá, sé que debía llevar a cabo. Tengo la esperanza de que esta me lleve a una situación mejor, pero ¿no os pasa que pese a que creéis que estáis haciendo lo correcto, no podéis evitar pensar "lo estaré haciendo bien"?. Supongo que soy una persona muy dubitativa y poco resuelta, pero en fin… dicen que no existe decisión equivocada, simplemente las que se toman y punto. Espero que sea cierto.
Bueno, vamos a concluir, que ya está bien… este ha sido un fin de semana bonito, especial, lleno de emociones muy polarizadas pero mayormente hermosas. Y lo mejor de todo: mis amigos. Son geniales, alocados… y disfruto mucho de su compañía.

Un abrazo.

1 comentario:

kozmicboy dijo...

son mis amigooss, en la calle pasábamos las horasss,oooohhh, son mis amigooosss, por encima deeee todas las cosaassss!!!!!
eso dice amaral...