15 de noviembre de 2006

La joven del agua

Por petición popular, y la de Sergiote en particular, voy a comentar por fin la última película de M. Night Shyamalan, La joven del agua, cuando curiosamente ya queda muy poquito para su lanzamiento en DVD.

Personalmente, creo haber visto una película que transmite la magia que pretenciosamente pretende. Un cuento de hadas clásico impregnado de cierta peculiaridad y que, pese a distar de resultar redondo en todas sus facetas, resuelve con nota alta en términos generales. Y más si tenemos en cuenta los irregulares trabajos de este autoproclamado sucesor de Hitchcock (algo que, personalmente, me parece muy exagerado).

Recapitulemos: Shyamalan tiene dos grandes películas en su haber, que son El sexto sentido y la incomprendida e impresionante El protegido. Su tercer film, con caracartón Mel Gibson, Señales, un auténtico coñazo insufrible. Y la interesante El bosque, que si bien a mi me pareció muy decente pese al engaño argumental de la cinta y los irregulares actores, a mucha gente se le salieron los higadillos viéndola.

Y ahora lleguemos a La joven del agua. La premisa: una comunidad de vecinos de New Jersey, a cada cual más peculiar y extraño (aunque eso los hace más cercanos y vistosos pese a su más que forzada naturaleza) y un presidente de comunidad de pasado turbio y atormentado interpretado por el excelente Paul Giamatti recibe un buen día la visita de un extraño ser, una especie de hada marina perteneciente a una raza ancestral que tiene que entregar un enigmático mensaje a alguien destinado a cambiar el destino del mundo. Pero esta se ve amenazada por una extraña criatura que le impedirá volver a su mundo sana y salva, y necesitará la ayuda de esta comunidad de vecinos para hacerlo.

Sin desgranar mucho del argumento, decir que la historia es interesantísima aunque se hace algo dispersa y la película, en general, larga. En segundo lugar, las peculiaridades de los vecinos de la comunidad son exageradas, unas más que otras, con especial mención al chico que solo entrena un brazo y el niño vidente capaz de sacar mensajes metafísicos de una caja de cereales. Lo cual, por otra parte, es sumamente divertido.

Bryce Dallas Howard, talentosa hija del espantoso director Ron Howard, cumple sin más. Pone su carita de ser etéreo y apenas aporta mucho más. El peso de todo el film a nivel interpretativo cae sobre Giamatti, que lo asume con dignidad y sale más que bien parado, y en algunos momento con matrícula de honor. De hecho, una de sus secuencias en la película, sin decir cual es, hizo que me pusiera a llorar por lo desgarrador de su actuación y la fuerza que desprendió. De oscar, desde luego.

Como anécdota, decir que el propio Shyamalan aquí riza el rizo y, lejos de aparecer como en cualquiera de sus películas en plan cameo, aquí tiene un papel importante: el del escritor visionario.

En definitiva, aunque muchos aborrecerán el tedioso ritmo narrativo y quizá no sean del agrado del género, esta película es un cuento clásico de los que no recordaba desde hace mucho tiempo, sin épica ni artefactos magnificadores. La música de James Newton Howard es simplemente maravillosa y embriagadora, y Paul Giamatti está soberbio. Lo peor: la secuencia del escritor prepotente enfrentándose al peligro, que todos encontraron muy graciosa y a mi, una petardada.

Una película muy digna de ver, emocionante a momentos, divertida a otros, y llevada con buena realización. Simple pero efectiva. Os la recomiendo abiertamente.

Un abrazo.

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