22 de junio de 2006

Jornada de verano

Hoy comienzo, teóricamente, la jornada de verano en el trabajo. Horario diario de 8 a 3. Cuando digo teóricamente quiero decir precisamente eso, que dudo mucho que llegue a cumplirse de forma real. Para empezar bien, hoy no voy a hacer tal horario. Lo cual no me impedirá, algún día, salir bastante antes de lo normal por estar simplemente en mi derecho.

Esto me hace pensar: ¿por qué no se puede tener jornada de verano todo el año?. Ojo, no lo digo en absoluto de coña. Muchos pensarán mucho morro o claro, qué listo, pero es que no me parece en absoluto inviable. Sinceramente, creo que la mayoría de las empresas saldrían ganando con una postura así. El deporte nacional es hacer horas extras absurdas. Está demostrado científicamente que la jornada continua hace que el trabajo cunda más y los trabajadores estén más felices en general por el simple hecho de tener VIDA.

Pongo por ejemplo mi vida actual o, más atrás aún, cuando trabajaba en el centro de Madrid. Me tenía que levantar a las 7, tardaba casi una hora en llegar al trabajo en ese maravilloso transporte público que es el Cercanías junto con el transbordo del metro hasta la médula de gente, hasta el punto de ni siquiera poder abrir el libro que estaba leyendo. Conclusión: llegaba estresado (y sudado) al trabajo. La jornada transcurría hasta las 7 y media u ocho de la tarde con una hora para comer, y luego a la vuelta otra vez el estrés del transporte (porque todos entrábamos y salíamos a la par). Llegaba a casa casi después de las 9 de la noche y tenía que ponerme a hacer la cena y poco más. Y así un día y otro, y otro, y otro...

Hace poco vi una película española bastante interesante llamada El principio de Arquímedes, protagonizada por Marta Belaustegui, que trababa en buena parte este asunto: la ambición profesional frente al bienestar personal, junto con otra serie de factores. La recomiendo a todo el mundo que lea este post.

Lo que intento plasmar en estas líneas es que la sociedad española vive en una dinámica en la cual cada vez todo gira más deprisa, tanto que mucha gente es incapaz de soportarlo: la ambición profesional, la presión de la hipoteca, los horarios imposibles por sueldos miserables, la inestabilidad personal que provoca todo eso... la vida gira en torno a un montón de parafernalia y burocracia que se ha inventado vete-tú-a-saber-quién y parece que, muchas veces, olvidamos lo realmente importante.

Me gusta mi trabajo. Me gusta darlo todo y soy comprometido, pero a veces creo que si tuviera más tiempo para hacer lo que quiero, sería mucho más feliz. Me encantaría poder un día quedarme toda la tarde en casa escuchando música, o paseando por el retiro, o irme de tiendas de comics, o ir a la piscina, o patinar sobre hielo, o ir al cine, estudiar, hacer cursos, ir a museos y exposiciones... no sé, ¿es tanto pedir?.

Respecto a lo que puse hace poco sobre la sostenibilidad, lo que creo en general es que la sociedad mundial debería frenar un poco el ritmo. Es una utopía, pero no puedo evitar pensarlo. ¿Qué podemos hacer?. Bienvenida, jornada de verano casi inexistente. Ojalá te quedaras para siempre.

Un abrazo.

2 comentarios:

Spidermanu dijo...

Genial, Dani. Has vuelto a clavarlo. Punto por punto, coma por coma.

Yo creo que, como todo siga a este ritmo, nos vamos a ir todos a tomar por culo más temprano que tarde.

Spidermanu dijo...

Añado que yo "disfruto" de la jornada intensiva de verano desde el pasado día 15 hasta el próximo 15 de Septiembre.
(las comillas se corresponden, por supuesto, con eso que decías tú de teóricamente :-P )