16 de agosto de 2006

Pequeño resumen de las desventuras veraniegas de un informático estresado

Como hoy, tras cuatro maravillosos días de puente en los cuales me he dedicado básicamente a practicar el Hueving (ese maravilloso deporte que consiste en tirarse en el sofá, ver en la tele una ingente cantidad de películas o series, y comer tarrinas enteras de helado cual cerdito goloso) ya me encuentro algo más recuperado de autopistas de peaje y peticiones incesantes de jefes, voy a relatar cómo he vivido otra serie de cosillas en mi día a día y compartir algunas impresiones de diferente índole en el blog.

Hace un par de semanas decidí irme con un coleguilla que me he echao por Internet, Luís, a su maravillosa tierra de Cáceres (capital, para aclaraciones). Yo tengo raices extremeñas… mis abuelos por parte de madre son del precioso pueblo de Don Benito, en Badajoz, el cual os recomiendo abiertamente que visitéis en alguna ocasión. Pero el caso es que jamás he estado en Trujillo o en Cáceres capital, y esta me parecía una excelente ocasión para conocerla. Y oye… ¡qué bien me vino!. En medio de tanto estrés laboral, es necesario desconectar a todos los niveles y eso es lo que hice. ¡Fuera ordenadores!. Con Luís visité los lugares típicos de la ciudad, de la cual me quedo sin duda con su impresionante casco histórico. Por la noche, cena y copas con los amigos de este, con el mejor rollo del mundo. Todo perfecto… salvo el calor que hizo. Madre mía, no hay quien pare por allá entre las 13 y las 19… y acortando mucho el margen. En todo caso, os recomiendo una visitilla por ahí algún fin de semana… no os arrepentiréis.
La semana posterior a este finde (es decir, la pasada) transcurrió como las demás últimamente… trabajo y más y más trabajo. Lo mejor era la idea de llegar al fin de semana laaaargo que hemos tenido, y cuando llegó apenas lo podía creer. Opté por no irme a ningún lado para reservarme las pelas para algo mejor y porque todo Madrid iba a estar en las costas levantinas. Y como mi adorado grupo de amigos también se quedaba… ¡pues todo miel sobre hojuelas!. El viernes fuimos a ver a nuestra querida Soyaya a las fiestas de Pinto y no salimos defraudados: un auténtico show petardo con bailarines metrosexuales con capas y haciendo capoeira, y un Megamix de temas del disco de la artista junto con sus greatest hits en Operación Triunfo. El caso es que la muchacha no cantó nada, pero que nada mal, pero la cagaba con sus aires de divismo. Y ese inglés… en fin, yo creí que el I will survive que interpretó era en alemán. Por supuesto, había gente con enormes pancartas que ponían Poyeya, himno que coreaba todo el público entre canción y canción y ante el cual la srta. Arnelas hacía oídos sordos. Lo mejor fue cuando el Jesús de Manuel este que estuvo en un programa de TV (que yo no he visto, la verdad) se subió al escenario para dar botes… y nada más. En fin, en todo caso lo pasé muy bien y fue de hecho un cachondeo para todos los presentes. En cuanto pueda pondré algún video en YouTube de tan magno acontecimiento.
El pasado sábado, aprovechando la coyuntura de la ausencia de mi señora madre (ella sí que disfrutó del mar… grrr…) hice una cenilla-fiesta en casa con los de siempre (Jose, Miguel, Carlos, Dany y Gemma), lo cual no significa que no fuera especial: una de esas fiestas del pijama en la que estuvimos cenando, comiendo, jugando, riendo… y al final todos como pudimos dormimos en colchones hinchables y en los sofás hasta entrada la mañana, seguida de desayuno chachi.
Poco más destacable a añadir… quizá debería decir, entrando ya en temas algo más profundos, que necesitaba desesperadamente distracciones de estas características para olvidarme de tecnicismos y corporativismos. Pasar los días sin prisa, con tus amigos queridos haciendo simplemente lo que te apetece y te llena de verdad. No es esta mi mejor etapa en otros sentidos y me hace mucha, mucha falta en verdad pensar que hay vida después de la tormenta. Aunque esta siempre regresa.
Por cierto, Manu mío, que sepas que me encantó poder hablar un ratito contigo por teléfono al margen de blogs y métodos virtuales de contacto. De repente pienso que… ¡tengo tantas ganas de darte un abrazo!.
Y hablando de abrazos… uno muy grande para todos ustedes.

1 comentario:

Spidermanu dijo...

Un buen amigo mío es de un pueblo cerca de Don Benito, si no me equivoco: Torrefresneda.

Y a mí también me encantó tu llamada. Tengo ganas de que volvamos a juntarnos para charlar de lo divino y de lo humano. Y siento en el alma que no haya salido el viaje que me has propuesto.

Un abrazo.