Javier es un hombre hecho y derecho. Pero ¡ojo! cuando digo que es un hombre, es que es un HOMBRE de verdad, de esos que ya no quedan. Es tan macho que ninguna mujer (ni hombre) es capaz de no sentir esas hormonas masculinas que desprende cuando él pasa a su lado.
Su mujer debe estar orgullosa. Seguro que se pasa el día cantando Mujer florero de Ella Baila Sola. Esta mañana he tomado café con él y otras personas. Que envidia me da, no deja de presumir de que su mujer le compra la ropa interior, que ¿para qué se va a molestar él con la de trabajo que tiene, si tiene a una esposa fiel, de las buenas, de esas que le tienen siempre la casa limpia y la comida hecha para hacerlo?. La verdad es que es normal... para eso él se desloma a trabajar, para darle esa vida despreocupada. Lo mínimo es que ella haga todo eso, ¿no?. Javier también presume de cómo su mujer se levanta una hora antes que él para tenerle preparado un buen desayuno y el traje recién planchado y preparado. A Javier le gusta la bollería fresca, y ella baja encantada a por ella todas las mañanas.
Esta mañana la conversación giraba en torno a su ropa interior, al último partido del Madrid y, por supuesto, de política. Javier es de ultraderechas, ¡como debe ser!. Su tono del móvil es una marcha militar, ¡por supuesto!. Y sostiene que España es una unidad, que está hasta los huevos de los putos catalanes, vascos, andaluces y gallegos. Un sonoro ¡joder! Es lo que utiliza para terminar la frase. Qué ideales, qué ímpetu... siento que este hombre me conquista por momentos.
Comenzamos a hablar de cine mientras tomamos el café. Hablando de los oscars, aparece Brokeback Mountain en la conversación. Yo les comento que me parece una buena película, pero no tanto como comenta la crítica. Entonces, un Javier le dice al otro Javier deberías ver tú esta película. Entonces empezó a soltar una serie de epítetos hacia el colectivo homosexual que ya terminó por conquistarme del todo: No jodas, esa peli es de maricones. A esos habría que colgarles por las pelotas y quitarles el vicio de raíz. Madre mía, si es que es TAN MACHO... me tiene fascinado, de verdad.
Es hora de volver a la faena, al trabajo. Javier se marcha también, a fumarse un cigarro fuera del edificio. Malboro, por supuesto, que para eso él es tan, tan, tan hombre.
Quedan pocos hombres como Javier. Que pena. Yo, cuando sea mayor, quiero un hombre así para mi, un hombre auténtico, un auténtico MACHOTE que me trate como me merezco. Un hombre al que servirle la copa cuando llegue a casa, hacerle la cena, que me mantenga. Y, sobre todo, que tenga ideales tan apasionados sobre los asuntos principales de la vida.
Suspiro por un hombre así...
Su mujer debe estar orgullosa. Seguro que se pasa el día cantando Mujer florero de Ella Baila Sola. Esta mañana he tomado café con él y otras personas. Que envidia me da, no deja de presumir de que su mujer le compra la ropa interior, que ¿para qué se va a molestar él con la de trabajo que tiene, si tiene a una esposa fiel, de las buenas, de esas que le tienen siempre la casa limpia y la comida hecha para hacerlo?. La verdad es que es normal... para eso él se desloma a trabajar, para darle esa vida despreocupada. Lo mínimo es que ella haga todo eso, ¿no?. Javier también presume de cómo su mujer se levanta una hora antes que él para tenerle preparado un buen desayuno y el traje recién planchado y preparado. A Javier le gusta la bollería fresca, y ella baja encantada a por ella todas las mañanas.
Esta mañana la conversación giraba en torno a su ropa interior, al último partido del Madrid y, por supuesto, de política. Javier es de ultraderechas, ¡como debe ser!. Su tono del móvil es una marcha militar, ¡por supuesto!. Y sostiene que España es una unidad, que está hasta los huevos de los putos catalanes, vascos, andaluces y gallegos. Un sonoro ¡joder! Es lo que utiliza para terminar la frase. Qué ideales, qué ímpetu... siento que este hombre me conquista por momentos.
Comenzamos a hablar de cine mientras tomamos el café. Hablando de los oscars, aparece Brokeback Mountain en la conversación. Yo les comento que me parece una buena película, pero no tanto como comenta la crítica. Entonces, un Javier le dice al otro Javier deberías ver tú esta película. Entonces empezó a soltar una serie de epítetos hacia el colectivo homosexual que ya terminó por conquistarme del todo: No jodas, esa peli es de maricones. A esos habría que colgarles por las pelotas y quitarles el vicio de raíz. Madre mía, si es que es TAN MACHO... me tiene fascinado, de verdad.
Es hora de volver a la faena, al trabajo. Javier se marcha también, a fumarse un cigarro fuera del edificio. Malboro, por supuesto, que para eso él es tan, tan, tan hombre.
Quedan pocos hombres como Javier. Que pena. Yo, cuando sea mayor, quiero un hombre así para mi, un hombre auténtico, un auténtico MACHOTE que me trate como me merezco. Un hombre al que servirle la copa cuando llegue a casa, hacerle la cena, que me mantenga. Y, sobre todo, que tenga ideales tan apasionados sobre los asuntos principales de la vida.
Suspiro por un hombre así...
1 comentario:
uff...a veces los sueños cumplidos son la peor de las pesadillas...cuidado con lo que pides!!! :)
un abrazo
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